jueves, 28 de julio de 2011

MI callejón




Hay un callejón estrecho. Sus paredes tienen a ambos lados un buen número de cierros. Son como balcones cerrados por una verja de hierro y por cristales que aíslan el espacio hasta el dintel de la puerta. Tras los cristales, unas cortinas preservan el interior de la casa de las miradas externas y permiten al que vive en ella mirar a su capricho al que pasa por allí.

Cada día, a la misma hora, me desnudaba de todo lo que no soy, pero que era mío, y me salía a pasear por el callejón. Iba despacio, muy despacio. Unas veces con carteles de letras, otras con músicas en la maleta y otras con fotos que exponía en una pancarta sobre mí.

No solía haber nadie en el callejón, pero yo sentía las miradas detrás de las cortinas. Los ojos desde las casas no me miraban a mí, sino a lo que llevaba, como cuando se ve la televisión, que no se ve la televisión, sino lo que aparece en ella. Yo era como un fantasma desnudo que echaba carnaza en el callejón para que los ojos de los cierros completaran su rutina.

Un día me paré en mitad del callejón. Dejé el cartel en el suelo, levanté los brazos y grité: 
¡¿para qué?! 
Los hilitos entre las cortinas que permitían al ojo ver lo de fuera se cerraron de golpe ante la inesperada novedad. Nadie contestó. El silencio se hizo espeso, aunque la frecuencia de los latidos se hizo notoria en el callejón. Yo tomé mi cartel y seguí mi camino, pero al día siguiente me planteé la conveniencia de ir o no ir a pasear por el callejón. Decidí volver. Tomé mi cartel, mi maleta y mi pancarta, pero si me hubiesen visto el rostro, se habrían dado cuenta de que yo no era el mismo.

Brazilian Guitar Fuzz bananas

miércoles, 27 de julio de 2011

Letras que hago mías. Cuando conciliar no es una opción


Fotografía tomada de El País 12/7/2011

La mitad de las madres madrileñas ha tenido que dejar de trabajar para cuidar de sus hijos, una interrupción en la carrera profesional que a veces se paga cara

ELSA GARCÍA DE BLAS / MARÍA HERVÁS  -  Madrid 
EL PAÍS - 12-07-2011

Beatriz Rubio está más animada estos días. Espera una llamada, o tal vez dos (si hay suerte): la respuesta a las entrevistas que hizo la semana pasada. Por primera vez desde hace casi tres años, cuando nacieron los mellizos Laura y Jaime, puede que por fin consiga un trabajo.

Esta ingeniera forestal de 35 años ha sido ama de casa a tiempo completo los últimos tres, y no precisamente porque haya querido que así fuera ("me han sobrado los últimos 10 meses", admite). Cuenta que la despidieron de un puesto bien pagado cuando anunció que se casaba, y desde entonces no ha podido reengancharse al mundo laboral. Lo ha pasado mal. "Yo no valgo para esto, es un círculo vicioso en el que dejas de ser una persona interesante", reconoce mientras Laura y Jaime corretean por el salón de su casa, en el barrio de Usera. Jaime juega con una armónica, pero se resiste a hacerla sonar- "aunque sabe, lo que pasa es que lo hace cuando quiere"-.

Al principio prefirió cuidar de los niños, pero cuando quiso buscar empleo le denegaron la plaza en la guardería pública, porque tuvieron en cuenta su última renta, cuando todavía trabajaba. Con los mellizos en casa no había forma de dedicarse a enviar currículums. "Con el trajín que tienen, para que pueda abrir el ordenador..." No miente: Laura y Jaime no paran.

Aunque haya disfrutado de sus hijos ("Y mucho, destácalo, ¿eh?"), Beatriz no eligió ser ama de casa. Al menos no durante tanto tiempo. No es la única. La mitad de las madres madrileñas (el 52%) han tenido que dejar de trabajar en algún momento para cuidar de sus hijos, según una encuesta de Sigma Dos para la marca de artículos infantiles Chicco. Y Madrid es la comunidad autónoma donde más ocurre. ¿Motivos de este fenómeno? Uno es obvio: las guarderías, tanto públicas como privadas, son de las más caras de España (aunque la comunidad tiene también el segundo mayor PIB per cápita, solo después del País Vasco) El estudio apunta como otro factor que muchas mujeres no cuentan con ayudas familiares.

Una guardería pública cuesta en Madrid 179 euros al mes de media, según los datos de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), correspondientes a 2010. Es el segundo precio más caro, solo por detrás del de las guarderías catalanas. En el caso de las privadas, los padres madrileños son los que más pagan de todo el país: 380 euros de media mensuales abona una familia por cada hijo. En los últimos tres años, además, la tarifa de las públicas se ha disparado. Solo este curso, la tarifa mensual ha subido un 8,5%. (...)

A muchas familias-en la región hay dos millones de hogares- les sale más rentable que uno de los dos se quede en casa que pagar a alguien que cuide de los niños. No es algo exclusivo de Madrid, seis de cada diez personas (59,5%) que decidieron el año pasado trabajar a tiempo parcial o dejar de hacerlo para cuidar a sus hijos lo hicieron porque los servicios de atención son "muy caros", según revela la última Encuesta de Población Activa (EPA) del Instituto Nacional de Estadística.

Los servicios, aunque públicos, son caros; pero eso para quienes consiguen plaza, porque el Gobierno regional admite que la escolarización entre 0 y 3 años- que en toda España no es universal y gratuita, - alcanza solo el 50% de la demanda potencial máxima. Sindicatos y profesionales del sector calculan que unas 30.000 familias se quedan sin plaza en Madrid cada año.

Puedes ver el artículo completo aquí.

Nick Cave, Charlie HAden and Toots Thielemans

martes, 26 de julio de 2011

Letras que hago mías. Mi primera vez: Ingles sudorosas.

Todos hemos tenido una primera vez. Y si no la has tenido todavía, la tendrás. Seguro. La primera vez constituye una vivencia peculiar, excitante, iniciática. Tu mundo cobra una dimensión nueva, la vida se abre con más  fuerza ante tus ojos, tu corazón late a una velocidad nueva y una sonrisa profunda y tranquila se instala en tu boca. Es posible que no olvides en mucho tiempo tu primera vez. Maruja Torres la recuerda en este artículo de El País y la cuenta con su reconocida maestría.


Dibujo de Eva Vázquez, publicado en El País.


Mi primera vez
Maruja Torres 


EL PAÍS - 18-07-2011

Caminé por el pasillo. Cuando llegué al cuarto de baño de las chicas escuché sus voces aturulladas. Estaba segura de que a ellas les había ocurrido antes, por eso parecían tan tranquilas, incluso indiferentes. Charlando de sus trivialidades, como si nada.

Aspiré hondo, empujé la puerta y entré, toqueteándome la tripa. Cosa de disimular. Quería quedarme un buen rato encerrada en el WC, haciéndolo. "No me encuentro bien", expliqué, para redondear la coartada. Necesitaba que se marcharan, necesitaba quedarme sola. A solas conmigo.

"¿Has tomado Sal de Eva?". "Una ginebra con menta te aliviará". Callé. ¿Qué sabían aquellas estúpidas, aquellas tontas que venían haciéndolo con regularidad, que ni siquiera le daban importancia a lo que hacían? A mí me temblaban las piernas. Enferma, sí. Pero de emoción. Me dolían los pechos, mis pezones se disparaban contra la blusa de nylon barato, y el sudor manaba de mis ingles como si, verdaderamente, tuviera ese día la visita del mes, y fuera otro líquido lo que fluía.

Pero no, esta era una ocasión gozosa. Esta era la transpiración feliz que mi cuerpo entero enviaba al exterior. Allí, encerrada, sentada en la tapa del inodoro, emitiendo falsos gemidos, aguardé. Astuta, cautelosa. Y con las ingles empapadas. Para entretenerme, imaginé lo que iba a suceder después. ¿Se me notaría físicamente el cambio? ¿Alguien más que yo se percataría de que a partir de entonces iba a empezar a convertirme en una mujer independiente, una mujer que agarraría a cachitos su libertad hasta convertirla en una cerca, en una muralla, en una barricada de la que nadie podría arrancarme?

Poco a poco se marcharon las otras. Les escuché hacer planes, echar risas, criticar a las ausentes. Se habían olvidado de mí. Mejor. Ya en silencio -podía sentir que me había quedado sola en la planta- calculé el tiempo que me quedaba para hacerlo. Por entonces aún no tenía reloj de pulsera y me había acostumbrado a leer el paso del tiempo en los sonidos que escuchaba. No, no me iba a quedar encerrada en el edificio, haciéndolo. Entre otras razones, porque algo así sólo se hace una vez por primera vez.

Relajé mi cuerpo. Abrí las piernas, las extendí -chop, chop, musitaron mis ingles al despegarse-, puse los pies mirando al techo -recuerdo que los zapatos eran de suela dura, baratos- y con delicadeza tanteé la abertura.

No, no iba a comportarme con prisas. Levanté la cabeza y la luz del fluorescente -un único tubo para un aseo de seis servicios-, que me llegaba amortiguada, me pareció única, sensual.

Ensalivé con delectación mi dedo índice y lo pasé por la abertura, que simplemente se ablandó un poco, pero no cedió. Me metí el dedo medio en la boca y lo empapé. De nuevo froté el punto objeto de mis deseos. Se ablandó más, pero tampoco se abrió.

De pronto me puse frenética y utilicé todos los dedos de las dos manos.

Rasgué el sobre. Mi primera paga. Allí estaba. 535 pesetas, 1957.



Brad Mehldau

lunes, 25 de julio de 2011

Como una droga



Hay una clase de listos que dicen tonterías para que los oyentes, a los que cree tontos, les hagan caso y acepten sus consignas. Previamente han entontecido a cuantos más, mejor, acostumbrándolos a la mentira, privándolos de una educación crítica, sembrándoles el odio en lugar de la igualdad, acostumbrándolos a asumir las discriminaciones a las que son sometidos sin que se den cuenta y construyendo así, poco a poco, una clientela de tontos fieles, sumisos, inconscientes y dispuestos a todo con tal de que el listo les salve lo que les queda de vida infeliz. Sólo queda la posibilidad improbable de que el tonto tome conciencia de que el supuesto listo en realidad es un golfo que le está engañando desde que apareció en su vida. Pero esto es algo tan difícil como dejar la droga.

Django Reinhardt


domingo, 24 de julio de 2011

Así es el PP / 2

La caída de un presidente por el 'caso Gürtel' 




EL PAÍS  -  Madrid
EL PAÍS  -  España - 22-07-2011


Los dirigentes del PP reciben cada mañana un argumentario breve con el asunto central del día, para que puedan responder ante la prensa. El de ayer, centrado en la dimisión de Francisco Camps, va incluso más allá de lo que se atrevieron a trasladar algunos dirigentes en sus intervenciones ante la prensa. De hecho, va tan lejos que falsea algunos datos sobre el proceso por cohecho impropio contra Camps. "La acusación está promovida por el Partido Socialista y la fiscalía del Gobierno socialista", llega a decir. Lo cierto es que la investigación inicial, dirigida por el juez Baltasar Garzón, se inició con una denuncia de un exconcejal del PP y fue impulsada por la Fiscalía Anticorrupción, dirigida por Antonio Salinas, que fue nombrado durante el Gobierno de José María Aznar.

"Tras ser archivado, fue reabierto por orden expresa del Gobierno socialista a la fiscalía", insiste el argumentario. Los populares aseguran que María Teresa Fernández de la Vega ordenó a la fiscalía reabrir el caso. Sin embargo, la fiscalía estaba casi obligada a recurrir después de una enorme polémica por un archivo que contó con un voto particular de un magistrado conservador y fue decidido por un juez, Juan Luis De la Rúa, amigo de Camps. Además, fue el Tribunal Supremo, por unanimidad de cinco jueces, y no la fiscalía, quien decidió reabrir el caso en un durísimo auto contra el tribunal de De la Rúa.





El argumentario remata: el ejercicio de responsabilidad de Francisco Camps deja sin discurso al PSOE. El presidente Camps dimite en un ejercicio de responsabilidad y generosidad. "El PSOE debe explicar ahora por qué Bono, Chaves y Griñán no han dimitido todavía. Rubalcaba tiene que explicar por qué no ha dimitido por traicionar a la policía y a la Guardia Civil con el chivatazo a ETA".



Enya

sábado, 23 de julio de 2011

Amy Winehouse: ya

Letras que hago mías: Gerard Mortier / 5




P. Luego está Internet, que ha revolucionado la industria y ha dinamitado el viejo concepto de autoridad.

R. Como ve [dice señalando la mesa de su despacho], no tengo ordenador. No he estudiado el caso de Internet y no quiero sacar conclusiones sobre algo que no he estudiado. Tengo colaboradores más jóvenes que lo usan y sé que la web es fundamental. La Red es un medio que debemos usar, sin duda. La pregunta es, de nuevo, cómo. ¿La autoridad? A finales del siglo XVIII perdió su autoridad la Iglesia; luego, la fue perdiendo el Estado poco a poco. Por eso, los masones y algunos intelectuales, como Goethe, promovieron la elaboración de una ética individual. Para eso debe servir la educación, para formar esa ética. Actualmente la autoridad es el mercado. Y ese es un problema serio. El que tiene el dinero marca el precio y quiere también marcar el valor.

Pero no soy pesimista. Para mí no es importante que la cultura europea sea la más fuerte sino que sus valores sobrevivan. Pero no soy un profeta, debo vivir hoy luchar contra el consumismo y la frivolidad. No podemos cambiar a la humanidad pero sí influir en algunos lugares, no queramos dominarlo todo. En pequeñas células podemos hacer cosas muy interesantes. Es maravilloso ver la emoción de 15 estudiantes emocionados con una pieza musical o con un poema.

Belle and Sebastian

viernes, 22 de julio de 2011

Letras que hago mías: Gerard Mortier / 4

Por su naturaleza, la ópera es un lugar conservador. Y no está mal mientras no se vuelva reaccionario. ¿Y qué es un reaccionario? Pues un conservador que no tiene curiosidad por lo nuevo. Yo entiendo a la gente que quiere conservar valores. Pero conservar bien es también abrir el interés a cosas nuevas. Si no, los valores se marchitan y mueren. Los conservadores no pueden pensar que la ópera es un espacio exclusivamente suyo. Yo tengo una gran fe en la emoción directa. He visto la reacción de la gente cuando hice Tristan e Isolda con Bill Viola. Hicimos 25 espectáculos. Muchas veces el público es más inteligente que los llamados profesionales de la información y de la crítica. ¿Que de 1.500 personas 30 se marchan del teatro? No está mal. También se salían de las primeras óperas de Mozart.

Ornette Coleman

jueves, 21 de julio de 2011

Letras que hago mías: Gerard Mortier / 3




La ópera es un momento de la historia de la música muy conectada con una época. De hecho, es muy posible que no creemos nuevas óperas en 100 años. ¿Es grave? No. La tragedia griega clásica duró unos pocos años. Hoy representamos tragedias griegas pero no las escribimos. Ya no tenemos el paisaje social y político para escribirlas. George Steiner ha escrito un libro magnífico sobre por qué. La ópera es una forma de arte burgués, no aristocrático. La ópera Garnier es el Versalles de la burguesía. Hay formas de arte -la música, la poesía, la arquitectura- que siempre han existido y siempre van a existir. Otras no. Milan Kundera ha escrito mucho sobre la evolución de la novela, por ejemplo. También la poesía épica ha desaparecido. En la ópera hay dos direcciones: una es el divertimento y el virtuosismo, pero eso ya está, y muy bien, en espectáculos como los del Circo del Sol. La otra dirección consiste en revalorizar las emociones a través del canto en un tiempo en el que la emoción se confunde con el sentimentalismo.

Fon Román

miércoles, 20 de julio de 2011

Letras que hago mías: Gerard Mortier / 2




La verdadera democracia no es que todos vean y oigan lo mismo, sino que todos tengan la ocasión de hacerlo. Que el que quiera leer un libro de poemas pueda acceder a él. Que tenga la ocasión de hacerlo y la formación suficiente para apreciarlo. Por eso más que de cultura se trata de educación. Ahí es donde se crea la curiosidad por el arte y donde se deben dar las herramientas para entenderlo.

TD LIND

martes, 19 de julio de 2011

Letras que hago mías: Gerard Mortier / 1






Gerard Mortier, Director artístico del Teatro Real de Madrid, nació en Gante (Bélgica), en 1943, y, tan preocupado por el presente político de su país como por el futuro cultural de Europa, está a punto de cerrar su primera temporada al frente del coliseo madrileño después de dejar su impronta en las principales estaciones del continente. En 1991 sucedió a Herbert von Karajan como director del Festival de Salzburgo, donde pasó 10 temporadas. Luego vendrían la creación de la citada Trienal del Ruhr y la dirección de la Ópera de París. Parece, pues, la persona adecuada para analizar el estado de la cultura en un tiempo en que esta vive su particular revolución industrial.

En el Suplementto de El País que celebra su 35 aniversario aparece una entrevista en la que dice lo siguiente:

Una obra de arte es algo espiritual, quitándole a la palabra toda connotación religiosa. Desde la Revolución Francesa tenemos mucha más democracia -que ha llegado más tarde para las mujeres-, pero la democracia ha sido sobre todo material. En Occidente, las conquistas sociales han humanizado el trabajo, pero no ha conseguido aún que la gente trabaje en algo que le interese. La democracia no ha llegado al espíritu, se ha quedado en el ámbito materialista. Eso se ve cuando vas a Moscú. No me gustaba nada el sistema comunista, pero la educación ha perdido el peso que tenía. Ahora está orientada al beneficio, a ganar dinero. Solo hay que ver los programas de las escuelas y las universidades. El ejemplo más claro es Estados Unidos. Cuando he dado clases de análisis sociopolítico del teatro me he encontrado con estudiantes de 20 o 22 años que no sabían qué era Fausto. Don Juan sí, pero lo confunden con Casanova.