Cada vez veo más claro que nacemos viejos e inútiles y que la vida debe ser un proceso de rejuvenecimiento, de búsqueda de la juventud a través del tiempo, de la experiencia y del conocimiento. Lamentablemente creo que hay muchos viejos y viejas de cualquier edad y unos pocos jóvenes de muchos años, a los que hay que escuchar con devoción, con ganas de aprender y con el deseo ferviente de que la edad respete esa gloriosa juventud tan útil, tan madura, tan humana.
Uno de estos casos esplendorosos es el de Nawal al Saadawi. Tiene 79 años. Hace un par de ellos la vi en Madrid. Supo transmitir toda la fuerza de la honestidad, de la lucha derivada del convencimiento, de la alegría de creer en la igualdad, de llevar muchos años intentando que las mujeres, las de su país, Egipto, y las de cualquier lugar puedan alcanzar cotas de libertad comparables a las de los hombres.
Hoy el diario El País ofrece una entrevista con Nawal al Saadawi. Toda ella es interesante, pero me permito destacar una idea de entre las que expresa allí: La mujer no puede liberarse bajo ninguna religión. Puedes leerla aquí.
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