Esta vez fuimos tres personas, previa reserva, porque no conviene asumir riesgos. La casa saluda con unas riquísimas papas aliñás de mucha categoría. Es muy interesante la manera de usar el perejil en este aperitivo. Pasamos luego a uno de los mejores tartares de atún rojo de almadraba que se pueden tomar. Tiene un sencillo y perfecto aliño, que no enmascara el gusto del atún, y viene entreverado con unas algas de los esteros de la zona, que influyen decisivamente en el gusto y en la textura. El resultado es magnífico. Yo soy muy aficionado a este plato, y si tengo que poner en orden los que he comido en diferentes restaurantes, pongo este tartar de Petri, sin duda, en primer lugar.
Después le llegó el turno a los alcauciles. Estos son los frutos del cardillo y no son iguales que las alcachofas, sino más blandos y más sabrosos. Se dan sobre todo en Conil y alrededores. El guiso de alcauciles más conocido es el que se acompaña con guisantes y habas tiernas, pero también hay que aprovechar los frutos primeros más tiernos, que es lo que hace Petri. Nos sirvió unas espectaculares tortillitas de alcauciles. Tenían el mismo aspecto que las tortillitas de camarones buenas, es decir, con una masa fina y fritas de tal manera que terminan como encajes y nada aceitosas. Pero en lugar de camarones llevaban hojas de alcauciles finamente picadas. Fue una pena que se acabara el plato que nos puso para compartir. Como consuelo, tomamos unas hojas de alcauciles con huevos fritos y jamón ibérico. También estaban gloriosas.
Terminamos con una berza de garbanzos con tagarninas y con pringá. Lo emocionante de este plato, aparte de la perfecta cocción de los garbanzos, era cómo estos habían adquirido el gusto de las tagarninas y de todos los condimentos que incluía el guiso. Era un sabor redondo, seguramente hecho despacio y de una relativa ligereza digna de agradecer.
Nos quedamos con las ganas de probar el Guisado de corzo al tomillo con guarnición de ciruela y los Chocos guisados con tomate y orégano silvestre al estilo de Conil, pero optamos por no cargarnos demasiado y lo dejamos para otro día. Con una rica tarta de queso entre los tres cerramos la gloriosa visita a esta Venta Melchor que siempre nos ofrece sorpresas agradables y en donde cada vez se come mejor. Una gozada.
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