El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
viernes, 16 de abril de 2010
jueves, 15 de abril de 2010
Encierro
Ya lo dije una vez aquí: se están colando. Están resucitando al compás de una sociedad que va muriendo de indiferencia, de ignorancia, de indolencia y de sobredosis de anestesia tecnológica. A estas alturas de la historia hay que volver a encerrarse contra el franquismo, contra las fuerzas de la caverna que estaban agazapadas bajo el manto de la transición.
Nunca me cayó simpático el juez Garzón, pero lo que está en juego ahora no es la simpatía o las cualidades personales de nadie, sino una idea de sociedad, de justicia y de convivencia.
Hay dos incógnitas que despejar: el futuro del juez Garzón y el futuro de la justicia en España. Hoy, el juez Garzón es una víctima y mi conciencia me pide solidaridad con él. La justicia en España lleva ya un tiempo en una cierta caída libre cuyas consecuencias ignoro, pero que ni de lejos parecen positivas.
Página de solidaridad en Facebook.
miércoles, 14 de abril de 2010
No es momento de huir
Querido ser humano que me lees:
martes, 13 de abril de 2010
Sustancia y accidentes
lunes, 12 de abril de 2010
Individualismo
El individualista no valora la libertad, sino que la adora. Cuando alguien le habla de los demás, de propuestas sociales o colectivas, se le encienden las luces rojas de las entrañas, invoca su inquebrantable fe liberal, se abraza a su necesidad de poder hacer lo que le venga en gana y le reza a su dios político para que castigue a quienes osan poner la igualdad por encima de la libertad. Este dios liberal predica e intenta hacer también lo que le da la gana, lo que más le conviene, y sabe que hay muchos fieles que le profesan una interesada adoración sin medida. El problema de esos fieles es que no se dan cuenta de que el liberalismo es piramidal y que el que está arriba, sea en el escalón que sea, siempre hace lo que le da la gana a costa de los que están abajo, a los cuales explota y oprime. Y los que están muy arriba temen, además, la eventual rebelión de los que están abajo, que pueden decidir en algún momento poner a otro, cuando su fe les lleve a imaginar que este otro les va a permitir ejercer más libertad que el anterior. Son incapaces de ver cumplida la fe que profesan y juegan entre ellos y con nosotros basándose en la explotación y en el miedo.