lunes, 22 de junio de 2009

Ya se acerca el triunfo final / 3


La mierda exterior, por otra parte, huele y su hedor es captado por el olfato a través de su función sensible. En cambio, la mierda interior no huele, pero se capta también mediante otra función del mismo órgano: el olfato intelectual. Esta es una de las capacidades más importantes con que la Naturaleza ha dotado al organismo humano, pero lamentablemente es también la menos desarrollada y la más anestesiada en la actualidad. La industria de los anestesiantes, junto con la de los aislantes, es hoy una de las más florecientes, dado el incremento observado del consumo de estos productos. Es una pena. La pena es asimismo un recurso que utiliza la mierda interior para aceptarse como tal y no hacer nada por asearse. Algunos la designan con el rimbombante nombre de resignación.

Todos tenemos ambos tipos de mierda y quien diga lo contrario posiblemente es que esté inundado de mierda hasta las trancas. Las diferencias entre unos seres humanos y otros dependen de la cantidad de mierda que posean, de su calidad, de la capacidad que posean para autoanalizarse y del control que cada cual establezca sobre su propia mierda.

El que posee niveles significativos de mierda interior, o la tiene de óptima calidad, o el control que ejerce sobre ella es prácticamente despreciable, en general, no es consciente de ello. El problema de la inconsciencia es un fenómeno actual que debería ser estudiado con seriedad. No deja de ser curioso que mientras que la tecnología permite que descienda cada vez más el número de sordos, aumente, sin embargo, hasta cotas alarmantes el de los que no se enteran de nada, especialmente de lo que les ocurre a sí mismos. En el caso que nos ocupa de la mierda interior, este fenómeno es muy evidente.

No obstante, puede darse el caso de alguien que sea consciente o que, al menos, vislumbre su podrido interior. Lo usual, entonces, es que no desee, bajo ningún concepto, que los demás se den cuenta de lo que esconde en sus entrañas. Por eso hablará mucho de purezas y de limpiezas, de otros mundos cristalinos tan transparentes que resultarán imposibles de ver, a menos que se utilice para ello la imaginación, en lugar de los ojos. Crean de esta manera estos individuos a su alrededor una burbuja despistante fabricada con palabras. La palabra puede usarse para intentar conocer limpiamente la realidad, pero también para encubrir interesadamente la mierda con colorines adecuados, para intentar extender la mancha de mierda hasta el horizonte, de forma que no se advierta contraste alguno con algo que no sea mierda, o para repetir machaconamente que lo que se ve no es mierda, a pesar de su aspecto y de su hedor, hasta lograr que el oyente baje las defensas y admita sin reparos que la mierda ya no es mierda. De la misma manera que la imagen puede servir para crear una realidad interesada distinta de la real, la palabra puede tener los mismos efectos creativos. De hecho, salvo muy raras excepciones, no se usa hoy para otra cosa más que para ésta.


(Continuará...)

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