He vuelto a ver La piel,
la magnífica obra ideada e interpretada magistralmente por Teresa
Rivera y dirigida por Valeria Alonso. Es una obra seria y,
a la vez, divertida, que capta la atención del espectador desde el
principio, que nos hace pensar y que es intemporal, porque habla de
la muerte y de la vida, del único problema filosófico importante
-que diría Camus-: el suicidio, y del estilo de vida que se
nos va imponiendo a velocidades de vértigo y con el que sale
malparada, entre otras cosas, la piel, la piel exterior y la piel
interior.
La obra está muy bien puesta en escena
y magníficamente interpretada por Teresa Rivera, que sabe
hacer su papel y, además, conectar con el público, al que sorprende
gratamente sin que nadie se sienta forzado a nada.
Posiblemente nadie se quede frío
después de ver La piel. Por poca sensibilidad que
tengamos, el mensaje de la obra nos llama a la conciencia, nos invita
a vivir de una manera más intensa y nos alerta del proceso de
deshumanización, más o menos inconsciente, en el que estamos
sumergidos. Y todo ello con una música espléndida y con un
inteligente sentido del humor.
Queda sólo una oportunidad para ver
esta obra, el próximo miércoles 25 de noviembre, en la sala Nave
73. Si yo pudiera, volvería a verla, pero no va a poder ser. En
todo caso, te sugiero que vayas tú y que no te la pierdas. Te
servirá.
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