No hay que leer. Lee sólo si te da la gana, si te apetece, si te lo pide la vida, pero si no lo haces, no te quejes luego de que estás hecho un viejo porque no aprendes nada, de que te has quedado antiguo porque la frescura y la juventud te han abandonado ni de que te noten a la legua, en cuanto hablas, que no lees. Es una opción, no una obligación.
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