Hay ojos bonitos, pero lo que hace elegante a los ojos es la mirada. En la mirada está materializada la mente de la persona y, sobre todo, la relación que establece con los otros y con el mundo. La mirada no se puede forzar, porque sale como es. Los ojos y los labios se complementan, pero aunque de los labios salga tristeza, alegría o indiferencia, es la mirada la que habla con más claridad de uno mismo.
Buenos días.
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