Nuestras preguntas nos retratan. Sobre
todo, cuando adquirimos el vicio de no pensarlas bien, ni de prever
las consecuencias que pueden tener para quien las escucha, ni si
constituyen una falta de respeto ni si nos dejan en mal lugar. A
veces preguntamos como niños, sin darnos cuenta de que ya no somos
niños.
Buenas noches.
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