El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
domingo, 16 de junio de 2013
Buenas noches. Neoliberalismo
miércoles, 22 de mayo de 2013
Ser tolerantes ¿siempre?
miércoles, 10 de abril de 2013
martes, 9 de abril de 2013
Amor 114
sábado, 12 de enero de 2013
Alguien debería decir... Aceras
sábado, 15 de diciembre de 2012
Lo que se ve. La puerta cerrada
martes, 23 de octubre de 2012
Mirando por la ventana. No ser neoliberal
sábado, 21 de enero de 2012
Todo vale, menos tú
jueves, 15 de diciembre de 2011
Angela de piedra
De vez en cuando la humanidad origina figuras un tanto extrañas que lucen entre sus características la de la terquedad. El siglo XX vio con pesar a la dama de hierro, que se hartó de hacer el bien a una minoría y el mal a todos los demás. Hoy el mundo contempla el comportamiento empecinado de Angela Merkel, que aún no tiene apelativo para la posteridad, pero que parece una dama de piedra. Hierro, piedra ... Esto nos retrotrae a épocas muy pasadas, pero el neoliberalismo no es que mire para adelante precisamente.
viernes, 26 de agosto de 2011
La fe y la economía
domingo, 10 de julio de 2011
La dignidad intacta de Leire Pajín
viernes, 18 de febrero de 2011
Neoliberalismo
Yo voy a lo mío.
Tú vas a lo tuyo.
Él va a lo suyo.
Nosotros vamos a lo nuestro.
Vosotros os buscáis la vida.
Ellos, que se jodan.
miércoles, 26 de enero de 2011
Sin escrúpulos
lunes, 15 de noviembre de 2010
El cocinero neoliberal
martes, 29 de junio de 2010
Lo normal
Me imagino que el anuncio de La Casera que oí por la radio estará ligado al spot que ha hecho Guillermo Fesser para la televisión y, quizás también, para el cine. Pero en la radio sale en carne viva y va directo al grano. Algo así como “ya que te dedicas a robar, roba La Casera”. Te puedes imaginar que me quedé de piedra la otra mañana, recién levantado, cuando oí el mensaje exponiendo con toda naturalidad la propuesta del robo.
A los pocos minutos querían vender coches de Ford e invitaban a ir a los concesionarios de la marca porque se habían convertido en paraísos fiscales. Posiblemente el spot intentara tener un poco de humor, pero tan dudosa era la gracia que ofrecía que casi no se atisbaba más que el reclamo de que habían hecho una rebaja en el precio de los coches
Creo que no tienen en cuenta estos negociantes que lo que ellos emiten con naturalidad, el oyente lo encaja con la misma naturalidad y termina siendo normal para él acudir a un paraíso fiscal, robar o lo que se le ocurra al anunciante para llamar la atención y rendir culto al Negocio.
Este país se está tiñendo de una ordinariez neoliberal insoportable.
martes, 9 de marzo de 2010
Ordinariez
Cada vez la gente tiene menos normas sociales y las pocas que le quedan no sabe por qué debe cumplirlas. Quizás esto sea lo más grave. El neoliberalismo va poco a poco prendiendo en estos seres antropomorfos empapados de ordinariez.
jueves, 24 de septiembre de 2009
Préstamos / 3
¿Que los niños chulean, insultan, agreden a los profesores? Qué tragedia..., ¿dónde lo habrán aprendido?Es raro, ¿verdad?, en un país donde columnistas, presentadores y tertulianos de radio y televisión, políticos -desde líderes al último mono corrupto municipal- de partidos constitucionalistas y de apocalípticos, y una creciente y preocupante masa espesa y municipal no cesan de insultar todos y cada uno de los santos días al presidente del Gobierno y a todo el Gabinete, especialmente si se trata de mujeres; a las instituciones del Estado, desde el Tribunal Constitucional a la fiscalía; a los cuerpos de la Seguridad, al Ejército (¿cuántas veces lo han tildado de ONG?). Incluso los conceptos -igualdad, dependencia, memoria histórica- son objeto de esta lluvia inclemente de epítetos, descalificaciones, ofensas, ultrajes, escarnios.
Estos chavales del demonio, pues, ¿dónde habrán aprendido esos modales desabridos para con sus maestros?
Es culpa de las leyes educativas socialistas, nos aclaran raposas y sicarios...
Seguramente.
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jueves, 3 de julio de 2008
Ya se acerca el triunfo final (I)
Antiguamente a la mierda se la denominaba el mal, pero esto no era más que una estrategia propia de gente leída para huir hacia la estratosfera metafísica, tratar allí muy inteligentemente el problema y dejar mientras tanto aquí abajo la verdadera mierda pudriéndolo todo. No vamos a hablar, por tanto, del problema del mal, sino de la existencia real de la mierda.
Los desastres que produce la mierda no parece que tengan, ni mucho menos, solución. No obstante, de la misma manera que se hace con cualquier otra realidad, se debe tomar conciencia de la existencia de la mierda, analizarla y tratar de prever sus calamitosos efectos. Tras lo cual, seguramente no quede otro recurso que el de una huida condenada al fracaso.
Una primera aproximación al análisis de la mierda nos llevaría a distinguir entre la mierda social y la mierda humana. Ambas están profundamente relacionadas entre sí, no en vano la primera es hija predilecta de la segunda, de la cual emana.
Si desplegamos el catálogo de presentaciones de la mierda social, nos encontramos en primer lugar con la mierda comunicativa, en donde la televisión ocupa el lugar del producto estrella. Desde este punto de vista, la televisión puede ser considerada como un fractal, ya que tanto en su totalidad como en sus partes tiene la misma estructura: es mierda de altísima calidad.
Luego, nos topamos enseguida con la mierda medioambiental, con una amplia gama de precios y modelos. Algunos de estos tienen la sorprendente cualidad de ser invisibles a distancias cortas, detectándose muy bien, en cambio, desde lejos. Hay modelos que incluso, aunque no los veas, te afectan a los ojos y te hacen llorar. La mayoría de ellos te enferman y, aunque no siempre lleguen a matarte, se vuelven contra ti e incrementan tu dotación de mierda humana.
En las páginas centrales del catálogo hallamos la mierda política, con una enorme panoplia de variantes, enmascaradas todas ellas con llamativos e ingeniosos eufemismos: así, a los contratos de mierda para trabajar de mala manera y cobrar poco se los llama contratos basura; a los dormideros de mierda se los califica de infraviviendas; a la mierda de vida hipotecada hasta la muerte de tus herederos que producen los precios de mierda de las viviendas, en donde un ladrillo de mierda cuesta igual que un lingote de oro, se la denomina especulación o, más dulcemente, liberalización del suelo; a la mierda de trato que se le da a los enfermos en ambulatorios y hospitales se le designa como listas de espera o también saturación; a la mierda de educación, cuya responsabilidad se quiere endosar en exclusividad a los profesores, pero en la que colaboran con igual intensidad, por acción u omisión, los padres, la televisión, los dirigentes, los votantes, la legislación y los propios alumnos, se la califica de fracaso escolar; a la mierda de condiciones de inseguridad en las que trabajan los obreros se le endosa el tétrico apelativo de siniestralidad laboral; a la manera de resolver los problemas tarde y mal, dejando todo el tiempo posible para que la mierda haga un poco más de efecto, se le atribuye el término técnico de burocracia; a la creación de mierda bajo la forma de una estructura económica mundial, que permite que se incrementen los beneficios de unos pocos a costa del empobrecimiento cada vez mayor de todos los demás, se le llama globalización; a algunos de los seres que se dedican a la cosa pública y que se caracterizan por su incapacidad, su inmoralidad, su afición por la mentira, su torpeza, su afán por sobrevalorar, sin importarles que se note demasiado, el interés propio por encima de cualquier otro y por la concentración que muestran de múltiples variantes de la mierda, se les llama neoliberales.
La segunda parte del catálogo de la mierda social la ocupa la mierda ociosa, formada por todo un conjunto de artefactos tecnológicos destinados a matar el tiempo, es decir, a matar la vida. Nos encontramos aquí con la mierda de las consolas, la mierda de los reproductores de música con auriculares, la mierda de los juegos electrónicos, la mierda de los teléfonos móviles y, en fin, toda la serie de cacharros de mierda que, a través de pantallas y de teclas, sirven para fomentar el aislamiento estéril, el ensimismamiento empobrecedor y el individualismo deshumanizante. El sentido de los productos de la mierda ociosa no es otro que el de que los consumas y los uses hasta el abuso, cuantas más horas mejor, hasta que adquieras el hábito de olvidarte de que existen los demás y, sobre todo, de que tú mismo existes y de que tienes que vivir. La mierda ociosa es capaz de entronizar cualquiera de sus aparatos y de convertirte a ti en un súbdito inconsciente. Esto explica situaciones tan estúpidas como la del que se pone a hablar por el teléfono móvil en mitad de la calzada, sin la menor conciencia de que por allí pasan coches, o lo usa conduciendo, o la del que se va a un concierto, o al teatro o a clase con el mismo artefacto conectado, o la del que se pasa horas y horas de chateo, contándole sinsustancias a un desconocido, o la de esos aprendices de cretinos que emplean desconsoladamente su tiempo en luchar contra una consola.
La contraportada del catálogo la ocupa la mierda alimentaria. Se incluye aquí la mierda que los panaderos, carniceros, camareros y demás expendedores de alimentos tienen en sus atuendos y en sus manos, con las que tocan la mierda del dinero y con las que luego te dan el pan, te cortan el filete o te ponen un cubito de hielo en el vaso. También pertenecen a este apartado las altas concentraciones de colesterol disimuladas bajo las variadas formas de la mierda de la pastelería industrial. Y no se pueden omitir la mierda de las bebidas de garrafón, misericordioso procedimiento por el que se intenta evitar que los pobres y los jóvenes sufran mucho tiempo, procurando que lleguen cuanto antes a su meta final. Por último, para no confundir el catálogo con un inventario, se reseña la mierda de la comida rápida, peste en la que la hamburguesa sirve bien de ejemplo ilustrativo, ya que se ha convertido en el producto cuya sola mención se ha asociado estadísticamente más veces con la mierda.