Tienen que estar muy despistados para preferir que les gobierne un fascista a alguien que pretende el bien de todos. O quizá sea que ellos no pretenden el bien de todos, sino solo su propio bien, y su despiste les lleva a creer que se lo va a proporcionar el fascista. No despiertan ni viendo lo que está ocurriendo con la sanidad pública, ni con la educación, ni con las mujeres, ni con los inmigrantes ni con quienes tienen una orientación sexual diferente. Cuando les toque a ellos, van a seguir estando dormidos.
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