Tuvo lugar días pasados una especie de congreso sobre “Los profesores y la noche” que perseguía tanto el descanso en la lucha como la cohesión entre el grupo. El resultado fue excelente y los participantes manifestaron sus deseos de que pronto tenga lugar una segunda edición, sin importarles que fuera sobre el mismo tema.
El congreso tuvo lugar en un espacio denominado “Casa Parrondo”, célebre en la capital tanto por sus aportaciones como por sus deportaciones. Para la ocasión ofreció una amplia gama de pixines, preparados de diversas formas, que fueron muy bien recibidos por los congresistas.
Pero la excelencia del condumio no es suficiente para olvidar el cariz ideológico que posee el propietario del lugar, a pesar del cual parece que no le va mal con el negocio. Yo nunca hubiese elegido ir a un lugar caracterizado por la homofobia y por las faltas de respeto. Si fui, lo hice por no desairar a mis compañeros, muchos de los cuales no sabían nada de estas circunstancias.
Quiero poner aquí, para que lo vean todos lo quieran, el relato de lo que ocurrió hace un par de veranos en este lugar.
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