Es indudable que la música forma parte intrínseca de la cultura y la historia de la civilización humana. Basta echar un vistazo a las antiguas culturas para comprobar cómo el hombre ha utilizado los materiales que han estado a su alcance para producir música con distintos fines. Desde los raspadores de maduras y las pequeñas púas en la Prehistoria, hasta las dos flautas de hueso en la cueva Geibenklösterle en Alemania; los litófonos de doce cajas en la Antigua China; las arpas en Mesopotamia, utilizadas en actos de culto, pero también como símbolo de guerra; el laúd y el sistro en el Antiguo Egipto, reservado solamente para los sacerdotes; o un tipo de tambor especial, el tympanum, en la Antigua Grecia, utilizado especialmente en festivales y representaciones teatrales...
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