El Conde de Saint-Simon, un socialista utópico francés del siglo XIX, le tenía ordenado a su ayuda de cámara que todos los días lo despertara diciéndole:
"Levántese, señor Conde; tiene usted grandes cosas que hacer."
El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
"Levántese, señor Conde; tiene usted grandes cosas que hacer."
Hypatia de Alejandría fue una interesantísima pensadora neoplatónica que vivió entre mediados del siglo III y principios del IV y que destacó en el campo de las matemáticas y en el de la astronomía. Su vida y su muerte fueron una consecuencia del fanatismo con el que algunas mentes resuelven su incapacidad para aceptar el pensamiento y la ciencia.
Alejandro Amenábar acaba de estrenar una película en la que relata la vida de esta mujer. El periodista Jacinto Antón publicó recientemente un artículo sobre ella, cuya lectura te recomiendo y que puedes obtener aquí.
Quiero llamarte también la atención sobre la crítica que de la película ha hecho en El País Carlos Boyero. El crítico parece desconocer algunos detalles de la vida de la pensadora y deriva de ahí alguna objeción injusta hacia el director. Y en un momento de su trabajo desliza la siguiente idea.
“Tu cerebro puede conectar con ella, pero en mi caso no me llega al corazón. Y lo estoy deseando continuamente, pero no consigue meterme dentro de ella.”
Estamos otra vez ante el papel fundamental, al parecer imprescindible, del corazón a la hora de captar la realidad. De nuevo la incomprensible exigencia de una corazonada para poder entender un problema histórico, ideológico y, en todo caso, real. Parece que el cerebro no es suficiente para abordar una problemática o una película, a partir de todos los datos que le aportan los sentidos, y que es imprescindible echar mano del corazón para poder establecer una conexión eficaz. El hombre como animal ex racional y convertido de nuevo en animal sentimental, como en los años de la dictadura franquista. El modelo debe ser el que ofrece Belén Esteban: poco que pensar y mucho que sentir. Cuando la actividad resulta al revés y hay poco que sentir, pero mucho que pensar, se concluye que algo está mal hecho y que la obra debe estar coja de alguna pata.
No me extraña que estas actitudes tan cordiales estén generando mentes incapaces de soportar tres ideas seguidas sin esbozar una mueca de cansancio o un bostezo de aburrimiento. Como nos acostumbremos a sentir los problemas y no a entenderlos, el mundo caerá en manos de los especialistas en manejar sentimientos, justamente los herederos del fanatismo que denuncia la película, y esto no va a haber quién lo arregle.
Me gustaría que pusieras aquí tu opinión sobre la película.
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La corazonada, al final, se quedó en nada. La Olimpiada se fue a Río y el corazón de los de la corazonada se quedó descorazonado y a verlas venir.
Ha perdido Gallardón. Ha perdido España, pero sobre todo ha perdido Gallardón. Lo más preocupante es que Gallardón es muy inteligente, mucho más que toda la corte de presuntos, de salpicados y de mirones para otro lado que tiene a su alrededor. Todos estos sólo sirven para las distancias cortas, pero Gallardón sabe mirar a lo lejos con calma, y eso le hace distinto y superior. Ha sabido involucrar a muchísima gente con el recurso de la corazonada. La ha involucrado en la lucha y ahora la gente va a quedar involucrada en la derrota. Porque esto es lo más importante de todo este espectáculo. Hay mucha gente que le gusta adherirse a cierto tipo de proyectos con el corazón, no con la cabeza. A muchos les gusta que les toquen los sentimientos, los deseos, los asuntos que le hagan salir a la calle a gritar fuerte con un símbolo en el pecho. Y la corazonada ha calado mucho entre la gente. Nadie se ha planteado el asunto de las Olimpiadas desde un punto de vista económico, financiero o cívico. Nadie ha valorado las inversiones ya hechas, ni la ciudad en estado de provisionalidad tantos y tantos años, ni el monumental déficit que tiene la ciudad, ni quién va a pagarlo. Muchos ni siquiera saben que lo van a pagar ellos. La adhesión ha sido visceral, no racional. Y la derrota se ha deslizado en ese mismo ámbito.
Ahora Gallardón está de perdedor, ajeno a la Gürtel (correa, en alemán), al parecer. Es una pobre víctima que ha sudado, que lo ha dado todo y que ha sabido conectar con la gente a fuerza de corazonadas. Es carne de compasión y tiene un ejército proclive detrás. Creo que se acerca el momento de Gallardón.
Lo que no me gusta, lo haga quien lo haga, es que se intente tirar de la gente tocándole las vísceras en lugar del cerebro. A la gente le gusta volcarse, pero parece que le duele hacerlo con razones. Ahora el viento es posible que corra a favor de Gallardón. Y me da la impresión de que se puede generar una nueva corazonada.