sábado, 18 de junio de 2022

No todos son iguales / 1




 No, no todos los políticos ni todos los partidos son iguales, ni mucho menos. Ese es el anzuelo que lanzan siempre las derechas para que piquen en él los que están menos conscientes de la situación, los que tienen asumido su desconocimiento.

Me parece lógico que esto ocurra, porque hay quienes manejan bien las comunicaciones. Llevamos ya muchos años, décadas, preocupados por la instrucción de los jóvenes, intentando que sepan calcular el área de un triángulo, luego que sepan resolver una integral y, más tarde, que dominen el cálculo diferencial. O que sepan bien los ríos de España o los sistemas cristalográficos, da igual. El caso es que llevamos años, décadas, confundiendo la instrucción con la educación y olvidándonos de esta, tanto en las escuelas como en el seno de las familias.

La instrucción consiste en aprender cosas. La educación -la cultura- estriba en aprender a vivir, en conocer las normas idóneas que hay que seguir para poder vivir todos en una sociedad de manera sana y constructiva; y, también, en conocer los valores, lo que merece la pena de lo que encontramos en una sociedad y lo que no sirve para nada bueno.

El camino para ser, además de una persona instruida, una persona educada, culta, debe comenzar en casa. Ahí deben enseñarnos a comer bien, a ser mínimamente ordenados, a desenvolvernos en la sociedad de manera racional, a darle importancia al respeto, a escuchar cuando habla alguien, a criticar noblemente lo que captamos y a tantas cosas que nos hacen personas educadas, evolucionadas, mejores.

Luego, en la escuela, nos deben explicar el porqué de las normas que hemos aprendido en casa. Por ejemplo, si en casa nos han dicho que no está bien estar en los interiores con la cabeza cubierta por un gorro, en la escuela nos deben aclarar que eso se debe a que el 80 % del calor corporal se pierde por la cabeza, y si en un interior, en donde no suele hacer frío, vas con una gorra puesta, se crea en el pelo un calor que puede pudrir sus raíces. Las boinas puestas en la cabeza casi todo el día eran una fábrica de calvos en los pueblos. O nos deben enseñar por qué se debe respetar a las personas, sin molestarlas ni insultarlas ni negarles sus derechos ni atentar contra su integridad. Y así con todo.

Cuando una persona educada, culta, se enfrenta con el hecho de la política, sabe distinguir a unos de otros, porque es capaz de entender lo que unos quieren y lo que quieren los otros. Pero vivimos una época en la que la educación, en las familias y en las escuelas, está en momentos bajos. Lo que triunfa es el dinero y lo que sea necesario para conseguirlo. Hoy sales a la calle, entras en un teatro, vas a un bar, te metes en un museo o te subes a un autobús y las dos únicas normas que observas, porque la cumplen casi todos, son: una, que cada cual hace lo que le da la gana, y lo primero es lo mío; y, dos, que si a alguien no le gusta o le molesta, que se joda. Parece que la simpleza se ha apoderado de lo que la gente hace, de la música que escucha, de las formas de divertirse, de lo que come y de lo que son capaces de pensar. Por eso, cuando hay elecciones, las derechas insisten en los mensajes simples. Si son diez puntos escritos en un folio, mejor que un cartapacio lleno de medidas. Total, es posible que no se lo lean, porque tienen en sus mentes el enorme prejuicio de que todos son iguales. Y no todos son iguales. Puede que haya políticos que tengan fallos, porque ninguno es perfecto, pero iguales no son. Y, mucho menos, lo son los partidos.

(Continuará)

Jürgen Habermas. El Calendario de Pensadores y Pensadoras de Bautista. 18/ 6/ 2022



Tal día como hoy de 1929 nació Jürgen Habermas


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viernes, 17 de junio de 2022

Valorar




Probablemente no puedas valorar muy alto a quien, pudiendo elegir, se sienta en el mejor sitio y escoge la mejor tajada. 

Cualquier cualidad positiva pasa por la generosidad.

Julián Marías. El Calendario de Pensadores y Pensadoras de Bautista. 17/ 6/ 2022



Tal día como hoy de 1914 nació Julián Marías


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jueves, 16 de junio de 2022

Breve historia de una vida




 
Le pusieron delante el modelo de vida que les interesaba, con un chalecito adosado e hipotecado en las afueras, en una urbanización con piscina que creyó que era su parcela en el paraíso, y un coche grande, enorme, todoterreno, para poder visitar una finca que no tenía, pero que en cuanto se instalaba en él, sentía que estaba sentado en su propio trono.

Con esas dosis de anestesia en la mente lo habían expulsado de la ciudad, en donde su cercanía no era agradable para ellos. Como mucho, le concedían que volviera para hacer compras, a dejar dinero, a beber y a divertirse. Antes ya le habían privado de cultura, sobre todo para que no practicara el difícil arte de pensar, no fuera a darse cuenta de lo que le estaba ocurriendo. Ellos sí se quedaron en la ciudad, en buenas casas rodeadas de buenos restaurantes y con buenos servicios.

Lograron que se sintiera único, el mejor, un triunfador, y que se adornara con deudas varias durante años. A la vez, extrañamente, consiguieron que se considerara rico, importante, aunque en realidad fuera un empleado esclavizado y sobreexplotado más, incluso que se creyera un empresario, una especie de Florentino en pequeño, o lo que su imaginación o su frustración, empujadas por el cebo que le habían mostrado, le hicieran creer.

Una vez instalado en su cárcel, que él confundía con su paraíso, y separada su existencia y sus circunstancias de las del resto de seres humanos que le acompañaban en el viaje, se identificó con sus amos, con quienes le manejaban en su absurda ceguera, con quienes le engañaban para hacerle creer que era un rico triunfador, cuando no era más que un pobre ser obligado a trabajar lo necesario y más, endeudado y, a lo sumo, con unos ahorrillos casi improductivos.

Pronto comenzó a alabar a quienes le querían convencer de que era libre, aunque en realidad fuese un esclavo con gruesas cadenas invisibles que, gracias al caduco e inhumano sistema económico imperante, le ataban a su trabajo o, incluso, a su paro, a su sueldo, quizá mísero, pero que él creía que era una fortuna. Ensalzaba a quienes le amarraban a su rutinaria y dura vida, la mejor de las vidas posibles, según él, porque no tenía otra. Elogiaba a quienes le habían sumido en el individualismo y en el egoísmo, que le proporcionaban una soledad que él consideraba que era el estado natural de la existencia. Echaba flores sin parar a quienes le habían instalado en la cabeza los más inhumanos prejuicios contra los otros, contra casi todos. Él los había aceptado, se los había creído y se había embrutecido con naturalidad, sin que fuera consciente de su proceso.

Y entonces sucedió el gran acto suicida de su existencia: en las elecciones comenzó a votar a sus amos, a aquellos que le ofrecían unos magníficos buñuelos rellenos de nada, a quienes le quitaban los servicios públicos que él, sin enterarse, pagaba con sus impuestos, a quienes le amarraban a su triste existencia con unas pesadas cadenas que él no veía, pero que estaban ahí, presentes y eficaces. Votó a quienes le hacían creer que era lo que no era, a quienes, sin que él lo advirtiera, le habían instalado en su mente las mentiras que más le interesaban a ellos para mantenerlo con supuestos ideales, con un falso sentido para su vida que le impidiera tomar conciencia de lo que realmente estaba haciendo. Así se fue haciendo poco a poco racista, xenófobo, machista, intolerante, fascista, mezquino, egoísta y retrógrado. Y, sobre todo, le introdujeron en su vida uno de los más inhumanos sentimientos que se pueden tener: el odio a todo lo que no fuera lo que pregonaban sus amos.

En su juventud había oído que el amor lo podía todo. Ahora practicaba la máxima de que el odio gana cualquier batalla. La vejez llegó y lo encontró en una soledad no asumida, sin aficiones constructivas, sin entretenimientos sanos, con bastante menos ahorros de los que había tenido, porque había tenido que pagar la educación privada, la sanidad privada, el plan de pensiones privado, el chalé y los coches, pero con una hoguera en el alma de solitario que le hacía odiar casi todo lo que existía. Nunca llegó a odiarse a sí mismo, que quizá hubiese sido la única manera de que se diera cuenta de su situación.

Un día se murió, y solo entonces se liberó de su esclavitud y de su ausencia de humanidad, pero a esas alturas ya no tenía tiempo para vivir.

Joseph Butler. El Calendario de Pensadores y Pensadoras de Bautista. 16/ 6/ 2022



Tal día como hoy de 1752 murió Joseph Butler


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Los jueves, músicas nuevas. Jamie XX

 



JAMIE XX, el DJ y productor londinense, ha vuelto, después de dos años de silencio, con este ritmo que va a ser lo más “cool” en las pistas de baile del próximo verano.

miércoles, 15 de junio de 2022

Esa luz lejana



 

Lo ideal. Lo sano. Lo bueno. Lo justo. Lo deseable. Todo eso sería que, desde el nacimiento hasta que un ser humano alcanzara su madurez, sintiera en lo profundo de su vida que alguna persona, al menos, se preocupara por que fuese feliz. Y, también, por que se diera cuenta de que el sentido de la vida no se encuentra acaparando cosas sin límites, ni bajando al pozo del egoísmo, ni ensanchando la mancha de la codicia, ni practicando el bruto vicio del odio, ni impregnando la vida de ignorancia, sino mirando esa lejana luz que se enciende cuando procuramos hacer felices a todas las personas que nuestra limitada humanidad nos permite.

Gotthard Günther. El Calendario de Pensadores y Pensadoras de Bautista. 15/ 6/ 2022



Tal día como hoy de 1900 nació Gotthard Günther


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martes, 14 de junio de 2022

Desprecio



 

No puede haber democracia sin que los ciudadanos cumplan las leyes aprobadas en los diversos Parlamentos. Además, cualquier ciudadano que tenga alguna responsabilidad pública, por pequeña que sea, no solo debe cumplir la ley, sino que debe hacer que las leyes se cumplan.

El desprecio por las leyes y el afán de que cada uno haga lo que le dé la gana -eso que alguna portadora del síndrome de la ignorancia permanente y sus interesados súbditos llaman libertad- es lo que está convirtiendo a España en un país cada día más inculto, y a su sociedad en fascista, aunque parte de sus miembros solo se enterarán cuando les lleguen las consecuencias. Ahora están alegremente tomando cañas y estropeándose la mente con la televisión.