Posiblemente en donde más se concentre
la personalidad de un ser humano sea en sus ojos. Si se da el caso,
en ellos se pueden encontrar unidas la belleza y la elegancia. Los
ojos son, además, una fuente de información privilegiada.
Los ojos sirven para ver y para mirar.
Son dos funciones muy distintas. Cuando los ojos ven, lo que hacen es
recibir sensaciones del exterior, que el cerebro se encarga de
descifrar y con las que podemos identificar lo que encontramos en el
mundo exterior. Se ve siempre de fuera a dentro. En cambio, cuando
los ojos miran, lo que hacen es mostrar a través de ellos la mente
de la persona, su forma de entender el mundo. Es una especie de
desvelamiento, casi siempre espontáneo, con el que mostramos nuestra
alma desnuda. La mirada, que transcurre siempre de dentro a fuera, es
el resultado del juego armónico de los ojos, las cejas, los párpados
y los pómulos, que, en estrecha colaboración con nuestra mente, dan
lugar a una experiencia expresiva como pocas tienen lugar en el
cuerpo humano.
Cuando la belleza formal de unos ojos
se une a la elegancia expresiva de una mirada, la vida se te presenta
ante ti con una intensidad tal que difícilmente podrás hacer otra
cosa que reconocer el carácter sublime de ese momento.
Hay miradas -despreciables- que te
juzgan, que intentan humillarte, que te discriminan, que te evitan o
que te anulan. Sin embargo, hay otras que te abren las puertas del
sosiego y que te invitan a penetrar con un gusto casi sobrenatural en
el jardín de la existencia. Hace algún tiempo, la vida me dio la
oportunidad de contemplar con veneración una mirada llena de fuerza
vital, de ganas de vivir, de generosidad, de cariño, de comprensión,
de sabiduría, de solidaridad y de cercanía. De vez en cuando tengo
la fortuna de encontrar miradas en las que las formas y el contenido
se unen para desnudar con naturalidad el alma de la persona mirante y
descubrir sobrecogido en ellas al ser humano.
Te invito a que mires con nobleza, con
buena voluntad, con limpieza. Que seas tú quien mire. Vivir no es
más que ir modelando y construyendo poco a poco tu mirada, pero eso
es un ejercicio que hay que practicar cada día. Mira bien esta noche
a las personas que quieres, diles con los ojos lo mejor que desees
para ellas y seguro que la paz se apoderará de ti. Llena bien de
cariño la nube y repártela con dulzura. Buenas noches.
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