He tenido varios encuentros poco
agradables con mujeres feministas que me han mandado a tomar vientos
cuando les proponía mi colaboración en la lucha por la igualdad.
Recuerdo la última, cuando sugerí el cambio del lema 'Teresa somos
todas' por el de 'Teresa somos todos', en relación con la enferma de
ébola. Una feminista me contestó que sus amigos feministas se
sentían incluidos en el 'todas'. La respuesta me pareció un
desaire, una descortesía y una pésima manera de defender el
feminismo. Ya mis alumnos me advertían de que no se iban a apuntar
al mero cambio del 'todos' por el 'todas' en nombre de la igualdad.
Ahora veo este artículo, escrito por
un hombre feminista, en el que se nos invita a los hombres a dar un
paso atrás, a callarnos y a limitarnos a hablar y convencer a los
hombres. No he visto a ninguna feminista que esté en contra de esta
propuesta. No sé si, en consecuencia, debo mostrar públicamente mi
arrepentimiento por haberme pasado media vida hablando de igualdad
con mis alumnos y con mis alumnas y pedirle disculpas a éstas por
haberlo hecho.
Siempre he creído en la igualdad, más
bien, en las igualdades. La de la mujer es una de las desigualdades
más claras que se dan en las sociedades, pero no es la única. Hay
también desigualdad en el racismo, en la xenofobia, en el trato a
los niños y niñas, en el terreno de la orientación sexual, entre
las regiones y países pobres y ricos, etc. Si le aplicamos a todos
estos campos la receta que se nos propone, habría que dejar solos a
los inmigrantes para que arreglaran sus problemas, a los extranjeros,
a los homosexuales, a los transexuales, a los bisexuales, a los niños
y a los pobres. La razón es la misma que sirve para justificar que
no podamos luchar junto a las mujeres feministas: no conocemos su
realidad, no somos quiénes para opinar y por ello debemos callarnos.
Bien. Yo ya me he hartado. Me parece un
disparate que se dude del feminismo de algunos hombres y no del de
algunas mujeres. Estas generalizaciones me parece que echan abajo
cualquier argumento con futuro. Yo voy a seguir haciendo lo que me
parezca más razonable, aunque me guardaré mucho de apoyar
públicamente a las mujeres feministas, de acudir a alguna
manifestación con ellas o a algún acto en donde prefieran que me
esté callado.
Desde aquí me despido muy tristemente
de las feministas, no del feminismo. Espero que aviséis cuando podamos trabajar juntos
como seres humanos para conseguir igualdades. No sé qué tendrá el
sexo o el género que nos separa tanto. Adiós. No ha sido un placer.