La ideología retrógrada e integrista que se fue generando en la mente de Ratzinger la expuso él mismo hace justamente cuatro años, cuando los cardenales se reunieron en Cónclave para elegir a un nuevo Papa tras la muerte de Juan Pablo II. Tamayo la resume en estos tres puntos:
1. Cree que hay muchos cristianos que han ido dando bandazos desde una postura
ideológica a la contraria: del marxismo al liberalismo, del colectivismo al individualismo, incluso del ateísmo a un vago misticismo.
En mi opinión este argumento muestra claramente el horror al cambio que manifiestan todas las corrientes reaccionarias, dictatoriales y centralizadoras. Piensan que las cosas son de una manera definitiva y precisamente como dice que son los que detentan el poder.
2. Se está imponiendo en el mundo la "dictadura del relativismo que no reconoce
nada que sea definitivo y que deja como última medida sólo al propio yo y a sus
deseos".
Si se critica el relativismo es porque se defiende un absolutismo, con todos los matices que se les quiera añadir a esta afirmación. Esta es la gran vuelta atrás: querer imponer a todos unos criterios universales independientes de la propia cultura, de la propia vida y del propio mundo en el que viva cada cual. Posiblemente sea esta actitud la que más daño haga tanto dentro como fuera de una religión.
3. Lo único que permanece en la eternidad es el alma humana, cuyo fruto es lo
sembrado en ella.
De nuevo, el imperio del alma. El que no sabe nada de cómo funciona la mente, no sólo se inventa el alma como una sustancia más o menos mágica que explica todo lo que no se comprende, sino que le asocia un destino eterno que acarrea la infravaloración del cuerpo.
Estos son los presupuestos ideológicos de Ratzinger y, basándose en ellos, a juicio de Tamayo, ha logrado ofender y enemistar a importantes colectivos étnicos, sociales y religiosos. En efecto:
1. En el viaje que realizó al Brasil en 2007 afirmó que la vuelta a las religiones precolombinas era un retroceso y acusó a los nuevos líderes latinoamericanos de autoritarios y de no actuar de acuerdo con las normas cristianas. A los teólogos de la liberación los acusó de defender ideas erróneas y terminó condenando al teólogo hispano-salvadoreño Ion Sobrino.
2. Enfadó a otro grupo social importante, el de los judíos, que son unos 13 millones, y lo hizo al readmitir en le Iglesia al obispo ultraconservador Richard Willianson, bien conocido por negar el Holocausto.
3. En 2006 logró enemistarse con los musulmanes, unos 1.300 millones. Alineándose con las tesis de Bush, afirmó que Mahoma no trajo más que males a este mundo y vinculó a Alá con la violencia y con la irracionalidad, nada menos.
4. Las recientes declaraciones en contra del uso de los preservativos ha puesto en su contra a muchos africanos -hay 856 millones de personas en ese continente-, incluso al parlamento belga, que ha pedido a su gobierno que condene tales declaraciones.
5. Puede fácilmente imaginarse cómo quedaron los protestantes -650 millones- y los cristianos ortodoxos -250 millones- cuando en un documento de julio de 2007 declaraba que la única Iglesia verdadera era la católica, calificando a las Iglesias ortodoxas de imperfectas y negando la condición de Iglesias a las protestantes.
6. Por último, dentro de la misma Iglesia católica, su intento es el de volver a las misas en latín. Con el levantamiento de la excomunión de los elementos integristas
pertenecientes a la Fraternidad de San Pío X, encabezados por monseñor Lefebvre,
lo que ha hecho no es más que alinearse con las tesis integristas, dándole la espalda a cualquier movimiento de renovación y de actualización dentro de la propia Iglesia.
Si todas estas fueran consignas encaminadas a que los católicos encauzaran sus vidas con estos criterios, estaría mal, pero quedaría el recurso de pensar que allá cada cual con lo que cree y en quién cree. El problema viene cuando esta ideología se quiere presentar como la única y como la verdadera y se pretende impedir que los que no están de acuerdo con ella puedan organizar su sociedad con criterios democráticos. Esto es lo que convierte a este Papa en un elemento destructivo para la sociedad. Qué lejos queda el mensaje evangélico y la figura, en tantos aspectos admirable, de Jesucristo de esta ideología integrista y deshumanizadora.
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