jueves, 24 de junio de 2010

Cansancio y descanso


En toda vida vivida hay un cansancio físico, y un cansancio de tener que tomar decisiones con demasiada frecuencia, y un cansancio producido por la presencia no siempre agradable de los otros, y un cansancio de la rutina que se nos va instalando en los usos, y un cansancio del intento de hacer real lo difícil, lo necesario, lo imposible, y un cansancio de no sentirse querido, y un cansancio de saberse no comprendido, y un cansancio de tener que explicar tantas cosas tantas veces a tantas personas, y un cansancio de la velocidad a la que la necesidad mata la vida, y un cansancio de que todo valga para cada vez más gente, y un cansancio de los miedos acumulados sin querer, y un cansancio de la mediocridad habitual tan escasamente salvada, y un cansancio de estar siempre tan cansado.

En toda vida vivida tiene que haber un descanso para que lo vivido sea una vida y tenga un sentido consciente. Un descanso que tiene que ser el descanso de cada uno. Un descanso que nos eleve por encima del agobio de lo cotidiano, tan inútil y tan necesario a la vez. Un descanso que no aparece, como el cansancio, sino que hay que buscarlo, que crearlo, que inventarlo.


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