También se manifiesta el machismo en
costumbres que aún se reproducen inconscientemente en la vida
diaria: ceder el paso o el asiento a las mujeres, considerar que
tienen que estar siempre bellas, que los hombres sean los que deciden
si una mujer puede abortar o no, el uso de los cuerpos de las mujeres
en la propaganda, el trato a las amas de casa, “ayudar” en las
tareas de la casa y multitud de micromachismos con los que convivimos
con demasiada naturalidad.
El carácter estructural del machismo
consiste en que la organización de la sociedad, en sus diversos
aspectos, es machista; que muchas de nuestras costumbres, aunque no
nos demos cuenta de ello, son machistas; que en la educación
perviven aún hoy actitudes machistas; que la organización laboral
es en multitud de casos machista; y que las actitudes que persiguen
la igualdad real de derechos entre los hombres y las mujeres son aún
muy criticadas, sin que todos los organismos de la sociedad salgan en
defensa de los derechos las mujeres. No se trata de que algunos
hombres -y, también, algunas mujeres- vivan con criterios machistas,
sino que es toda la sociedad la que está estructurada con criterios
machistas.
Buenas noches.
Buenas noches.
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