lunes, 1 de febrero de 2010

Ardores


El cuerpo humano es una máquina de fabricar ardor.

Cuando ingerimos pulpo a medio cocer o un exceso de pimentón, por ejemplo, el organismo reacciona con una concentración de ardor en el estómago que exige una dosis de antiácido que contrarreste el fuego digestivo.

Otras veces el ardor se dispara ante la presencia de un gesto elegante, una sonrisa que te transporta a otros mundos o unas formas corporales en las que reconoces un poder insuperable. El ardor entonces se esparce por todo el organismo e intenta salir por el sexo para que el cuerpo recobre la temperatura de sosiego.

Pero hay ocasiones en las que el foco original del ardor se sitúa en el alma o, por ser más concretos y menos simbólicos, en la mente. El problema de este tipo de ardor es que es mucho más peligroso que el del estómago o el del sexo, porque exige la práctica de la prudencia y ya se sabe que esto es difícil de adquirir y cada vez más raro de encontrar.

Es posible que la señora María Dolores de Cospedal (“Dolores de Cospedal”: ¿Cómo se irá por el mundo con ese nombre por delante, con ese terrible “de” dándole más tragedia, si cabe, a la denominación) haya sufrido uno de estos calentamientos cuando el pasado 6 de agosto, coincidiendo con uno de los picos informativos del caso Gürtel, anunció que el Gobierno estaba espiando a dirigentes del PP que no tenían nada que ver con el caso Gürtel. Ahora, el Juzgado de Primera Instancia número 3, de Madrid, ha citado para el 17 de febrero, miércoles de ceniza y día de ayuno y abstinencia, a la señora de Cospedal para un acto de conciliación previo a la demanda civil presentada por un colectivo de internautas. En dicho acto la señora de Cospedal tendrá que ratificar y demostrar lo que dijo o bien retractarse. Cabe la posibilidad también de que la señora de Cospedal no acuda al acto, en cuyo caso pagará las costas y se quedará tan tranquila, se hayan producido los actos de espionaje o no, tenga pruebas de ello o no.

Son los ardores más baratos, los de la mente. Siempre cabe la posibilidad de calentarse, largar lo que interese y luego pagar la multa. Sin embargo, en este caso, estoy seguro de que la señora de Cospedal acudirá al juzgado a presentar las correspondientes pruebas y la situación quedará meridianamente clara. Porque si no, no sé dónde quedará la ética. Por cierto, ¿dónde estará ahora la ética? Hace tiempo que no la veo brillar.

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1 comentario:

  1. A mi ya ha pasado mucho tiempo, y se me olvidó la definición correcta de ética; pero creo que sigue vigente en las personas que seguimos teniendo ardores, palpitaciones o estruendos en el alma, sin dejarlos adentro y los expulsamos estos sofocos internosen forma de manifestaciones, escritos o protestas. La pena es que Maquiavelo parezca estar en lo cierto y la política y la ética pertenezcan a dos universos irreconciliables, que brille pero por su ausencia.

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