lunes, 28 de septiembre de 2009

Disparates / 2


Y luego está la solemne tontería de la autoridad pública. Pero señora presidenta ¿ha visto usted como tratan los alumnos, por ejemplo, a los policías? ¿Se ha atrevido a preguntárselo? Ellos ya son autoridad y a los alumnos les da igual que lo sean o no. Yo he visto cómo les provocan, de qué manera les toman el pelo, con la facilidad con la que eliminan el espacio que les separa de la autoridad. ¿Pero a qué ingenuos quiere usted engañar? Está usted tan convencida de que vale todo que cree que el mundo entero está de acuerdo con semejante degeneración ideológica y que se va a tragar sin rechistar todo lo que a usted se le ocurra.

Los ignorantes, los engañadores y los interesados tienen en común que siempre están simplificando su visión de la realidad. Lo que es de por sí complejo, y cualquier realidad social lo es, ellos lo reducen a una cualidad o a unas pocas, que son las que les interesan y te presentan esa parte como si fuera el total. Y luego viene el que no está muy avisado, se deja engañar y se lo cree.

El de la educación es un tema muy complejo. Decir que se arregla con tarimas y con títulos de autoridad es o no saber nada de nada, lo cual es ya de por sí peligroso en un político, o tener mala voluntad y querer engañar a los ciudadanos, cosa que seguramente es aún peor. Si no puede dejar la manía de simplificar, ¿por qué no dice que lo que hay que hacer es invertir y salir del fondo de la lista de las comunidades que menos dinero dedican a la educación? ¿Por qué no le echa la culpa a los profesores? ¿Por qué no diseña una campaña para que los padres eduquen a sus hijos? Porque tiene que saber que los profesores enseñan física y química, pero los que educan son los padres. Y si un alumno viene a clase sin la menor noción de lo que es el respeto es porque nadie en su casa le ha enseñado a respetar. Dígaselo a los padres, señora Aguirre. ¿O es que teme que se ofendan y que no le voten? Y si no, ponga más horas de educación para la ciudadanía, que es una asignatura en donde se tratan esas cosas y que los propios alumnos agradecen. ¿Será que usted lo que quiere es amamantar ciudadanos que no piensen, que sean dóciles y que obedezcan, que no tengan criterio, para que cuando tengan que votar se dejen engañar fácilmente por los Aguirres de turno?

La autoridad no se consigue con un título, señora Aguirre. La autoridad hay que ganársela. No viene de arriba abajo. Usted será la señora presidenta y tendrá todos los títulos que quiera, pero la autoridad se la tiene usted que ganar. Como todos. Y cuando usted actúa de la manera que lo hace, no tiene la menor autoridad, señora. Con un poco más de inteligencia o, quizás, de pudor, se daría cuenta. Lo que se le reconoce es una enorme ignorancia y un despiste fenomenal, pero no autoridad. Y un vándalo de los que aparecen por las clases hoy en día, tampoco se la va a reconocer, señora presidenta. Ni a usted ni al profesor.

Son ya muchas las veces, señora presidenta, que ha maltratado a los ciudadanos. Ha insultado a los funcionarios. Toma por tontos a los profesores y a los alumnos. Mantiene a los padres ajenos a la realidad. Y cada vez que se abre usted de neuronas, pare un disparate. Pare ya de parir, señora Aguirre. Déjelo ya.

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