Yo creo que ningún escritor, ninguna persona sensata, intenta convencer a nadie. Se escribe porque se siente una cierta necesidad interior de comunicar las vivencias, los deseos, las esperanzas o los fracasos.
Un buen libro no es un manual de adoctrinamiento para crear adeptos, sino un trozo de vida contado de la mejor manera posible.
No se puede vivir como un ser humano sin estar continuamente aprendiendo, porque o crecemos en humanidad o decrecemos y nos embrutecemos.
Se aprende escuchando y pensando, procurando entender lo que dice el otro y sopesándolo, leyendo y meditando sobre lo leído.
Nadie nos obliga a crecer, ni a escuchar, ni a pensar, ni a entender, ni a sopesar, ni a leer ni a meditar.
Solo uno mismo puede sentir la obligación interior, sin que nadie te obligue, de hacer estas cosas o de no hacerlas.
Solo uno mismo será dueño de las consecuencias de la elección que haga.