sábado, 9 de junio de 2012

Una tarde en PhotoEspaña 1


Tras asistir el martes a la inauguración de Preludios, la serie que Yolanda Domínguez presenta para el Festival Off de PhotoEspaña en la Galería Rafael Pérez Hernando, decidimos dedicarle una primera tarde a contemplar algunas de las exposiciones que el llamado XV Festival Internacional de Fotografía y Artes Visuales presenta en Madrid del 6 de junio al 27 de julio de 2012.




Comenzamos por visitar la muestra que se exhibe en Loewe, en la magnífica tienda situada en la Gran Vía, número 8, que diseñara en 1939 Ferrer Bartolomé. Se muestran aquí, por primera vez en España, fotografías de Scott Schuman, uno de los fotógrafos más de moda en la actualidad. En su blog The Sartorialist incluye fotografías de gente con estilo, con una peculiaridad individual que la distingue del resto de los de su entorno, algunas de las cuales forman el conjunto que podemos observar en Loewe. Su estética es muy colorista, sus modelos muestran una gran elegancia y suelen ser personas de la calle. La obra de Schuman se encuentra, entre otros lugares, en el Victoria & Albert Museum y en el Tokyo Metropolitan Museum of Photography.


La segunda parada fue en la galería de Oliva Arauna. La exposición correspondiente a PhotoEspaña no se inaugurará hasta el 16 de junio y será una muestra del artista portugués Eurico Lino do Vale. Mientras tanto y hasta el sábado 9 hay una preciosa exposición de Concha Prada titulada El cuento de la lechera. La autora ha desarrollado un trabajo ímprobo a lo largo de dos años para lograr una instantaneidad que muchas veces parece atentar contra las leyes de la física y de la lógica. La pregunta que surge ante la visión de estas fotografías es siempre ¿pero cómo es posible? Es la primera vez que la fotógrafa incluye cuerpos humanos en sus obras y lo hace como un elemento más de la propuesta dinámica que nos ofrece, relacionada con un mundo de ensueños y de frustraciones que nos impiden ver la realidad. Siempre sobre fondos negros, Concha Prada sitúa los movimientos de un ser humano en posturas acrobáticas y de un cubo lleno de leche que se desparrama y que genera escenas de una belleza plástica indudable.



Los fondos negros sobre los que Concha Prada sitúa su obra podrían servir de nexo de unión con la tercera visita de la tarde, esta vez a la muestra de Pierre Gonnord en la galería Juana de Aizpuru, en la calle Barquillo, 44 titulada Territoires. Gonnord es Gonnord y sus retratos alcanzan unas cotas de belleza difícilmente igualables. Con un esquema de iluminación siempre muy similar y con unos modelos muy preparados para el acto fotográfico, Gonnord nos deleita con unos retratos de señores, señoras, niños y niñas, a los que eleva a la condición de personajes eternos con una estética cercana a la pintura barroca. Pierre Gonnord, fotógrafo francés afincado en España, provoca la admiración del espectador que difícilmente quedará indiferente ante su obra.


La última etapa fue en la galería Elvira González, en donde la fotógrafa alemana Uta Barth, usando el color blanco como base de su obra, muestra las atmósferas posibles en un ámbito doméstico en donde la luz es la protagonista. La calidez y la calidad de su obra están muy bien contextualizadas en la galería, que aparece como el lugar idóneo para la contemplación de esta exposición.

No es conveniente abrumar la sensibilidad con excesivas experiencias similares, por lo que decidimos terminar la tarde cambiando un poco de registro. Fuimos a ver La loba, la obra de Lillian Helmman que pone magistralmente en escena Nuria Espert al frente de un estupendo grupo de actores. Tuve la suerte de contemplar a la actriz desde la primera fila: su mirada penetrante, su boca que hablaba incluso sin pronunciar palabra alguna, su dicción perfecta y su desenvolvimiento por el escenario para llenar completamente la escena con su presencia. Una gozada de mucho altura.


Snow Patrol




Según mi amigo Bautista 9 / 6 / 2012



Tal día como hoy murió en 1974 Miguel Ángel Asturias. Un apunte biográfico aquí.

viernes, 8 de junio de 2012

Elogio de la mujer libre




Yo quiero ser yo y voy a ser yo. No quiero ser lo que otro quiera que sea. Nadie va a acabar con mi libertad. No tengo por qué hacerle caso a nadie a la hora de decidir cómo va a ser mi vida. Los voy a escuchar a todos, porque puede que tengan algo válido que decir, pero las decisiones sobre mi vida las voy a tomar yo.

Esta actitud va a afectar también a mi forma de vestir. Estoy harta. Ya está bien de que me miren como si no fuera más que un pedazo de carne de mujer. Me refiero a los hombres, pero también a algunas mujeres. Hay mucha gente que no tiene dignidad y que cree que las mujeres tampoco la tenemos. No voy a taparme ni a destaparme porque me lo diga alguien desde fuera. Soy tan ser humano como el que más y voy a ser yo la que decida cualquier cosa que tenga que ver con mi vida.

Hay una plaga en el mundo, el machismo, que dice que los hombres son superiores a nosotras y que por eso tenemos que obedecerles. Yo me niego. En este mundo todos somos iguales y todos tenemos los mismos derechos, digan los machistas lo que digan.

En algunos lugares los machistas obligan a las mujeres a taparse de arriba a abajo para que no las vean los otros hombres. No creo que aquí se les ocurra a ninguno de estos -y hay muchos- hacerlo. Por estos pagos lo que se utiliza cada vez más es lo de que estemos sexys, atractivas y bellas para que así atraigamos a los hombres y podamos atrapar a alguno de ellos. Ninguno dice lo que viene luego, porque en realidad no es que los atrapemos a ellos, sino que son ellos los que nos atrapan a nosotras. Una vez que estás dentro de su red es como si se te nublara la vista y ya no ves ni la libertad, ni el hacer lo que te apetezca, ni el cariño. Ni siquiera te ves a ti misma, sino a una momia de lo que fuiste. Ninguno te habla de eso y ninguna te advierte de lo que puede venir. Cuando quieres darte cuenta, aquel hombre tan gracioso, tan seductor y que te hablaba de una vida estupenda, se ha convertido en tu amo y tú tienes que vivir como a él le dé la gana. En poco tiempo te olvidas de que puedes pensar como quieras y que puedes hacer lo que te parezca. Y lo más cercano que tienes para sentirte a gusto, tu vestido, se tiene también que adaptar a sus gustos, a sus caprichos y a sus manías de enfermo. Esta es una cruz que no se ve desde fuera. ¡Cómo me hubiese gustado a mí que me hubiesen avisado!




La forma de vestirme es muy importante para mí. Me gusta ir a mi aire, al mío, y la verdad es que me gusta ir más bien un pelín destapadita que otra cosa. Si pudiéramos ir todos desnudos, sería lo mejor, pero entre el frío, las tradiciones, los curas y los salidos que hay por ahí, resulta que no puede ser. A mí encantan las faldas cortas y los escotes más bien grandes, me chifla andar con tacones -¡ay, esos taconazos enormes que te ponen tenso hasta el culo!- y pintarme los labios de rojo dormido. Pero ni lo hago porque le pueda gustar a los hombres ni porque alguno de ellos me haya obligado a hacerlo. Hasta ahí podríamos llegar. Yo los respeto a todos y no les digo lo que tienen que ponerse, así que les exijo que hagan lo mismo conmigo.

Algunos de estos machistas, y algunas mujeres que piensan como ellos, son tan simplones y tan tontos que creen que el atractivo y la belleza se dan cuando te obligan, por ejemplo, a llevar un vestido ajustado. No entienden que yo me pongo atractiva cuando me da la gana y que, en cambio, si me obligan a vestir de determinada manera, me puedo convertir en una borde odiosa o en una tonta del bote.

Aún recuerdo, no hace tantos años, cuando empecé a salir con aquel tipo rubio que en verano llevaba zapatos de vestir sin calcetines, ese que hablaba tan rápido y que se empeñaba en llevar siempre la razón. No recuerdo ni cómo se llamaba, pero no me he olvidado del interés que tenía en vestirme como a él le daba la gana. Y, encima, me controlaba a cada momento con el teléfono móvil. 'Te llamo para decirte lo mucho que te quiero', empezaba el muy tontaina, y enseguida que si dónde estás, que si con quién andas, que si por qué no me voy ya para casa. Aquello duró sólo unos días porque a mí no me daba la gana de entregarle mi vida a un tipo que se creía con el derecho a exigírmela. Así que lo mandé a tomar vientos y me quedé más contenta que si me hubiese tocado la lotería. ¡Quién se creería aquel estúpido que era para querer gobernar mi vida a su antojo! Ahora, que se lo dije y se lo dejé bien claro. Yo me puedo poner en pelotas -le solté- o me puedo llenar de telas hasta las cejas, pero lo haré cuando a mí me dé la gana, donde se me antoje y con quien me salga del alma, no cuando a un fantoche creído como tú se meta en mi vida y se ponga a decirme las tonterías que tengo que hacer porque a ti te dé el capricho. Así que ya lo sabes. En la vida de una mujer manda ella y nadie más, por muy enamorada que esté, por mucha boda que haya habido por en medio o por mucha necesidad que sienta. Que tú tengas eso que tienes entre las piernas no te da derecho a gobernar en la vida de ninguna mujer. Y si alguna vez lo logras, será porque has tropezado con una que todavía no se ha enterado o que es tan débil que es incapaz de andar por la vida como un ser humano. Así que ¡aire! y a dejar vivir. Y me quedé mucho más tranquila, como si me hubiese quitado un peso de encima y me hubiese vuelto la libertad.





Según mi amigo Bautista 8 / 6 / 2012



Tal día como hoy murió Mahoma en 632. Un apunte biográfico aquí.

miércoles, 6 de junio de 2012

Besos y besos




Ayer te di un beso. Fue un beso frío. Tú no parecías tú y yo no tenía nada que decirte, no tenía nada que darte, ni, mucho menos, un beso. Fue un beso de compromiso, un beso que pasaba por allí, un beso mecánico, un beso sin alma. Hice los mismos gestos de siempre, pero fue un beso vacío, un beso sin beso. En realidad, te di un beso porque tú me lo pediste, porque tú querías que te besara, porque me impusiste la rutina diaria de darte un beso cuando te vas a trabajar, pero yo no te besé. Fueron mis labios quienes te besaron, pero no yo.

Hoy, sin embargo, parecía que habías vuelto de un absurdo viaje a la lejanía. Hoy te sentía cerca, algo importante me unía a ti y yo lo sentía. Esta mañana era como esas otras mañanas en las que hasta el aire que me separaba de ti estaba lleno de algo nuestro. Hoy te di un beso, pero te lo di yo. Era un beso mío para ti, en el que mi vida se mezclaba con la tuya a través de nuestros labios. Hoy era yo quien quería besarte y lo hubiese hecho aunque tú no me lo hubieras pedido. Mis labios hicieron aparentemente lo mismo que ayer, pero hoy te entregué todo mi yo en un beso.

Los mismos gestos, el mismo rito, los mismos movimientos, pero la intenciones eran diferentes, las actitudes eran distintas.


La fotografía está tomada de la exposición "Esclavas", de Yolanda Domínguez, que puede verse hasta el 27 de julio en la Galería Rafael Pérez Hernando, en la calle Orellana, 18. Madrid.