Hay quien tiene una facilidad extraña para ver la realidad con una evidencia absoluta. O no ven la complejidad que lleva dentro cualquier aspecto de la realidad o la reducen a alguno de sus elementos más simples. No veo otra posibilidad de obtener estas evidencias tan tranquilizantes, tan llenas de una sospechosa seguridad, tan mortecinas, tan falsas. Yo prefiero la duda. Veo más vida en la duda que en la evidencia, en la inseguridad honesta que en la tranquilidad falsa. Nadie se hizo fuerte defendiendo evidencias vacías. En cambio, en esa lucha que gana batallas, pero que nunca vence en la guerra, que es el combate contra la duda, la debilidad suele escaparse por alguna rendija y te deja el humano sabor de haber conquistado una pequeña certeza provisional, que te será válida hasta que de nuevo haga su aparición la duda, siempre acechante, y la acojas como tu querida y odiada compañera de viaje.
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