La adolescencia es una época de revolución interior y exterior que comienza en la pubertad y llega hasta la juventud o la edad adulta.
Es una etapa apasionante llena de cambios físicos, psicológicos, sexuales y sociales; por lo que puede resultar un momento difícil para l@s adolescentes y/o sus familias, al vivirse todo con gran intensidad y labilidad emocional.
L@s amig@s adquieren una enorme importancia; y a partir de ese grupo de iguales van construyendo su propia identidad.
Pero al mismo tiempo es esencial la presencia de los padres y madres, acompañando y poniendo límites y normas justas y ejerciendo su autoridad; pero nunca el autoritarismo.
Y además transmitiendo mucho afecto pero de una forma diversa a la etapa infantil anterior y sin cometer el error de la sobreprotección.
La educación hacia ell@s debe estar basada en los valores y actitudes libertarias. Y la mejor manera de educar es haciendo que la comunicación sea fluida y que hablemos con ell@s de todos sus problemas, preocupaciones e inquietudes; entendiendo que viven una etapa de rebeldía, enfado y contradicciones que hay que relativizar con empatía.
Debemos permitir que nuestr@s hij@s consigan y disfruten de su independencia y en consecuencia de sus responsabilidades. Así comienzan el camino hacia su plena madurez.
Y, dado que se produce el despertar del interés sexual y amoroso, es tarea de los padres y madres ofrecerles información fiable y actitudes positivas sobre su sexualidad; sin transmitir culpabilidad ni ideas retrógradas.
El deseo sexual lo satisfacen a través del autoerotismo o con los primeros emparejamientos o enamoramientos.
Y si hablamos con naturalidad de sexoafectividad con ell@s, no solo el inicio de sus relaciones sexuales será probablemente más tardío, sino que también serán más seguras (menos ETS y embarazos no deseados), más afectivas y más igualitarias.