Hay que tener siempre, permanentemente,
abierta la puerta a lo nuevo.
Nunca hay que rechazar lo nuevo por ser
nuevo. Todo lo contrario.
Lo nuevo hay analizarlo y hay que
criticarlo, como todo.
Mucho de lo nuevo que veo, pero no
todo, es peor que lo viejo.
Con demasiada frecuencia, lo nuevo me
parece más viejo que lo antiguo.
Mucho de lo nuevo tiene poco valor,
tiene pocos valores y muchos contravalores.
Cuando la ciudadanía no está educada
críticamente, cuando muchas veces no sabe distinguir lo que vale de
lo que no vale, se traga todo lo nuevo que le ponen delante y
entonces el mundo camina cuesta abajo.
Lo que siento es desazón y
desesperanza. Sólo respiro en mi pequeño mundo.
Buenas noches.