Modelo VI
El golfo simpático
El humor puede usarse con mucho éxito, si se sabe hacer, para actuar como un golfo sin que los que no andan por la realidad, sino que la sobrevuelan, lo noten. La táctica consiste en este caso en expresar de forma amable y chistosa todo aquello que el golfo no esté dispuesto a hacer, de forma que, poco a poco y con alguna que otra risita del tonto cooperante, vaya calando entre los afectados la idea de que lo normal no es lo que hay que hacer, sino lo que ha venido diciendo con salero el golfo gracioso que habría que hacer.
Imaginemos que la hora de entrada a la oficina es la de las 8. El golfo intentará con argumentos humorísticos justificar, por ejemplo, que no es tan grave entrar a las 8 y 15, incluso que eso mejorará el tono vital de los trabajadores y, posiblemente, el rendimiento. Naturalmente, la hora de salida será la misma, porque, en caso contrario, empeoraría el tono vital y estaríamos en las mismas.
La figura del golfo gracioso es una de las más destructivas y dañinas con que puede contar un colectivo. Su neutralización exige mucho arte y un cuidado extremo para no salir mal parado en el intento, pues se lucha no sólo contra una golfada, sino contra una situación que a los ojos de muchos puede ser meramente cómica y agradable.
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