Tal día como hoy de 1955 nació Yo-Yo Ma.
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El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
Oímos a la ultraderecha y a la derecha ultra que están en contra de la ley de eutanasia, y de la ley del aborto, y de la subida de las pensiones y los sueldos, y de subir los impuestos a los más ricos, y de mejorar los servicios médicos, y de favorecer el derecho a la vivienda de los más vulnerables, y...
¿En nombre de qué defienden estos disparates? No parece que sea en nombre de la democracia, puesto que estas leyes han sido aprobadas o pretenden serlo democráticamente. Podría pensarse que quizá fuera por cuestiones religiosas. Pero un católico, por definición, no debe ir contra su Papa, y estos que hablan así no tienen inconveniente en criticarlo, incluso en llamarlo despectivamente “ciudadano Bergoglio”. Por otra parte, tampoco destacan por que sus actos se adapten mucho al Evangelio. Muy creyentes parece que no son, y no parece que sea la religión la que les mueva a decir y hacer estas cosas que van tan en contra de los derechos de tantos ciudadanos. Si no es por cuestiones políticas ni por cuestiones religiosas, ¿qué es lo que mueve a la ultraderecha y a la derecha ultra a actuar así?
Lo que les mueve a ir tan claramente contra el bienestar de los ciudadanos, contra las leyes democráticamente aprobadas y contra todo lo que sea menester es, en mi opinión, la economía. La economía suya, que es una economía egoísta, salvaje, excluyente de los demás, embaucadora, mentirosa, que, por ejemplo, a un señor que se dedica, con tres o cuatro más, a pintar casas, o que tiene un taxi, les hace creer que son equiparables a los grandes empresarios, y que tienen que pensar y actuar y votar como ellos. Pobres de quienes les sigan el juego a esta gente sin alma. El único criterio con el que miran la ultraderecha y la derecha ultra es el de su propia economía, no la de los ciudadanos. Ahora, cuando el Gobierno intenta garantizar el acceso a una vivienda de los más vulnerables, hablan de ¡la libertad de los dueños de pisos para subir los precios! Jamás piensan en los ciudadanos. Desean el poder, necesitan el poder, pero para hacer leyes que les beneficien a ellos, que les aporten beneficios, aunque sea a costa de rebajar sueldos, rebajar pensiones, rebajar servicios públicos, rebajar prestaciones y hacer malvivir a los demás para que puedan vivir bien ellos. Si quieres entender lo que pretenden estas derechas españolas, tan poco europeas, tan antiguas y tan embrutecidas, deja de mirar banderas e himnos, olvídate de procesiones y de clérigos, no escuches sus promesas, no caigas en sus trampas: obsérvalos solo desde el punto de vista de su propia economía, de sus exclusivos intereses. Sólo así los entenderás.
De lo que se trata fundamentalmente es de aprender, de no dejar nunca de aprender. Nos va en ello la juventud, el bienestar y la vida buena.
Aprender implica dos artes: la de aprender y la de enseñar.
El arte de aprender consiste en mantener viva la llama que nos impulsa a querer aprender, y la actitud mental abierta, que busca comprender antes que juzgar, y crecer en lugar de destrozar las ideas del otro.
Cualquier momento y cualquier lugar son buenos para aprender y para enseñar.
El arte de enseñar es aún más difícil, aunque posiblemente menos duro que el de aprender. Enseñar conlleva saber bien lo que se quiere expresar; también saber bien escuchar; conocer las actitudes del que va a aprender, sus circunstancias, las características de su situación; saber alternar la crítica racional de lo que hay con los valores que podrían ser útiles en la vida; no ser pesado ni insistente, porque enseñar no es como hacer la publicidad de unos grandes almacenes; y dejar vivir. Antes hay que mostrar con claridad las consecuencias de querer aprender y de no hacerlo. Luego hay que dejar en paz a unos y a otros, a menos que ellos quieran permanecer en alguna nueva tarea.
Hoy es el día mundial de los docentes. En cierto modo, todos somos docentes.
Aquella mujer tenía unos bellos ojos grandes, negros, resplandecientes. Sus labios, igualmente bellos, eran moderadamente carnosos y dominaban la parte inferior de su rostro. Se podría decir que aquella era una mujer guapa. Sin embargo, de aquellos ojos tan llamativos emanaba una mirada colmada de resentimiento, de odio al mundo. Y, cuando hablaba, los mismos sentimientos que afeaban su mirada aparecían en sus labios, que se torcían y arqueaban, como si se pusieran al servicio de lo zafio y de lo vulgar. ¿Era aquello belleza?
Lo que llamaba la atención de aquella otra mujer era lo equilibrado de las formas de su cuerpo, que ella hacía resaltar con naturalidad mediante su vestido. Aquel cuerpo generaba una sensación de agrado y de armonía. No era necesario asociarle ningún componente sexual, bastaba solo el estético. Pero aquella mujer no estaba cultivada. Por su manera de hablar parecía que escupía palabras, lanzándolas al aire con una violencia que les dotaba de una extraña fuerza innecesaria e improcedente. Eran palabras sin demasiado sentido, con frases mal construidas, no fáciles de entender, que encerraban demasiados disparates y excesivas ordinarieces. ¿Era aquello belleza? ¿Era bella aquella mujer?
Aparecieron luego otras dos mujeres. Una de ellas era bastante gruesa; la otra, extremadamente delgada. Sus cuerpos sugerían una alimentación poco racional en ambos casos, en una, por exceso, y en otra, por lo contrario. Por los temas que trataban en su conversación y por la manera en que lo hacían, daban a entender que eran personas instruidas, amantes de lecturas interesantes, que gozaban aprendiendo y que, con lo que decían, hacían pensar. ¿Eran bellas aquellas dos personas? ¿Estaría, quizá, la belleza más en la inteligencia que en el cuerpo?
Había por allí también hombres. Se nos ha acostumbrado a buscar la belleza en las personas del otro sexo, pero ¿tiene que estar asociada la belleza a un sexo o a otro? ¿dónde hay que buscar la belleza? ¿en qué hay que fijarse para encontrar la belleza? ¿hay alguien capacitado para dictar en qué consiste la belleza. Es más, lo que yo me pregunto ahora es ¿qué es la belleza?