El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
viernes, 30 de septiembre de 2011
miércoles, 28 de septiembre de 2011
El peligro de Rajoy
Todos los días, desde el primero, ha estado diciendo, al margen de lo que manifestó en su momento la democracia, que Zapatero tenía que irse.
Ahora, antes incluso de que hable la democracia, ya cree que el poder lo tiene él.
¿Has visto a algún personaje más peligroso que este 'demócrata' de Rajoy?
martes, 27 de septiembre de 2011
La brutalidad
Pero no me negarás que contemplar a un gobernante sin educación es un espectáculo trágico.
lunes, 26 de septiembre de 2011
Esfuerzo por no odiar
Muchas veces me ha ocurrido lo mismo. Voy con alguien de derechas y procuro no hacer ciertos comentarios para evitar que se pueda sentir mal y que surja una situación desagradable. Pero, en cambio, los de derechas no se privan de soltar, con una actitud altiva y como fruto del resentimiento, todo lo que les da la gana, con sentido o sin él, con buena información o sin ella, con los frutos de la racionalidad o con los malos olores de las vísceras podridas. Parece que van siempre como si su verdad fuera la única posible y como si los que no piensan como ellos no tuvieran derecho a pensar como lo hacen. Es como si te quitaran el derecho a ser. Hay que hacer un verdadero esfuerzo para no odiarlos.
domingo, 25 de septiembre de 2011
sábado, 24 de septiembre de 2011
Paz
viernes, 23 de septiembre de 2011
Lo que queda también se llama esperanza
Pasaba yo hoy por delante de un Instituto de Enseñanza Secundaria, de cuya verja exterior colgaban multitud de lazos verdes, como restos de las últimas batallas, y me preguntaba por la imagen que los ciudadanos se habrán hecho del trato que el peligroso tándem Aguirre-Figar, en Madrid, y otros gobernantes del PP en distintos lugares le están dando a la enseñanza pública.
Yo creo que las personas nos solemos hacer dos tipos de imágenes de lo que ocurre a nuestro alrededor. El primer tipo de imagen es fundamentalmente racional y lo consiguen aquellas personas que intentan reflexionar y comprender lo que pasa. Intentan, para ello, descubrir todos los elementos que intervienen en un suceso, procuran relacionarlos con el contexto en el que aparecen y tratan de descubrir el porqué de una medida o de una actuación, el cómo de una resolución y las consecuencias que van a tener sobre los ciudadanos las decisiones tomadas por quienes deban tomarlas. Esta actitud suele dar lugar a imágenes complejas, trufadas de argumentos comprensibles, y a ciudadanos con mentalidad crítica y madura, propias de seres humanos adultos. El segundo tipo de imágenes es menos elaborado que el anterior y parece construido no con la razón, sino con una especie de fe, más o menos inquebrantable, que algunos ciudadanos tienen en sus políticos de confianza. Hagan estos lo que hagan y digan lo que digan, sus seguidores aceptarán sus designios sin rechistar, pero también sin enterarse demasiado de lo que significan. Vistos los desmanes que, en concreto, el tándem madrileño está perpetrando, parece lógico pensar que sus intenciones van dirigidas a los que interpretan la realidad de la segunda manera antes citada.
Sus objetivos también están claros. El fundamental de ellos parece que es el de destrozar como sea la enseñanza pública, haciendo que los ciudadanos adictos a su cuerda se formen la imagen de que tiene graves carencias y que no sería acertado, por tanto, enviar a los hijos a este tipo de enseñanza. Esto lo intentan conseguir dando palos sin ton ni son y a diestro y a siniestro, sobre todo a esto último. Un día descalifican a los profesores en bloque, tildándolos de vagos y de amantes del poco trabajo. Otro día lanzan patadas alevosas contra todo aquél que osa discrepar de su visión gruesa de la realidad, confundiendo a los profesores con sindicalistas o con socialistas o refiriéndose a ellos con un tono ordinario y grosero como “los de las cejas”. Luego, en un alarde de bajeza en el trato a los ciudadanos, a los que acostumbran a dirigirse como si fueran tontos, cuentan el número de manifestantes que expresan su postura contraria a sus ciegos mandobles y, mientras los observadores neutrales hacen uso de instrumentos adecuados y llegan a la conclusión de que han sido 40.000, ellas, para que quede claro que tampoco saben contar, dicen con desparpajo, designación misericordiosa de la desfachatez, que son 5.000 y se quedan tan frescas. Algunos ciudadanos, inmersos en la crisis y sin demasiado interés ni demasiados medios para informarse seriamente de la cuestión, oyen que hay recortes y que hay que eliminar gastos y puede que acepten sin rechistar que éstos se apliquen a lo más importante que tiene la sociedad para construir un futuro digno, libre, igualitario y humano, que es la educación. Como no suelen acceder a fuentes de información adecuadas, ignorarán, por ejemplo, las graves carencias, provocadas por las medidas de estas señoras y su grupo de gobernantes ciegos, producidas en el desarrollo de la enseñanza en los Institutos. Aunque éstas aparentemente vayan contra los profesores, en realidad van contra los alumnos, que saldrán peor formados de las aulas, cosa que también persiguen, para evitar así la proliferación de mentes críticas que puedan volverse contra ellas.
Ignorarán también los ciudadanos no avisados, que el hipotético interés por el ahorro no consiste en no contratar a profesores interinos, sino en mantener en sus casas cobrando, pero sin trabajar, a un número considerable de profesores en expectativa de destino, es decir, de funcionarios que reciben su sueldo, pero a los que no se les ha adjudicado aún un lugar de trabajo. Como se comprenderá fácilmente, esto ni es ahorro ni es nada sensato, sino improvisaciones brutas, tomadas por quienes no conocen lo que se traen entre manos y no saben gestionar la sociedad a la que quieren gobernar, pero que crean entre su clientela una imagen distorsionada y muy eficaz.
¿Y para qué quieren destruir la enseñanza pública? Pues, por una parte, como se ha dicho ya, para eliminar la posibilidad de formar ciudadanos racionales y críticos. La enseñanza concertada y la privada está en manos de la Iglesia y de los negociantes del ramo y ya se encargan ellos de formar adictos, ciudadanos alegres en la fe y fáciles en el interés por la obtención de beneficios al precio que sea. Y, por otra, para facilitarles el trabajo a los negociantes de los servicios públicos. En sus metálicas mentes neoliberales no cabe que un servicio público no pueda generar riquezas para los particulares. Por eso regalan terrenos, hacen leyes, abren desgravaciones y asestan golpes como el de estos días a la enseñanza y como los que luego endosarán a la sanidad. Su método es hacerse cargo del gobierno de lo público para destrozarlo y privatizarlo todo. Que el reino de España se transforme en España S.A.
De paso, si se le puede echar la culpa de lo que hacen a los adversarios políticos, a los que tratan como enemigos de todo, pues mejor. Así, no es que la enseñanza esté mal porque las medidas que han tomado ellas son absurdas y negativas, sino porque los socialistas hicieron unas leyes que, según pontifican, son absolutamente malas. Los ciudadanos no protestan porque ven sus derechos en peligro, sino porque son convocados por los socialistas que quieren conseguir votos. Son maniobras burdas, basadas en el interés propio, en la mentira y en el vale todo, que intentan crear una imagen demonizada del adversario, pero muchos ciudadanos no se dan cuenta de ello y así nos va.
Y por debajo de todo esto hay un objetivo oscuro, como una cueva en la que las palabras suenan con un extraño y misterioso eco, o como un apetitoso bombón que escondiera una fruta podrida mezclada con un veneno maloliente. Es el deseo de poder. Es el gobierno entendido no como un servicio a la colectividad, sino como un ejercicio de poder, de mando, que alguien necesita ejercer para sentirse vivo. “Que quede claro que aquí mando yo”, parecen decir estas señoras, especialmente la mayor de ellas, cada vez que habla. “Y como mando yo, aquí se hace lo que yo digo, y punto” es lo que podría deducirse de sus expresiones cuando hacen un disparate como este de la educación, sin tener conciencia de lo que realmente están haciendo (o, quizás, sí), sin medir sus posibles consecuencias, sin tener en cuenta el mal que generan. Gobiernan como si los ciudadanos fueran críos que juegan con soldaditos de plástico y con fuertes apaches de madera. Lo que dicen, lo que hacen, lo que quieren parece tan alejado de lo humano que no se entiende muy bien cómo siguen estando en donde están.
Alguien podría pensar que en un momento de lucidez un rayo de luz entrara en sus mentes, una lectura sugerente, la visión de algún alumno con ganas de estudiar, o la de un profesor trabajando un fin de semana en su casa o, incluso, una iluminación divina podrían hacer caer a estas señoras de su caballo ideológico. Pero, por lo que se ve, tan afortunado acontecimiento parece imposible que llegue a producirse. Un aluvión de votos las apearía, al menos, del poder, pero también esto se queda dentro del campo de la ficción. No es probable que a la derecha le entren ganas de salir de su ignorancia, porque intuye que entonces le aparecería el miedo. Tampoco la supuesta izquierda parece que tenga muchas ganas de despertar. Y para colmo, lo único que nos queda también se llama esperanza.
jueves, 22 de septiembre de 2011
Lo malo, lo peor y lo impresentable
Lo malo es el conjunto de medidas que está tomando el PP en la gestión de la educación allí en donde gobierna. Con ellas va a destruir un bien común a todos los ciudadanos, como es la educación pública.
Lo peor es la torpeza con la que se desenvuelven esos gobernantes, especialmente los de Madrid. Si tuvieran unos ciudadanos con un mínimo de sentido crítico, no hubiesen aguantado ni una legislatura.
Lo impresentable es el estilo ordinario, el talante chulesco, la prepotencia insultante con la que estos gobernantes, sobre todo, también, los de Madrid, se dirigen a los ciudadanos, a los que maltratan, mienten, infravaloran e insultan con su trato.
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