jueves, 2 de diciembre de 2010

Escrituras

Observo lo que escriben los amigos y compañeros en la red. Casi todos hablan de economía y de política. Todos tienen, además, afanes por cambiar el mundo para hacerlo más justo, más igualitario, más humano. Yo participo también de este interés, pero, por algún motivo que no termino de saber bien, creo que hablo más de actitudes, de estilos de actuación, de lo que ocurre por el interior del hombre que actúa en economía y en política. Quizás hable más de ética.

Tienen más éxito de lectores ellos que yo.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Frutos de este siglo / 2



¿Qué es lo que no querrá oír con los auriculares puestos todo el día en los oídos?

martes, 30 de noviembre de 2010

Distinción



Viajo en tren en el mismo coche que Antonio Gala. Sube al tren y entra en el coche con mucha prestancia, vestido de forma distinta a todos los demás, con el bastón, con un traje perfecto y una corbata perfecta. No lleva abrigo, sino un poncho tejido con lana y adornado en sus bordes con una especie de tirilla como de encaje. Mira con una mirada distinta a las del resto de pasajeros. Tiene una cadencia distinta en el andar, un porte distinto. En el coche vamos Antonio Gala y los demás. Me pregunto por el sentido de esa distinción. ¿Será más feliz así?

lunes, 29 de noviembre de 2010

Frutos de este siglo / 1



¿Cómo le irá a éste en el colegio? Me está costando una pasta enorme. A ver si una noche de estas lo despierto y que me lo cuente.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Débiles



Hay quienes no quieren que entren en su mundo los que valen, para que no se vean ni su ignorancia, ni su ineptitud, ni su estupidez. No se dan cuenta de que, al menos, esto último se les ve a leguas. 

jueves, 25 de noviembre de 2010

Día contra la violencia de género




La violencia de género es la que ejercen los hombres sobre las mujeres en nombre de una supuesta superioridad que aquellos creen tener. No es, por tanto, violencia de género la que eventualmente puede practicar una mujer sobre un hombre, porque no es real que las mujeres vayan haciendo ostentación pública de ninguna superioridad sobre el otro sexo.

Se llama de género porque la supuesta superioridad del machista la ejerce imponiendo unos modelos sociales, los géneros, que le reservan a él los papeles más importantes y decisorios en la sociedad, mientras que las mujeres deben limitarse a los roles más irrelevantes y siempre al servicio de los hombres. Así, el género masculino será el dominante, según los machistas, mientras que el género femenino será el propio de las dominadas.

La violencia de género es la consecuencia de un proceso de discriminación, de un deseo de tratar de forma desigual a los que son iguales. Toda discriminación responde a un interés y, en el caso de la ideología machista, éste consiste en tratar de tener en casa una especie de esclava al servicio del hombre, a la que se le pedirá toda clase de servicios y a la que se castigará hasta la muerte si no responde convenientemente a las expectativas.

Detrás de la violencia de género está un tremendo prejuicio en el que cree interesadamente el machista: que lo masculino es superior a lo femenino y que los hombres tienen más derechos que las mujeres. Como todos los prejuicios, éste no está fundamentado y no es más que la excusa que usa el machista para justificar su pretendida superioridad.

Conviene estar bien atentos, sobre todo las chicas, a los primeros síntomas de prácticas machistas, como suelen ser el prohibir determinadas vestimentas, el control de las llamadas en el móvil, la decisión sobre las amistades o los horarios y los detalles que quitan la libertad en la vida cotidiana de la mujer. Deben cortarse desde un principio estas prácticas porque el riesgo de que acaben en violencia de género es más que evidente.

Cualquier ser humano sensato y consciente de lo que representa su humanidad debe ejercer y exigir que la vida se base en el principio de igualdad: todos somos diferentes, pero iguales. Diferentes en el aspecto físico e incluso en la manera de pensar, pero iguales en derechos y sin que quede justificado ningún tipo de discriminación.

No a la violencia contra las mujeres.


miércoles, 24 de noviembre de 2010

Orgasmos


Nunca he tenido un orgasmo en un colegio electoral. Lo siento. Mi proceso de apertura de mente no ha llegado a las cotas necesarias para poder ponerme a echar resoplidos placenteros delante de la gente, especialmente de esos que en los días de elecciones van armados de papel y bolígrafo y van apuntando todo lo que pasa por la mesa, y de esos otros que no dejan pasar una y que intervienen en todo lo que ocurre ante la posibilidad de que alguien quiera variar la voz del destino. El caso es que como no soy catalán –parece que los catalanes son más sensibles a tales prácticas- ni me sale en las citadas circunstancias, me voy a quedar sin experimentar el correspondiente orgasmo democrático cuando me toque hacer el acto de penetración de la papeleta en la urna.

Sin embargo, algo de emoción profunda sí que me produce a mí el hecho de ir a votar. Es la vivencia de la igualdad. Puede haber allí una señora vestida de Arquitectura Humana, de Carolina Herrera o de Carrefour, o un señor con una camisa con un cocodrilo en el pecho o con una camiseta adornada con dibujos estridentes. Da igual. Cada uno de ellos vale un voto y, en principio, todos los votos son iguales. Es como cuando vas a una playa nudista en la que te das cuenta de que no somos más que seres humanos a los que nos gusta escondernos detrás de disfraces habituales. La igualdad me parece a mí más profunda y más emocionante que la libertad.

Me gusta la igualdad que se puede vivir en unas votaciones, aunque enseguida el optimismo se suele torcer, en cuando te das cuenta de que muchos de los que están allí votarán a los que luego nos van a desigualar y van a terminar perjudicando al propio votante, que seguramente andará pensando en otros orgasmos mucho menos trascendentes y más fáciles de obtener.





martes, 23 de noviembre de 2010

Ante la información



Estoy convencido de que cada vez contamos con menos información para formarnos una idea de lo que ocurre. Me da la impresión de que ni los ciudadanos ni los periodistas ni siquiera los gobernantes tienen todas claves para interpretar certeramente la realidad. Quizás en esto también haya dos actitudes: la del que se traga todo lo que le echan sin criticarlo ni siquiera mínimamente y la del que busca, la del que intenta encontrar más datos, la del que no se conforma con el dato simple ni, mucho menos, con la opinión visceral emitida por algún desaprensivo. No sé si serán, respectivamente, derecha e izquierda, pero sí que son estilos de vida distintos.