jueves, 8 de septiembre de 2011

Habla un profesor de la escuela concertada. Escúchalo, por favor.

Me llega este artículo esclarecedor, lleno de realismo, que quiero que quede en este blog y que, si quieres, lo leas. Dice asi:


Hola, soy profesor de un colegio concertado

Monjas, 1944


Xoia

Viendo uno de los comentarios al artículo “Hola, soy funcionario”, me vino este articulillo a la cabeza. Porque no todo va a ser opinar sobre los funcionarios, vaya falta de consideración hacia otros colectivos ¿no? Algunos también nos preocupamos de los no funcionarios… ¡faltaría más!
Este artículo no va dirigido a los profesores víctimas de la concertada, que haberlos haylos, profesores que sufren la enseñanza concertada en silencio, como en ese anuncio de Hemoal, profesores que desearían poder decir que la sutil tiranía de la iglesia “es como si encogiese”. En bastantes aspectos sufren el deterioro del sistema exactamente igual que nosotros, y no dejan de ser profesores y trabajadores, igual que nosotros. De hecho, si desapareciese la enseñanza concertada, muchos de ellos podrían tener plaza en la pública, pues saldrían más plazas en las oposiciones, y muchos, muchísimos, estarían más contentos en la pública. Así que, como personas, como profesores y como trabajadores, vaya todo mi respeto hacia la gente que trabaja en la concertada. Cada cual se busca las habichuelas como puede, y buenos y malos profesionales los hay en todos los sectores, públicos o privados…
Este artículo tan sólo va dirigido a todos aquellos que se alegran de que a los profesores funcionarios nos recorten el sueldo (y la dignidad, que es muchísimo peor) mientras los profesores de enseñanza concertada siguen cobrando del estado y no se ven afectados por las medidas de austeridad. Ahí va…

HOLA, SOY PROFESOR DE UN COLEGIO CONCERTADO

Hola, soy profesor de un colegio concertado. No soy religioso y en realidad estoy en total desacuerdo con muchas ideas de la iglesia católica, pero soy profesor de un colegio de monjitas y debo decirle a la madre superiora “amén, Jesús” una y otra vez para conservar mi puesto. No soy religioso, pero me trago mis principios y soy profesor en un colegio de monjitas. Soy profesor de un colegio concertado. Tenía una novia y me tuve que casar con ella por la iglesia, pese a que ella habría preferido no casarse o hacerlo por el juzgado. Pero soy profesor de un colegio concertado, no me critiquen, por favor, que no soy funcionario.
Hola, soy profesor de un colegio concertado. Antes no iba nunca a misa, pero ahora voy todas las semanas a la eucaristía del cole, y además ayudo a las monjitas en su preparación y comento el cura lo acertado de su edificante sermón al acabar. Antes nunca iba a misa, pero ahora soy profesor de un colegio concertado, las monjitas me han hecho ver lo equivocado que estaba cuando no iba a misa, no me critiquen, por favor, que no soy funcionario.
En mi colegio hay más o menos los mismos problemas de indisciplina -falta de respeto de los alumnos y los padres hacia mi labor, falta de nivel, etc- que en un instituto público, pero las monjitas, que son muy buenas y muy amables con los papás, se encargan de que eso no se sepa. Soy profesor de un colegio concertado, mi imagen y la imagen de mi colegio son muy importantes, por eso tengo que callarme muchas cosas y no puedo airear por ahí las faltas de respeto a las que me someten los alumnos o los padres, pues mi puesto se debe a ellos y las monjitas lo saben. Soy profesor de un colegio concertado, respétenme, que yo no soy funcionario, merezco más respeto que un funcionario.
Soy profesor de un colegio concertado. El nivel de los alumnos baja en picado a medida que pasan los cursos, pero no puedo exigirles todo lo que me gustaría. Las monjitas, que son unas señoras muy listas y muy amables, saben que los papás quieren que sus hijitos aprueben. Por ello me presionan en las sesiones de evaluación para que incremente el número de aprobados, y yo se lo agradezco, pues lo hacen suavemente, casi ni lo noto, y además lo hacen por mi bien. Las monjitas saben que si apruebo a muchos alumnos, los papás estarán contentos y yo tendré mi puesto asegurado. Así que, por favor, no me critiquen, que yo no soy funcionario, yo soy profesor de un colegio concertado.
Soy profesor de un colegio concertado. Todos los años voy de excursión con mis alumnos. A veces me gustaría decirle a las monjitas que no quiero ir, ya que mi labor es enseñar y no ejercer de animador sociocultural. Pero las monjitas, que son muy buenas, saben que las excursiones ponen contentos a los papás. Y me presionan para que vaya, y yo voy, porque las monjitas saben lo que es bueno para mí y hacen bien en presionarme. Además participo en todas las funciones del cole, colaboro en montar el belén y canto villancicos en navidad como el que más, porque eso pone a las monjitas contentas. Y las monjitas son buenas y me dan de comer, así que yo les estoy agradecido y canto los villancicos con mucho entusiasmo. Porque soy profesor de un colegio concertado, no me critiquen, por favor, que no soy funcionario.
Soy profesor de un colegio concertado. Me presento a las oposiciones una y otra vez, pero no consigo aprobarlas. Dicen que en la pública no hay monjitas, que allí puedo ser yo mismo y no tengo que fingir, que allí puedo tener independencia de criterio en mi vida personal y a nivel profesional. Por eso me presento todos los años a las oposiciones. Y las monjitas lo saben, pero no me lo reprochan, igual que yo tampoco les digo a ellas que me gustaría ser libre. Ellas me mantienen en el puesto y me dejan que oposite porque saben que no es tan fácil que yo llegue a irme del colegio, saben que aprobar una oposición es muy duro y necesitaría mucho tiempo para prepararla. Así que procuran mantenerme siempre ocupado y me sobrecargan con miles de tareas de todo tipo a las que yo nunca me niego. Sé que así nunca llegaré a ser funcionario, pero lo sigo intentando. Y ellas me lo siguen permitiendo, siempre que yo lo haga en secreto y no les diga a los papás que quiero ser funcionario. Las monjitas son buenas y me cuidan, saben que si me hiciese funcionario podría vivir de acuerdo con mis principios, en lugar de adecuar mis principios a como ellas me obligan a vivir. Y ellas me quieren, saben lo que es bueno para mí, por eso hacen todo lo posible para que yo no caiga en la senda del mal, para que no me haga funcionario. Por favor, respétenme, que soy profesor de un colegio concertado, yo sí merezco respeto, yo no soy funcionario.
Soy profesor de un colegio concertado. Cobro un poco menos que los profesores funcionarios y doy alguna hora más de clase. Pero eso cada vez importa menos, pues a los profesores funcionarios cada vez les ponen más horas de clase y de reuniones, así que ya casi estamos igual. Y la diferencia en el salario es mínima. Incluso puede que ahora estemos ya equiparados, pues a ellos les van a recortar la nómina y a mí no. Además los sindicatos mayoritarios me defienden. Ellos dicen que a igualdad de trabajo debería haber igualdad de sueldo. Por eso dicen que yo tengo que cobrar lo mismo que los funcionarios y luchan para la homologación salarial entre ambos tipos de profesores. Pero no luchan para que yo tenga que superar una oposición igual que los funcionarios si quiero ganar el mismo sueldo. Es curioso, porque con el recorte del salario de los funcionarios voy a conseguir aquello a lo que siempre he aspirado: ganar lo mismo que los funcionarios. Lo que pasa es que la homologación es a la baja. Pero no importa, porque los políticos me defienden y me dan prestigio y se van a encargar de que con el tiempo yo gane más dinero que los funcionarios. Porque es justo que les quiten el dinero a ellos y me lo den a mí, ya lo verán, tarde o temprano lo conseguiré. Pero no me critiquen, yo no soy funcionario, yo sí merezco respeto.
Soy profesor de un colegio concertado. Los profesores funcionarios deben demostrar que se ganan el puesto según los principios de igualdad, mérito y capacidad. Yo no he tenido que hacer eso. Los funcionarios son tontos. Yo soy más listo que ellos porque conocía a una monjita y ella me dio el puesto. Así que no he tenido que competir por el puesto y demostrar mis conocimientos en una prueba objetiva, simplemente he tenido que hablar con la monjita y prometerle que voy a hacerle mucho la pelota. Y la monjita me ha dado el puesto y yo se lo agradezco, pues ella me cuida y sabe lo que es bueno para mí. Pero no me critiquen, por favor, que yo no soy funcionario, yo sí merezco respeto, los malos son los funcionarios.
Soy profesor de un colegio concertado. Los profesores funcionarios tienen la plaza fija y cobran del estado, pero se lo han ganado tras unas duras pruebas de selección. Yo también tengo la plaza fija, la única condición que tengo que cumplir para ello es sonreírle mucho a las monjitas, hacer lo que ellas me dicen en todo momento y mostrar una buena imagen para que los papás estén contentos conmigo. Y si tengo que aprobar a los alumnos que no saben, yo lo hago feliz, porque sé que así tengo el puesto fijo. Y además yo cobro del estado, igual que los funcionarios, pero eso no importa, pues los papás tienen “derecho a elegir” y saben que yo doy una buena imagen y que en el cole de las monjitas todo es muy bonito y muy precioso y todos somos muy felices. Mi conciencia me dice que no es ético desviar dinero público para financiar un negocio privado como es el colegio de las monjitas. Pero el “derecho a elegir” de los padres es más importante que mi conciencia. Además las monjitas son muy buenas y han admitido a un par de niños inmigrantes, pero lo hacen como obra de caridad, porque son muy buenas, y porque así justificamos ese desvío de fondos que en realidad sabemos que es inmoral. Y los papás lo entienden y no les importa, y seguirán mandando a sus hijitos aquí, porque les gusta que haya un par de inmigrantes que pongan colorido racial al centro, pero que no molesten mucho. Además así los papás se sienten buenos cristianos y limpian su conciencia burguesa. No es como en los institutos públicos, donde hay más niños inmigrantes y varios gitanos, eso no les gustaría a los papás, aunque los papás no son racistas. Y como los papás no son racistas, aquí tenemos dos alumnos inmigrantes, pero sólo dos, que así se integran mejor, y todos somos felices viendo su integración y todos los queremos mucho porque así los demás saben que somos solidarios y buenos cristianos. No me critiquen, que yo no soy funcionario, yo sí soy un buen profesor, yo soy profesor de un colegio concertado.
Soy profesor de un colegio concertado. Los profesores funcionarios pasan normalmente mucho tiempo de interinos, sin plaza fija y sin saber lo que les depara el futuro, antes de ser funcionarios. Y después de ser funcionarios también se pasan muchos años cambiando de centro cada poco mientras están en expectativa de destino. Y cuando les dan el destino definitivo ya son bastante mayores y ya tienen familia, hipoteca y todas esas cosas y se tienen que ir lejos, y dejarlo todo, pues la ley les obliga a trabajar en el destino definitivo que les toque, que muchas veces es muy lejos de su casa. Y a veces se pasan varios años fuera hasta poder volver, y sólo ven a sus parejas y a sus hijos en vacaciones y en los puentes. Pero yo soy profesor de un colegio concertado. Yo siempre estoy en el mismo colegio, las monjitas me tienen mucho cariño y no me desplazan. Los funcionarios son tontos por servir a la sociedad. Yo prefiero servir a las monjitas. Ellas son buenas y me mantienen siempre cerca de mi casa. Y lo único que me piden a cambio es que sea un buen cristiano y que dé buena imagen. Y yo cumplo con ello, porque las monjitas me quieren mucho y yo a ellas también. Pero no me critiquen, por favor, que yo no soy funcionario, yo sí merezco respeto, yo no vivo fiel a mis principios, pero soy profesor de un colegio concertado, y por eso merezco más respeto que un funcionario.
Soy profesor de un colegio concertado. En Finlandia la enseñanza es totalmente pública y gratuita, salvo un reducidísimo número de colegios privados (no concertados) a los que van algunas personas que son una ínfima minoría. Y la enseñanza pública, gratuita, y donde trabajan profesores similares a los que aquí llamamos con desprecio “funcionarios” es allí muy prestigiosa y obtiene buenos resultados. Pero aquí nos dicen que no es así, que la enseñanza privada siempre es mejor que la pública, porque en España en el fondo hay mucho elitismo aunque no nos atrevamos a decirlo, que queda feo decir esas cosas. Los políticos y la sociedad dicen que sólo es buena la enseñanza privada. Y los papás quieren por eso mandar a sus hijos a un colegio privado. Pero además los papás exigen que ese lujo se lo paguemos todos los españoles con nuestros impuestos, pues ellos tienen “derecho a elegir”. Por eso es tan importante que los funcionarios se queden sin dinero y me lo den a mí, porque la enseñanza privada no es mejor que la pública, pero los papás la prefieren para que sus hijitos tengan mejores oportunidades que los de los demás, para que ya de pequeñitos se relacionen con “gente bien” y empiecen a escalar un poquito en la sociedad. Además a muchos papás no les interesa realmente que sus hijitos aprendan, sólo les interesa que obtengan el título y que hagan “buenas amistades”. Y tienen razón, porque en España muchas veces los que llegan más lejos no son los más inteligentes, ni los más preparados, sino los que tienen más “contactos” o los que tienen más cara dura, como muchos políticos, que sí llegan lejos y ganan mucho dinero aunque sean unos ignorantes de impresión. Y en un colegio privado los papás se creen con derecho a exigirme cosas porque saben que es como si fuesen mis clientes, y el cliente siempre manda, y si hace falta compran el título, y yo lo sé, sé que ellos son mis clientes, y por ello procuro vender ese título barato, pero sin que se note, para que los papás estén contentos y crean que sus hijitos son muy listos. Los papás saben que si sus hijitos no aprueban, se los pueden llevar a otro colegio privado concertado, así que yo sé que les debo mi puesto, y yo se lo agradezco, igual que a las monjitas, y también hago lo posible para que los papás estén contentos y sus hijitos obtengan el título, aunque muchas veces se hayan esforzado mucho menos que un alumno de la pública para obtenerlo. Y los papás saben que en la pública se puede alcanzar un buen nivel, pero sólo si el alumno se esfuerza, y ellos saben que lo importante en España no es ser inteligente, estudioso o trabajador, saben que lo importante es tener “buenas influencias”. Por eso a mí el estado me da dinero y a los funcionarios se lo quita, porque el funcionario demostró en su momento ser inteligente, estudioso y trabajador, mientras que yo lo único que tuve que demostrar es que conozco a las monjitas y que he sabido buscarme “buenas influencias”, y eso es lo que importa.
Así que respétenme, por favor, que yo no soy funcionario, yo sí merezco respeto, pero los funcionarios no, ellos estudiaron y yo conocí a una monjita, yo soy profesor de un colegio concertado, yo soy buen profesional y los funcionarios no.



Françoise Hardy

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Ciegos que ven, pero no quieren





Me contaron en cierta ocasión la historia de Andrés, un castellano terco y precavido que perdió la visión de uno de sus ojos en un desafortunado accidente en el campo. En cuanto se repuso de las heridas, se imaginó el futuro haciendo uso del criterio con el que había sido educado desde su tierna infancia y con el que había vivido toda su vida: el miedo. Si ya había perdido un ojo, pensó, lo trágico sería perder el otro, así que habría que evitar por todos los medios esa posibilidad. El peligro podría venir por dos caminos, el de una nueva pérdida y el del desgaste por el uso. Pronto descubrió, entre las escasas pertenencias de que disponía, lo que entendió como el remedio perfecto. Tomó unas gafas y, en lugar del cristal que se situaba frente al ojo sano, instaló la suela del tacón de unos zapatos viejos que ya no le servían. Le hizo al trozo de goma dos pequeños agujeros en la parte recta y mediante unas finas cuerdecitas la ató al borde superior de la montura. Ningún elemento punzante o hiriente podría atravesar esa barrera sólida. Y, por otra parte, la visión por ese ojo se limitaría a aquellas ocasiones en las que mereciera realmente la pena levantarse el tacón y usar el ojo para ver el mundo.

Hoy hay bastantes ciegos que, al igual que Andrés, podrían ver si quisieran, pero no quieren. La diferencia está únicamente en que estos ciegos de hoy no necesitan siquiera ponerse en el ojo la suela de un tacón.

Kraftwerk

martes, 6 de septiembre de 2011

¿Qué querrá decir Esperanza Aguirre?




¿Por qué se empañará Esperanza Aguirre en decir y en escribir que los profesores “tienen que completar su horario hasta las veinte horas semanales”? El problema sangrante es que no habla de “horario lectivo”, es decir, de las horas de clase, sino de “horario”. Cualquier persona no versada en estos temas, como, por ejemplo, Ana Botella, podría hacerse la idea de que un profesor de un Instituto trabaja sólo veinte horas a la semana y que después se dedica a vivir la vida plácidamente. La Sra. Aguirre, con sus lamentables intervenciones, está ayudando a que la figura del profesor quede peor parada aún de lo que lo está actualmente en la sociedad. ¿Por qué lo hará?

Cualquiera sabe por qué hace y dice estos disparates. Hay mentes tan simples que, paradójicamente, son difíciles de indagar. Es posible que la ignorancia con la que aborda tantos temas le haga desbarrar también en éste, a pesar de ser la responsable última de las decisiones que se toman en el Gobierno de la Comunidad. Cabe pensar, quizás, en la hipótesis de que voluntaria e intencionadamente quiera desprestigiar a los profesores y, de paso, a la enseñanza pública. Esto estaría de acuerdo con sus objetivos privatizadores. Y cabe, también, la posibilidad de que lo que esté haciendo sea comparar la situación de la enseñanza pública con la de la privada, que puede que sea la que más conozca por voz de los empresarios del ramo. En esta última, los profesores, que no han sido obligados a sacar ninguna oposición, suelen dar bastantes más horas de clase, imparten las asignaturas que han estudiado en la carrera o las que haga falta para la buena marcha del negocio educativo, las dominen o no, y su vida laboral está sujeta férreamente a lo que le digan los jefes en el Centro, sabiendo que si no cumplen sus consignas o sus condiciones, hay muchos esperando para sustituirlos. Ante este tipo de explotación, que es la que defiende la Sra. Aguirre con sus deseos privatizadores, ¿no le parecerá que los profesores de la enseñanza pública son unos privilegiados teniendo unas jornadas de trabajo más racionales, que les permiten preparar las clases, reunirse, corregir bien los ejercicios y hacer actividades de otro tipo para lograr una mayor calidad de la enseñanza? ¿No será que a la Sra. Aguirre la educación y la calidad de la educación le traen al fresco y que lo que quiere no es más que sacarle rentabilidad económica a cualquier puesto de trabajo, sea como sea? No nos engañemos. A un neoliberal la calidad, aunque sea de la educación, le importa un pimiento. Lo que quiere es que todo aporte algún beneficio monetario ¿Será esto lo que quiere decir la Sra. Aguirre, en nombre de sus correligionarios negociantes?

He aquí el hombre: Mariano Rajoy


En una página muy buena que se titula Los genoveses, hemos encontrado una biografía indispensable para cualquiera que quiera vivir en España sabiendo quién es quién. Léela aquí y medítala, que lo merece.

Ha muerto Salvatore Licitra

Era considerado por algunos como el sucesor de Luciano Pavarotti. Tenía una voz fina y potente y la empleaba muy bien. La vida se empeña en recordarnos que es cruel y exigente.


Como hacer pis en la proa





Salimos de casa. El vecino estaba pintando una banqueta en su balcón, pero casi la mitad del mueble estaba en el aire, fuera de la barandilla, como jugando a ver si iba a parar a la calle o se quedaba allí dentro. Uf. Nos montamos en el coche. Circulamos dos o tres minutos cuando en una calle relativamente estrecha, aunque de dos direcciones y con coches aparcados a ambos lados, nos encontramos con una furgoneta aparcada de cualquier manera. Tres individuos, dos de ellos, con ropas que ponían “Samur Mental”, charlaban amistosamente no en la acera, sino en plena calzada, obligando a los coches a hacer una maniobra para no atropellarlos. Uf. Cruzamos un túnel, de unos quince o veinte metros de largo y de dirección única, en el que, por falta de iluminación y por el contraste con el fuerte sol que había fuera, no se veía nada. Afortunadamente logramos divisar allí dentro a un individuo montado en una bicicleta, pero sin ninguna luz que la hiciera visible, que venía en dirección contraria con una naturalidad y una calma exasperantes. Uf. Llegamos a unos grandes almacenes. Entramos en el aparcamiento subterráneo y nos encontramos con que los automóviles circulan lentamente porque hay un coche de la empresa de seguridad que circula en dirección contraria, sorteando todo lo que se encuentra, sin que parezca que ninguna urgencia le justifica tal comportamiento. Uf, uf y uf.

No han pasado ni diez minutos desde que salimos de casa, pero el espectáculo no ha podido ser más preocupante. Descarto cualquier interpretación moral de estos episodios. No creo que  esta gente haga estas barbaridades simplemente porque les dé la gana, como si fueran neoliberales militantes. Me inclino más por una explicación funcional. Hay unas carencias en el uso de las neuronas de mucha gente que está llegando a niveles alarmantes. Con estas cabezas almidonadas o huecas o mal educadas, cualquier fascista despabilado es capaz de dar un par de gritos y hacer tres promesas descabelladas, para lograr montar una jugada de muchísimo cuidado. Hay que defender la democracia con uñas y dientes, y los referéndums sobre asuntos importantes deben hacerse, pero aquí lo que hay que hacer urgentemente es luchar por una educación seria que despierte a toda esta gente y que los ponga en situación de convertirse en seres humanos, porque si no, todo lo que se proponga y se construya será como hacer pis en la proa.

Cómo va a quedar la educación

Tomo del blog de mi amiga P. el siguiente interesantísimo vídeo.



Mohini Geisweiller

domingo, 4 de septiembre de 2011

Descompresión




Debería comenzar un proceso de descompresión. ¿Lo hago o no? Si lo hago, ¿lo empiezo cortando radicalmente o me voy descomprimiendo poco a poco? ¿Es posible descomprimirse con la que está cayendo? ¿Se vive mejor estando comprimido o descomprimido? Y ¿cómo demonios se pondrá poner en marcha un proceso de descompresión? Aquí todo el mundo mete presión y si me descomprimo ¿pareceré raro? ¿Me pasará algo por descomprimirme? Creo que la idea de la descompresión me está metiendo presión, así que voy a suspender  momentáneamente el asunto, me voy a ir a pasear por el mundo y mañana ya veremos si me descomprimo, me oprimo, me comprimo, me reprimo, me deprimo o termino haciendo el primo.

Tori Amos

sábado, 3 de septiembre de 2011

Cáncer de mama

Acabo de conocer a una persona que necesita ayuda. Ha escrito su caso en Facebook y lo transcribo aquí. Se llama Isabel G. Jiménez y su dirección es http://facebook.com/IsabelGJi . Esto es lo que cuenta:


Mi madre tiene un cáncer de mama. Le hicieron una mamo hace unos 6 o 7 meses de la que no se nos transmitieron los resultados. Desde Julio en que se palpa un bultito, querían darle una cita para Noviembre con la Unidad de Mama del Hospital Virgen de la Victoria. Conseguí a primeros de agosto que le viesen el nódulo mamario en urgencias, cosa a la que se negaron sin darme ninguna solución más que esperar la cita con especialista. Lo conseguí de mi bolsillo pagando una eco y la doctora me envió a urgencias. Decidieron hacer una biopsia, no sin tenerme que poner a exigir los derechos de mi madre. Desde el principio con sólo la eco y la exploración sabían que era cáncer de mama. Así me lo hicieron saber los médicos que la atienden en urgencias. Cualquiera sabe que los resultados de la biopsia se obtienen en pocos días. Para la Biopsia ella tuvo que ser hospitalizada previamente y estuvo en el hospital desde el día 3 de agosto al 14 por alto riesgo de trombosis de sus prótesis coronarias. La biopsia se la hicieron el día 8. El comité médico no se ha reunido hasta el viernes 26 de agosto para tratar su caso. Hoy día 2 de septiembre hemos estado en consulta donde se nos ha dicho algo que ya sabíamos, hay que quitar el tumor y ganglios de la axila, biopsiarlos y después se verán los tratamientos Piden el consentimiento firmado y con él me mandan a lista de esperas. Allí me dicen que quirófanos ya no hay en este mes. Porque tienen tres cirujanos de mama y dos días de quirófano en septiembre. En Octubre poco más. Me fui a la Doctora que nos atendió y le dije si realmente lo de mi madre podía esperar. Sólo me enseñó en el ordenador la lista enorme de pacientes que había y eso sí me dijo que algunas tenían 30 años y otras, 40.

A ver si puedo movilizar conciencias

Kings of Convenience

viernes, 2 de septiembre de 2011

Stabat mater. Pergolesi

Un regalito con mucho cariño para todos los que estáis ahora por aquí. A ver si dormís todos muy bien y mañana estáis en forma para vivir un gran día.



Los valores en los que se basa la democracia. Federico Mayor Zaragoza

Todo se basa en valores. Lo sepas o no, lo que piensas, lo que haces, lo que quieres, todo se basa en unos valores que tu tienes de manera consciente o inconsciente.

¿En qué valores se asienta la democracia, eso que queremos para nuestra sociedad y para poder vivir todos como seres humanos?



Jewel

miércoles, 31 de agosto de 2011

Han ppinchado con la educación





Los tics huelen. Estás más o menos tranquilamente con alguien y, de pronto, le sale un tic y el aire circundante se pone que apesta a rayos y se vuelve enseguida irrespirable.

Le pasó ayer al sr. Granados, que no sé qué será ahora en el PP. Huyendo despavorido de la idea quincemayista de que los políticos escuchen al pueblo y, precisamente, para intentar erradicar el quincemayismo, se le ocurrió sacar su tic más represivo y largar su ocurrencia de una policía autonómica, para transformar así al PP en el Partido de la Porra. Fue decir eso y llenarse el aire de un mal olor horroroso, como si a alguien con halitosis mental se le hubiera quedado la boca abierta.

Hoy le ha tocado el turno a la sra. Figar, Consejera de Educación y, seguramente, de otras cosas más en la Comunidad de Madrid. La he oído por la radio y tenía el tono de voz cabreado, que es un pellizquín más que enfadado y otro pellizquín menos que insultante. Debe de estar nerviosa, ella y los demás, porque han sido capaces de lograr lo que desde hacía mucho tiempo nadie había logrado: unir al colectivo de profesores, calentarles bien las castañas, ponerlos en pie de guerra y hacer que el problema de la educación salte a los periódicos y a la calle. El tic de la sra. Figar está muy extendido entre los miembros del PP y forma parte, al parecer, del menú degustación de la casa. Consiste en tomar por tontos y por ignorantes a los ciudadanos y, consecuentemente, decir lo que les venga en gana en cada momento, y, si es en tono de riña contenida, mejor. Decía la sra. Figar, muy en su papel de enviada de la Altísima, que los profesores no van a conseguir nada con sus protestas y que ella, por su parte, va a enviar a los inspectores a los Centros para asegurarse de que los horarios están bien hechos. Lo que no dice la sra. Figar con esta hedorosa bravuconada es que los inspectores van todos los principios de curso a los Centros a ver si los horarios están bien hechos o no, y en más de una ocasión ha habido que rehacerlos, con motivos serios o menos serios. O sea, que la cosa queda en palabras con ánimo de asustar. Pero el olor de la amenaza hueca y del deseo de meter miedo queda ahí inundando el paisaje y dejando al descubierto a la ilustre consejera.

Si los ciudadanos quisieran oler, se darían cuenta del enorme pestazo que hay en el ambiente.

Los jóvenes y el futuro. José Luis Sampedro en POR / 1


Lo escribió mi amiga P. y yo lo leí:
“Ahora el país se va vaciando poco a poco, y llega el tiempo de que todos los movimientos sociales les hagan ver a los que tienen el poder, que el poder real, el de la juventud, se les escapa poco a poco de las manos.”
Me recordó lo que yo pensaba cuando estudiaba en la Facultad y veía a unos cuantos estudiantes extranjeros formándose en diversos campos. Unos volverán a sus países y serán ministros allí, imaginaba yo, pero muchos se quedarán aquí y vaciarán sus países de las mejores cabezas nacidas en él. Algo parecido veía yo luego en los Institutos. Multitud de jóvenes de otros países conociendo una cultura inaccesible e inexistente en sus países de origen que no revertirá en sus pueblos. Ahora veo impactado que lo mismo ocurre con los jóvenes de nuestro país. El nomadismo vital se está apoderando de la juventud en este mundo global. Este mundo global que es peor que el precedente, que tiene en su seno una brecha brutal entre los que tienen y los que no tienen, que ya no se arregla con limosnas ni con donaciones, sino con cambios estructurales que los poderes no quieren hacer y que los no poderosos necesitan para vivir. Sin embargo, ya decía José Luis Sampedro que los jóvenes son el futuro. El problema es que, si todos los futuros hay que construirlos, el que se avecina va a ser aún más duro de que se haga realidad.

La situación actual no es fácil de entender. No me refiero a los efectos, sino a las causas y a los procedimientos para cambiar esos efectos, para cambiar la situación. Dentro de esa oscuridad vital, alguna luz me parece ver a lo lejos, esa que dice que o te pones a construir un futuro nuevo o no hay futuro. Uno de los problemas es el de cómo se construye ese nuevo mundo.

Mientras me aclaro, prefiero oír las voces de quienes han hablado con sentido, con honradez y con sentido de lo social. Empezaremos por el propio José Luis Sampedro, persona a la que siempre hay que escuchar pensando con detenimiento sobre lo que dice.




Chihiro Onitsuka

lunes, 29 de agosto de 2011

Argumentos en favor del nudismo

Fotografía tomada de Píkara

La revista Píkara ha publicado un interesante artículo en el que su autora, Mónica Quesada Juan, analiza los argumentos que se suelen aducir en contra del nudismo y da su opinión sobre ellos, así como la de otros defensores de esta forma de estar en la Naturaleza. Puedes consultarlo aquí.

Marcus Miller

viernes, 26 de agosto de 2011

Ángel Guinda, poeta.

Con mis mejores deseos de felicidad, para Ángel Guinda, gran poeta aragonés y humano, que hoy cumple, no sé si 36 o 63 años, o algo así. El poema es suyo, claro.


NO

Soy un claro interior, el porvenir
de una puerta que siempre está atrancada.
La trampa de vivir y ver morir.

Contra la destrucción de la conciencia
bramo, reviento, clavo en Dios los codos.
Soy un zarpazo roto de paciencia.

Una luz que, arañando los escombros,
borra la niebla y sigue hacia adelante.
Un hombre con la sombra hasta los hombros.

Como hambre y bebo sed con todos
los condenados a escarbar la nada.
Esto no es un poema, es un desplante.

Profundamente grito un no rotundo.
Yo no quiero vivir en este mundo.


La fe y la economía




La peregrina idea de reunir a miles de peregrinos en Madrid en el mes de agosto se hizo realidad, nos secuestró la ciudad durante unos días y parece que se acabó ya. La ciudad se llenó de jovencitos que cantaban aleluyas sin piedad a cualquier hora, acompañados por sus pastores, algunos de ellos cargados de gruesos hábitos bien pensados para el calor, y por monjas, que seguramente quisieran ser pastoras, pero que no se lo permiten las reglas machistas que ellas mismas han asumido y que les obligan a ir con la cabeza cubierta y el hábito encima, como para aparentar que no son mujeres.

Vinieron, al parecer, por cuestiones de fe. Dicen creer en Jesucristo, que murió y resucitó y que les prometió otra vida después de la muerte. Esta preocupación tan obsesiva por el más allá les impide, por una parte, dedicarse con más atención a lo que ocurre en el más acá, y olvida, por otra, el mensaje de Jesucristo, que también habló de pobres, de igualdad, de amor al otro y de asuntos que exigirían un compromiso de un estilo distinto al de limitarse a proclamar que hay otra vida tras la muerte. Tan trascendente propósito exige mucha fe. Tanta que por lo que se ve tienen que organizar mítines como el de estos días para reafirmar su creencia, a menos que lo que pretendan sus organizadores sea realizar una campaña de marketing y de difusión de la marca, para la que hayan utilizado a los peregrinos, a los pastores, a los gobiernos, a las televisiones y a todo el que se haya dejado. Sea lo que sea lo que haya ocurrido, la fe estaba por debajo de todo lo que hacían y decían estos peregrinos, lo que les mantenía vivos y tan sospechosamente alegres. En qué pueda acabar esta alegría cuando se les enfríe el fervor, cualquiera lo sabe, pero si intento enfocar el asunto desde el punto de vista psicológico, me empiezo a preocupar.

El caso es que se fueron los peregrinos y parecía que nos íbamos a poder dedicar a cuestiones más racionales y más humanas, que íbamos a poder afrontar con mayor responsabilidad los problemas cotidianos, cuando nos aparece en el plato una reforma de la Constitución para ayudar a intentar resolver la crisis económica (¿económica?) que nos azota.

Uno tiende a pensar que lo que controla y domina la realidad en la que vivimos no es la política, como podría parecer, sino la economía. Si durante algún tiempo sirvió aquello de ‘saber es poder’, ahora el poder lo detenta el que tiene riquezas y el político hace lo que puede en la red que le teje la economía.

Pero de economía sabemos poco el común de los ciudadanos. Y, encima, como en todo, no existe la economía, sino las economías. Parece que los neoliberales no son muy de fiar porque les importamos todos más bien poco y sólo van a su propio interés. Pero, una vez dicho esto, ¿incluimos en la Constitución el techo del déficit o no? ¿Con flexibilidad o sin ella? ¿Con referéndum o sin referéndum? ¿Tiene alguna idea el común de los mortales de estos asuntos? ¿Hay que dejar crecer la deuda para que no peligre el Estado de bienestar, pero con los mercados en contra, o hay que controlarla? ¿Es mejor en estos momentos la contención del gasto o la inversión por parte del Estado para crear empleo? Todos estos asuntos tienen un planteamiento racional y una solución que convencerá a unos o a otros, pero aun en esos casos, la postura que se adopte contendrá un componente de fe, que será mayor cuanto menor sea la cultura económica del ciudadano. En un mundo tan complejo como el que vivimos no podemos, lamentablemente, prescindir de la fe. Menos mal que en este caso, por lo menos, es una fe algo distinta de la de los peregrinos.

Arcade Fire


jueves, 25 de agosto de 2011

Lo que hay que ver: Venecia bajo la nieve




Para que una comedia triunfe debe tener un argumento atractivo, con unos personajes y unas situaciones que lleguen al espectador, y debe estar, además, bien interpretada por actores que sepan dar vida a lo que plantea el autor. Entre el argumento y los actores y las actrices hay muchos más elementos, como el director o la escenografía, igualmente importantes, pero el espectador no suele analizar estos ingredientes, sino que se queda más bien en lo más visible y llamativo de la obra.

Venecia bajo la nieve, de Gilles Dyrek, tiene todos los elementos para que pueda triunfar durante algún tiempo en los escenarios. La trama está muy bien construida, con situaciones que van evolucionando de manera sorprendente e inesperada, con gags ingeniosos que se suceden a esa velocidad mágica que hace que el tiempo parezca que se acorta y con unos personajes aparentemente claros en su caracterización, pero que también van ofreciendo matices nuevos y sorpresas llenas de ingenio.

Los actores de esta obra son capaces de encarnar sus personajes de forma que el espectador conecta fácilmente con ellos, porque los entiende, los ha visto antes por la vida e incluso puede que haya vivido alguna situación parecida a la que cuentan en el escenario. Carlos Heredia, en José Luis, y Marina San José, en Natalia, representan una pareja blandamente feliz, en donde el corazón parece que ha vencido claramente a la cabeza y en donde la espontaneidad ha sustituido a cualquier otro criterio de actuación. Son tan frecuentes estas parejas hoy que se conecta fácilmente con su forma de ser. Carlos Heredia tiene tablas y crea un personaje que aprovecha muy bien todas las oportunidades que ofrece la obra. Marina San José tiene quizás el personaje más complejo de la función y es capaz de construirlo con carácter, con gran variedad de matices e identificándose en cada momento con su evolución.  La otra pareja de personajes es el contrapunto de la anterior. Pablo Carbonell, que hace de Ramón, tiene que dar la apariencia de un sufridor en situaciones difíciles, pero salpicando su sufrimiento con píldoras de humor. Quizás sea esa la mayor dificultad de su personaje, pero la solventa con destreza. Eva Isanta, en el papel de Patricia, es un personaje que va a más y que va suministrando en la obra los elementos para que los demás tengan que hacer lo que puedan y el espectador vaya riendo a carcajadas de manera continua a lo largo de la hora y media que dura la función. Gabriel Olivares, el director, lleva la obra con naturalidad y cuida bien los detalles que favorecen la eficacia del resultado.

Si quieres reírte a carcajadas, esta obra satisfará, sin duda, tus deseos. Pero si quieres pensar un poco sobre las apariencias que observamos a diario y su correspondencia o no con la realidad, también puedes hacerlo. Podrás ver, por ejemplo, cómo hay mentes débiles o simples, que aplican sus ideas a la realidad sin que se les ocurra antes preguntar por lo que está ocurriendo, o cómo la costumbre de no escuchar puede dar lugar a situaciones grotescas, o qué es lo que puede haber detrás de situaciones que muestran una estabilidad que parece que no se va a romper nunca.

El público que llenaba el Teatro Lara, en Madrid, el día del estreno premió con una larga ovación lo que vio. Con ella agradecía también el desternillante rato que había pasado contemplando la obra.




Dexter Gordon


martes, 23 de agosto de 2011

Sordos




Hay sordos que no oyen. Hay sordos que no escuchan. Hay sordos que no se enteran. Hay sordos que quieren ser sordos. Hay sordos que no pueden dejar de ser sordos. Hay sordos que ejercen de sordos. Hay sordos que imparten mucha doctrina. Hay sordos a los que les da igual ser sordos o no. Hay sordos prudentes y otros que no lo son. Hay sordos por costumbre. Hay sordos por conveniencia. Hay sordos interesados en escucharse sólo a sí mismos, pero ensordecer profundamente ante los otros. Hay sordos que creen que los demás también lo son. Hay sordos que no saben que son sordos.

Red Hot Chili Peppers


sábado, 20 de agosto de 2011

Los curas de pueblo




Letras que hago mías: Enfermos mentales y cuidados paliativos.





El 9 de agosto de 2011 se publicó en El País la siguiente Carta al Director. Me parece buena para reflexionar sobre el tema.



Enfermos terminales y cuidados paliativos 


AMPARO GISBERT AGUILAR (Médica de Cuidados Paliativos)  -  Valencia 

EL PAÍS  -  Opinión - 09-08-2011


En relación a la noticia aparecida el día 2 de agosto en la sección de Sociedad sobre la paciente diagnosticada de demencia avanzada y portadora de sonda nasogástrica para su alimentación, me gustaría aportar, desde mi experiencia, unas reflexiones.


Cuando el paciente diagnosticado de demencia presenta una progresión de su enfermedad y es incapaz de alimentarse por sí mismo, la evidencia científica actual nos dice que nos encontramos en la fase final de la enfermedad y que alimentar al paciente de manera artificial no mejora su calidad de vida.


Tomar decisiones en estas condiciones es una tarea difícil con la que frecuentemente nos encontramos los profesionales sanitarios y para la que se precisa formación en bioética.


La alimentación e hidratación de los pacientes tiene unas connotaciones simbólicas muy importantes y unos valores cargados de sentido ideológico. Es decir, si consideramos la vida humana como algo sagrado que hemos de mantener por encima de cualquier otro valor o si consideramos que la vida humana no tiene sentido si está llena de sufrimiento.


Esta es la cuestión fundamental y a los profesionales sanitarios nos corresponde investigar y promover que los pacientes realicen voluntades anticipadas para tener una garantía ética de que la toma de decisiones tiene en cuenta sus deseos y valores.


Si, desafortunadamente, el paciente no ha hecho declaración de voluntades anticipadamente y no es capaz de decidir, queda la opción de explorar junto con su familia cuáles son sus valores y qué hubiera decidido el enfermo para ayudar a acercarnos a la que hubiera sido su voluntad.


Es importante no olvidar nunca que vivimos en una sociedad plural y que los médicos tenemos la obligación ética de atender a todos los pacientes respetando al máximo su historia de valores.






viernes, 19 de agosto de 2011

Lo personal y lo público





Si los católicos plantearan su religión como una relación personal con un dios y, como consecuencia de ella, hicieran en sus vidas lo que consideraran oportuno, yo, respetuosamente, no les diría nada. Pero como se empeñan en expresarse en la calle, en defender que la religión debe ser algo público, colectivo y que afecte a los demás y como, además, se toman la libertad de atacar a quienes no piensan ni viven como ellos, pues entonces no me callo, me defiendo y digo sobre ellos lo que me parece que debo decir.

Llamada al PSOE y a los ciudadanos


Conozco a policías que se comportan, cuando están de servicio y cuando no lo están, como seres humanos educados, corteses y eficaces, aunque también había detectado hacía tiempo algunos bastante ordinarios y groseros en sus modales. Siempre pensé que estos serían casos aislados, ovejas negras que enturbiaban lo que en líneas generales era de una tranquilizante normalidad democrática y humana.

Últimamente mis dudas están llegando a extremos bastante alarmantes, sobre todo cuando observo comportamientos cuyos detalles desconozco, pero que como ciudadano me preocupan mucho. Este vídeo que acabo de ver no parece propio de una sociedad democrática y avanzada, sino más bien de un pueblo brutal y atrasado del oeste americano. Tengo la impresión de que un virus ha entrado en la policía y que está haciendo estragos entre sus miembros. Después de una época en la que parecía que la transición había pasado por las comisarías y los cuarteles, ahora cada vez más me viene a la mente el color gris cuando veo a un policía. Es como si la imagen de la policía hubiera caído en picado en estos últimos días y que su restauración se vislumbrara muy difícil, como no cambien pronto y mucho las cosas.

Me gustaría equivocarme, pero me parece que esto que está sucediendo con la policía no es sino una muestra más del peligrosísimo viaje hacia atrás que está experimentando la sociedad española. Lo voy a decir con toda claridad. Los comportamientos antidemocráticos, partidistas, cínicos, ordinarios y defensores del “todo vale” del Partido Popular, junto con la desidia, la incapacidad para crear conciencia social, la escasa creatividad y la pasividad con las fuerzas reaccionarias mostradas por el PSOE han dado lugar a una sociedad en la que empieza a ser preocupante la pérdida y la degradación de los valores democráticos. El animalizante “todo vale” ha desbancado hace tiempo a la idea de igualdad, en la que todos y todas deberíamos tener los mismos derechos. La zafiedad ha sustituido al respeto. El egoísmo basto ha mandado a tomar vientos a la cortesía. El dinero fácil ha empequeñecido el trabajo bien hecho. La violencia se ha hecho más normal que las actitudes racionales. Los privilegios han oscurecido los derechos. La mentira interesada ha vencido a la honradez. El siglo XIII es más actual que el XXI. La mala educación ha triunfado sobre la ciudadanía.

Creo que empieza a ser peligroso intentar vivir democráticamente en la sociedad española. Esto es una humilde llamada de atención al PSOE y a los ciudadanos. Si el PP toma más poder en nuestra sociedad, las cosas irán aún a peor democrática, económica, política ética y socialmente. En manos del PSOE está dejarse de candideces y de contemporizaciones y empezar a organizar valientemente el país de forma que los ciudadanos empiecen a despertar y a cobrar ilusión por crear una sociedad racional, respetuosa, vivible y más humana. Esto que vemos con tanta frecuencia últimamente no merece la pena.




Primero boniato y luego papa




Herbie Hancock Quartet