Cada uno de nosotros no es más que una
parte insignificante del universo, algo menos que una gota de agua en
el mar. Si desaparecemos, el universo no nos echará en falta. Por
muy brillantes e importantes que nos parezcan nuestras ideas, no son
más que opiniones, ocurrencias infinitamente pequeñas, de las que
el universo puede prescindir sin que nada se altere. La grandeza
siempre viene de la humildad. La soberbia conduce inexorablemente al
ridículo. Todo ridículo es, en el fondo, un ridículo cósmico.
Deberíamos tener mucho cuidado en no hacer el ridículo.
Buenas
noches.
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