Cualquiera que tenga algo de
sensibilidad y mire por la ventana puede que acoja en su mente una
buena dosis de pesimismo. ¿Cómo contemplar, si no, la emergencia
laboral, la emergencia económica, la emergencia climática, la
emergencia de la violencia de género, la emergencia de las
desigualdades y todas las emergencias que coexisten en nuestras
sociedades?
El presente y el futuro no son demasiado
tranquilizadores.
Sin embargo, a estas horas de la noche no podemos
sucumbir ante el pesimismo.
Hay que buscar en el fondo de la mente o
en la última sonrisa contemplada el atisbo de esperanza, el rayo de
posibilidad que nos permita descansar.
La intranquilidad no arregla
el mundo.
Buenas noches.
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