lunes, 18 de junio de 2018

Buenas noches. 94 años y un día




94 años y un día. Podría parecer una condena a la ceguera, a los dolores, a las prohibiciones y a las medicinas, pero ella vivía con el temple de quien no tiene motivos para quejarse. Mostraba cada día que la adversidad tiene que ser aceptada. Atravesaba el tiempo sin que a su ánimo le afectaran ni los minutos ni los años. Fue fiel a la mente que le formaron y le costaba trabajo adaptarse a las circunstancias nuevas. Se rebelaba contra lo que no le gustaba, unas veces con rabia y otras, la mayoría, con humor. Se reía de casi todo, incluida ella misma. Estaba cómoda en la rutina, así que lo nuevo que aceptaba lo convertía en costumbre. No oía bien y le costaba escuchar. No veía, pero decía que no 'se' veía. Nunca usó bastón, porque eso era cosa de viejos. Expresaba los sentimientos con dificultad, porque nadie la había educado en el arte de mostrar su alma. El último día, incapaz de moverse, le cogí la mano, le di un beso, le dije que estaba allí con ella y una lágrima se le escapó de los ojos. Creo que no tenía ganas de irse. Vivió 94 años y un día.

Buenas noches.


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