La soledad no querida nos viene a
veces, como de rebote, cuando no queremos hacer daño y nos callamos,
cuando no queremos la guerra y huimos, cuando defendemos lo que no
defienden los otros, cuando rechazamos el modelo de la mayoría. Son
esos casos en los que nos salvamos de caer en la mediocridad o de
morirnos en vida, pero nos refugiamos en un rincón hacia donde casi nadie
mira. Buenas noches.
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