Doña Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, condesa de Murillo y Grande de España, asistida fervientemente por su fiel escudera Doña Lucía Fígar de Lacalle, consejera de Educación de la Comunidad de Madrid, han tenido a bien perpetrar la eliminación del Aula de Enlace de mi Instituto y llevarse en la jugada a dos profesores que la atendían. Mi Instituto tiene un alumnado mayoritariamente extranjero y en el Aula de Enlace se enseñaba español a aquellos alumnos que, bien desde el principio o bien a lo largo del curso, llegan sin ningún conocimiento de la lengua. Los cuatro alumnos que había ahora y los que vayan llegando a lo largo del curso o se meterán en clase sin entender nada o se tendrán que ir lejos, a algún lugar en donde los puedan atender.
Tampoco ni la señora condesa ni su fiel asistenta, la consejera, ni toda la corte de cargos y subcargos territoriales han tenido a bien enviar un sustituto para un profesor que está enfermo desde hace diez días y que tiene, al menos, para un mes.
“Es la crisis. No hay dinero”, afirman todos. Pero, en cambio, sí lo hay para financiar una campaña propagandística que, con toda la cara dura del mundo, agradece a los profesores los servicios que prestan.
¿Por qué no se emplea el dinero de esta campaña en pagar a profesores que atiendan las necesidades de los ciudadanos?
¿Hasta cuándo se va a tolerar esa ostentación de demagogia que le dice a los ciudadanos, por un lado, que no hay dinero para profesores y, por otro, que sí lo hay para hacer propaganda electoralista?
¿Dónde están los sindicatos? Porque no somos el único caso, ni mucho menos. ¿Y Tomás Gómez? ¿Ya se escondió otra vez?