Cuando veas a alguien que crea, que
inventa algo, que es capaz de interpretar la realidad, que muestra
entusiasmo por lo que piensa o por lo que hace, que te invita a
pensar, aunque no estés de acuerdo con lo que diga, que no se
conforma con la mediocridad, que valora lo nuevo y lo critica, que
no reproduce, sino que produce, que está siempre aprendiendo, que no
se cree superior a nadie, que sufre y que ríe, cuando veas a una
persona así, corre hacia ella. Si es posible, abrázala, dale tu
cariño y tu sonrisa y procura quedarte cerca de ella. Tenemos que
aprender a vivir todos los días y estas personas nos pueden ayudar
mucho.
Cuando, por el contrario, te encuentres
con alguien dominado por la rutina, por la cansina repetición, por
el seco individualismo, por el rechazo sistemático a lo diferente,
por el intento de hacernos ver que sus ideas sean más importantes que las de los
demás, por su antigüedad vital, por su escasez de frescura, por la
no expresión de sus sentimientos, por un pudor absurdo, por su ñoñez
mental, por la escasez de sonrisas, por sentirse superior a todos los
demás, por la intolerancia o por la chulería hueca, huye, pero a
gran velocidad. No te importe correr y procura irte bien lejos. La
vida es corta y no es conveniente perderla con gente así.
Buenas noches.
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