Dentro de un rato probablemente se pare
la vida y los ciudadanos acudan en masa a situarse delante del
televisor. Presenciarán uno de los múltiples acontecimientos únicos
del siglo: el partido de fútbol entre el Barcelona y el Madrid. Sin
duda, es una buena ocasión para ver un ejemplo de estrategia, de
técnica, de arte colectivo y efímero, de generación de belleza
para quien sepa disfrutar con ella.
Pero sospecho que pronto
aparecerán las banderas, las de tela y las mentales, y toda la
belleza que surja en el campo de fútbol será emocionalmente
sustituida por el deseo de ganar, por la necesidad vital de que venza
mi equipo sobre el adversario, que, una vez más, se habrá convertido en
el enemigo. En este país nos estamos acostumbrando con mucha
facilidad a destrozar la estética para que aparezca la indispensable
victoria de los nuestros. Los otros son necesarios para que haya
partido, pero lo importante, lo imprescindible es que ganen los míos,
aunque sea de penalty injusto en el último minuto.
Esta noche
veremos casi todos por televisión una metáfora de lo que es España.
Buenas noches.
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