MUÑECA
No
es latina ni de raíz indoeuropea, se cree que es prerromana. Primero
significó hito, mojón (S. XI), después protuberancia, y de ahí
pasó a significar la articulación abultada de la mano con el brazo
(S. XIII), después lío de trapo, y ya muñeca de jugar (1400).
Puede estar relacionada con moño
y muñón,
y con el euskera muño,
colina. Muñeca articulación y muñeca juguete son en
gallego-portugués pulso
y boneca
(¿están relacionadas boneca y muñeca?), en catalán puny
y nina,
y en euskera eskumuturra
(literalmente la punta del brazo) y panpiña.
Muñeca
es, pues, una palabra aislada en nuestra lengua, sin parentesco claro
con el resto, ni siquiera con las de nuestro entorno.
MANO
Del
latín manus-us.
Ya escribí sobre la mano (11-IV-14). Tenemos derivados y compuestos
a
mansalva,
porque la mano está presente en la vida y en el habla continuamente
(se dice que la evolución de la mano en los primates va por delante
de la evolución de la caja craneal): de antemano,
manada, lo
que cabe en una mano,
manejar,
tomado del italiano, manivela,
tomado del francés, manecilla,
manual,
a
mansalva,
manojo,
mandoble,
mamporro,
mantener,
maniatar,
manicura,
maniobra,
manufactura,
manuscrito,
masturbación,
amanuense,
manera,
manga,
mango,
manguito,
manopla,
maña,
desmán,
manso,
mastín,
manco,
mancebo,
mandar,
demandar,
encomendar...
Y eso por citar unos pocos.
Mano
en portugués es mâo,
en catalán mà,
y en euskera eskua.
Ezkerra,
el origen de nuestro izquierda, es esku-erra,
mano incorrecta. Así que cada vez que decimos izquierda estamos
diciendo, sin saberlo, el nombre de mano en euskera.
DEDO
De
dígitus,
dedo en latín. La evolución hacia dedo
es comprensible para el lector habitual de estas notas. Por síncopa,
normal en la esdrújula dígitum,
se pierde la i breve, >
digtum;
por lenición se transforman la i,
u
en sus correspondientes abiertas e,
o
(pronúnciese a estilo murciano, con la boca muy abierta), se
transforma la sorda t
en su correspondiente sonora d,
desaparecen la g
ante consonante y la m
final >
dedo.
Procesos como este explican la transformación de muchísimas
palabras en la evolución del castellano. La explicación de dos
palabras de este nivel de dificultad es un punto fijo en el examen de
Selectividad de nuestros chicos de Latín. Derivados de dedo
son dedal,
digitalia,
una flor que se llama así por su forma, y digital.
Digital,
doblete con dedal,
es un término actualmente de gran éxito. Todo lo que sea digital es
muy moderno, aunque aluda a algo muy antiguo, contar con los dedos.
En realidad deberíamos decir numérico, pero hay una especie de
chiste en llamar dedos o dígitos a los números o cifras. Unas veces
a los números corrientes, del 1 al 12 en un reloj por ejemplo, otras
veces aludiendo a la serie de unos y ceros del sistema binario
utilizado por la Informática. La raíz indoeuropea de dedo
es deik,
una importante raíz compartida con dico,
decir,
dicha,
indicar,
adicción,
disco,
sindicato,
juez,
iu-dex
en latín, ius+deik+s,
venganza,
de vindicare,
y muchísimas palabra más.
Los
nombres de los dedos son conocidos: pulgar,
no porque sirva para matar pulgas, sino del verbo latino polleo,
ser poderoso; índice,
también de deik,
porque sirve para indicar; cordial,
porque está en el centro como el corazón; anular,
por llevar el anillo, y meñique,
que, según los expertos, es un cruce entre el portugués menino,
mi niño, y el francés mermellique,
traidor, porque en los cuentos medievales con los dedos siempre
representaba el papel de chivato. El meñique también se llama
auricular,
porque sirve para rascarse la oreja. En serio, el que no me crea que
mire el DRAE.
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