Hay dos tipos de personas. Uno, el de
las que hablan y escuchan. Otro, el de las que sólo hablan. Las de
este segundo grupo deberían replanteárselo. Buenos días.
El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
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viernes, 11 de octubre de 2013
martes, 8 de octubre de 2013
Buenos días. Fíjate
Fíjate en lo que hago, en cómo lo
hago y también en lo que no hago. Fíjate en lo que digo, en cómo
lo digo y en lo que me callo. Con todo eso yo voy construyendo mi yo,
pero también mi imagen, y mis relaciones con las personas, y mi
mundo, en el que puede que estés tú.
Lo mismo te ocurre a ti. Hacer, no
hacer, hablar o no hablar no son cosas simples, porque producen
efectos sobre los demás. Si no tienes en cuenta estos efectos, te
puedes llevar alguna sorpresa. Buenos días.
sábado, 28 de septiembre de 2013
viernes, 27 de septiembre de 2013
Elegancia 116
La persona elegante
desconfía de quien está constantemente hablando, porque sabe que en
el momento más inoportuno le quitará la soledad que necesite.
lunes, 9 de septiembre de 2013
miércoles, 21 de agosto de 2013
lunes, 21 de enero de 2013
Buenos días. Más pronombres
El abuso de los pronombres puede
indicar la vagancia o el descuido del que habla. O su
ensimismamiento. Tendríamos que procurar hablar para que nos
entendieran, no sólo por emitir meras palabras.
sábado, 15 de septiembre de 2012
Rajoy, el ausente
Rajoy va y viene, o sea, que se queda
en el mismo sitio. Rajoy dice que sí y dice que no, o sea, que no
dice nada. Rajoy está, pero parece que no está, o sea, que como si
no estuviera. La gente, ante la sonora ausencia de un líder, de un
jefe, de un presidente de Gobierno, empieza a hablar cada vez más y
más alto. No sé si llegará un día en que, además de hablar,
empecemos a hacer. No quiero ni pensarlo.
domingo, 30 de octubre de 2011
Hablo poco
Yo no soy un gran hablador. Prefiero escuchar a hablar. Hablar por hablar no me satisface. Creo que hay que hablar cuando se tiene algo interesante que decir. Si no, lo mejor es callar.
Pero me he pasado muchos años hablando todas las mañanas durante 3, 4 o 5 horas en clase y ahora suelo estar callado casi todo el día. Por eso agradezco mucho que alguien me dé conversación, aunque sea poca. No me refiero a los chascarrillos del mercado o de las tiendas, sino a quien me plantea cosas, a quien me pregunta algo, a quien me hace hablar porque sabe que ahora tengo menos posibilidades. No me gustaría limitarme a hablar por aquí, aunque este es un lugar generalmente rico. Creo que necesito un poco más de contacto humano.
En fin, son las cosas de la nueva vida.
miércoles, 29 de junio de 2011
Palabras
Su acción acababa cuando terminaban sus palabras. La pequeña vela que iluminaba su mundo se apagaba cuando dejaba de hablar. La esperanza se desvanecía y las sombras se alargaban bruscamente cuesta abajo y se convertían irremisiblemente en oscuridad.
lunes, 20 de junio de 2011
Ruido
Sólo hay algo más molesto que un pobre cateto que no para de hablar: cuatro juntos. Si la vida, en un arranque de mala sombra, te pone cerca de un grupo de cuatro catetos habladores sin pausa y que no paran de echar bobadas y tonterías, una tras otra, por sus bocas, lo mejor es que cambies de lugar. Lo malo es que tan funesta aparición tenga lugar en el tren, en las cuatro plazas que, cara a cara, están situadas delante de la tuya. El odioso cuarteto estaba formado por cuatro señoras incapaces de callar o de bajar la voz o de darse cuenta de que no están solas en el coche a las cinco de la tarde. Estás encerrado. No te puedes mover del sitio, so pena de hacer el viaje de pie. Con semejante verbosidad no se puede dormir, no se puede leer, no se puede uno concentrar en nada. En realidad no se puede estar con estas cuatro señoras de almas vacías y buche rebosante de palabras.
Nada más llegar se zamparon unas madalenas y ni por eso dejaron de hablar. Una ingenua pasajera cercana se trajo una almohada cervical y un antifaz, pero no cayó en la cuenta de cargar con lo fundamental: unos buenos tapones para los oídos que la aislara del mundo sonoro que engendraban estos cuatro seres hablantes. Aparecieron con unas enormes maletas que, por lo que se oye, es posible que vinieran cargadas de palabras. A un señor que amablemente y sin saber lo que hacía les ayudó a subir las maletas a la repisa le endosaron un trozo de bizcocho, al parecer artesano, con el que viajaban para recobrar energías, a pesar de que el buen hombre les manifestó repetidas veces que no quería bizcocho. Lógicamente, se lo dejaron encima de la mesita como consecuencia de que les dio la gana a sus reales voluntades.
No pararon de hablar en todo el viaje. Ni un momento. Y dale, y dale, y dale. Hicieron el tiempo enormemente lento y largo, y el viaje, eterno, interminable. El ruido no es que acabe con todo, es que no deja empezar nada.
domingo, 15 de mayo de 2011
Hablar en público
Incluyo aquí un artículo de Jordi Adell que me parece interesantísimo, especialmente para profesores o para quienes tienen que exponer algo en público. Es para leerlo despacio y meditarlo.
Jordi Adell es profesor de tecnología educativa en la Universidad Jaume I de Castellón de la Plana.
jueves, 26 de agosto de 2010
Palabras
Cuando hablaba, creía que las palabras eran sólo palabras. Pero en realidad, las palabras son acciones sobre el mundo, producen efectos, tienen consecuencias para los demás y para uno mismo. Con las palabras puedes hacer daño o aliviar el mal, puedes encumbrarte ante los demás o quedar en ridículo. Es absurdo hablar por hablar. Es infantil creer que se puede decir cualquier cosa que le llegue a uno a la boca, sin medir lo que eso puede implicar.
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