El afán neoliberal es que los ricos no dejen de ser ricos, aunque los pobres sigan siendo pobres.
Lo malo es que hay pobres que se saben pobres y los votan.
Y los pobres que se creen ricos, también.
El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
El afán neoliberal es que los ricos no dejen de ser ricos, aunque los pobres sigan siendo pobres.
Lo malo es que hay pobres que se saben pobres y los votan.
Y los pobres que se creen ricos, también.
El periódica Astorga Redacción ha publicado mi artículo El paraíso. Puedes verlo aquí. En él hablo de lo que cada uno de nosotros pretendemos con nuestros actos y del sentido de la política.
Tras años de no tomar en la consideración que se debía ni la instrucción ni la cultura, se ha generado una masa de personas ignorantes, que, en su individualismo, sólo les interesa lo que les apetece o lo que necesitan. No entienden nada, no saben analizar nada y no se fían de nadie que le ofrezca razones o que les haga pensar. Lo que dicen lo dicen con genio, con odio, como si el mundo fuera algo simple y esa simpleza estuviera estropeada. Son incapaces de ver más allá de lo que les aparece y desean culpar al adversario político, que ellos consideran un enemigo, de todo lo que ocurre.
Esto se manifiesta -yo lo he visto- en los centros de salud. Allí estos ignorantes no quieren hacer cola. Los demás, tampoco, claro, pero ellos reaccionan gritando, echándoles la culpa a los trabajadores y hasta insultándolos y agrediéndolos. Cometen una injusticia, pero ellos no lo saben, porque no son capaces de pararse a pensar en lo que está ocurriendo y en quiénes son los responsables. Jamás admitirán que la situación de los médicos de atención primaria se debe a la falta grave de inversión que el gobierno de la Comunidad de Madrid lleva manteniendo desde hace años. No entienden nada de esto, porque su único criterio es odiar al enemigo, a la izquierda, a los rojos, a los social-comunistas o como quieran llamarlos. El odio les ciega. Son injustos. Son ignorantes. No son demócratas. Hacen el ridículo, pero ni lo saben ni quieren saberlo. Son un problema.
17 de septiembre de 2017
Hace un par de años vi a una chica por el centro de Madrid con un enorme cartel de tela en las manos en el que decía: “Se dan abrazos gratis”. Iba andando por la calle mostrando este mensaje y de vez en cuando alguien se paraba delante de ella, se sonreían y se daban un abrazo. La mayoría pasaba de largo. Si, en lugar de abrazos, hubiese regalado pinchos de tortilla, estoy seguro de que muchas más personas se hubiesen acercado a recogerlos.