Mañana es día de reflexión. Me
resulta curioso que en una sociedad en donde se potencia muy poco la
reflexión, tanto en los planes educativos como en los medios de
comunicación, se proponga que el día antes de unas elecciones
reflexionemos. Está bien que reflexionemos, pero me gustaría que lo
hiciéramos con algún criterio. Si nos vamos a fijar en quién
aparece con más simpatía, con más desparpajo, en quién es más
guapo o más guapa o en cosas por el estilo, la reflexión no nos va
a servir de nada. Por lo menos, tengamos en cuenta la trayectoria de
los candidatos y candidatas y, sobre todo, sus programas, las
propuestas que hacen para organizar la sociedad y la confianza que
nos producen sus ideas. En mi opinión no hay que dejarse llevar
nunca sólo por los sentimientos, porque es la mejor manera de
meternos en un lío o de equivocarnos. Además de lo que sintamos, me
parece que hay que tener en cuenta elementos más racionales, más
concretos, más objetivos. Si lográramos quitarnos de la cabeza los
prejuicios, tanto relacionados con el pasado como con el futuro, a lo
mejor lográbamos ver con cierta claridad quién nos parece el más
indicado o, al menos, el menos malo. Suerte.
Buenas noches.
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