lunes, 30 de noviembre de 2020

Dicho en el pasado. Se quedó solo



 

30 de noviembre de 2019

Jamás se preguntó si su actitud era o había sido la idónea, la conveniente, la acertada. Partía de que siempre había hecho lo correcto. Casi podría decir que era el único que había obrado siempre bien. Las voces que le llamaban resentido aumentaban, pero él no las tomaba en consideración. Como nada es eterno, esas voces cesaron y él se quedó solo. Ni siquiera ya le criticaban.

Margarita Salas. Hombres y Mujeres de Ciencia. El Calendario de Bautista. 30/ 11/ 2020



Tal día como hoy de 1938 nació Margarita Salas


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Los lunes, músicas nuevas. Juliette Gréco

 


JULIETTE GRÉCO, nacida en Montpellier, se ha ido para siempre, a los 93 años. Ella fue la musa del existencialismo, la estrella de la chanson francesa. Contribuyó a hacer famosa "Les feuilles mortes", una canción de 1945, que se hizo muy popular, se convirtió en standard del jazz y acabaron grabando todos, de Sinatra a Bob Dylan.


sábado, 28 de noviembre de 2020

El infinito en un junco / 8




Heródoto, que vivió en el siglo V a.C., era un buscador de lo asombroso, capaz de analizar los hechos desde una perspectiva más amplia que la que ofrece la contemplación directa de los hechos. Tenía una enorme afición por los viajes y, en palabras de Jacques Lacarrière, que cita Irene Vallejo en la página 180 del libro,

“se esforzó por derribar los prejuicios de sus compatriotas griegos, enseñándoles que la línea divisoria entre la barbarie y la civilización nunca es una frontera geográfica entre diferentes países, sino una frontera moral dentro de cada pueblo; es más, dentro de cada individuo”.

Escribió un libro, que tituló Historias, en el que no relata el punto de vista de los griegos en las guerras del momento, sino la de sus enemigos, los persas y los fenicios. Con las Historias de Heródoto nace la disciplina que hoy conocemos con el mismo nombre. En palabras de Irene Vallejo (pág. 182),

“la historia occidental nace explicando el punto de vista del otro, del enemigo, del gran desconocido. Me parece un planteamiento profundamente revolucionario, incluso veinticinco siglos después. Necesitamos conocer culturas alejadas y diferentes, porque en ellas contemplamos reflejada la nuestra. Porque solo entenderemos nuestra identidad si la contrastamos con otras identidades. Es el otro quien nos cuenta mi historia, el que me dice quién soy yo”.

Mary Sommerville. Hombres y Mujeres de Ciencia. El Calendario de Bautista. 28/ 11/ 2020


Tal día como hoy de 1872 murió Mary Sommerville


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jueves, 26 de noviembre de 2020

Los jueves, músicas nuevas. Cat Stevens

 



CAT STEVENS, londinense de familia griega, fue un cantante muy importante en los primeros 70, hasta que en 1977 se convirtió al Islam (siempre ha condenado el terrorismo), se hizo llamar Yusuf Islam y abandonó la música. Paulatinamente ha vuelto y ahora sorprende con una versión de su clásica "Father & son" en la que dialogan la versión de 1970 con la de 2020, dialogan las voces del hijo y del padre, dueto de él consigo mismo.


Elizabeth Blackburn. Hombres y Mujeres de Ciencia. El Calendario de Bautista. 26/ 11/ 2020



Tal día como hoy de 1948 nació Elizabeth Blackburn


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miércoles, 25 de noviembre de 2020

25 N. La violencia de género existe y no debería existir




Nunca soporté la chulería, ni la soporto ahora. Me parece que es una reacción absurda y exagerada de quien se siente inferior a otro o a otros, y que reacciona haciendo creer a los demás que él es superior a quienes le causan esa impresión de inferioridad. Es una mentira interesada que debemos estar acostumbrados a descubrir, para no tener que cargar con los efectos desagradables de esos fantasmones que van por la vida sobrados, como si fueran los enviados del altísimo. En la raíz de la chulería veo la no aceptación de sí mismo y el no reconocimiento ni de como se es ni de cómo es el mundo. El chulo violenta tanto su percepción de la realidad como su actuación en la vida. Podríamos decir que violenta la normalidad porque es incapaz de aceptarla. Es el intento de que la apariencia triunfe sobre la realidad, de que esa otra realidad ficticia que crea aparezca venciendo a la racionalidad o a la evidencia. Y, junto a esto, suele haber un deseo de tener siempre ventaja sobre alguien, de sobresalir no tanto por su propia valía, sino aminorando la valía de los demás. El chulo es como un globo inflado que si se pincha, queda reducido a la nada inútil de la que huye.

Al machista lo entiendo como un chulo que va por la vida creyéndose superior a las mujeres, porque en el fondo está convencido de que no sabe lo que saben ellas, o que es incapaz de hacer lo que hacen ellas o que teme que en algún momento tenga que aceptar que alguna de ellas mande sobre él o, simplemente, tenga argumentos suficientes para que tanga que hacer él lo que no quiere. Además, el machista tiene mucho interés en sacar partido de esa supuesta superioridad, porque le beneficia y le permite tener una vida mucho más gratificante y descansada que la de las mujeres que le “sirven” y le “obedecen”.

Los machistas no tienen razones que justifiquen su posición ante la vida, pero, en cambio, siempre quieren tener razón. Por eso recurren a expresarse con algún tipo de violencia: hablando de arriba abajo, avasallando, reforzando sus palabras con un adelanto del cuerpo o con algún dedo extendido, dando golpes en mesas o en barras de bar, gritando si es menester, acompañándose de jaculatorias escatológicas y, si llega el caso, transformando esta violencia verbal en violencia física personal. Hablar de algo serio con tranquilidad con un machista suele ser tarea más bien imposible. El machista exige docilidad, obediencia y sumisión, y si no las encuentra, su reacción se torna más violenta aún.

Los machistas no suelen admitir la expresión “violencia de género”. Muchos de ellos no saben lo que significa, porque son muy pragmáticos y van de frente a lo que les interesa, que es creerse superiores y sacar partido de esa supuesta superioridad. Sin embargo, participan de una estrategia, que tampoco conocen bien, pero que repiten como un mantra inexcusable sin saber por qué: que no existe la violencia de género. Algunos ideólogos saben que una forma de luchar contra una realidad que no les interesa es la de intentar eliminar la expresión con la que nos referimos a ella. Es lo que hacía, por ejemplo, Rajoy llamando “ese señor” a Bárcenas, como si al no nombrarlo le negara la existencia. Es lo que pretenden hacer los machistas en este caso. Si quieren negar que hay violencia de género, no usan esta expresión, como dando a entender que tal violencia no existe en la realidad. Y al resto de machistas les viene bien esta maniobra, porque así se evitan pensar en el significado de una expresión (pensar suele ser complicado) que puede que les acarree desventajas.

Y, sin embargo, la violencia de género existe. Es aquella, de todo tipo, que ejercen los hombres sobre las mujeres, en virtud de una supuesta superioridad de los hombres. No solo existe esta violencia de género personal de hombres hacia mujeres, sino que además es estructural, es decir, que está incrustada en la organización de la sociedad. Este carácter estructural se manifiesta no solo en el ámbito familiar, sino también en el laboral, en el económico, en el social, en el educativo, en el religioso y en todos los aspectos de la sociedad en los que participan las mujeres. Reducir el ámbito de la violencia de género a una violencia “intrafamiliar”, como hacen algunos partidos de derechas, es optar por mantener la violencia en todos estos otros aspectos citados. Negar la violencia de género es vivir en un mundo irreal, en el que les interesa vivir a los machistas y en el que, lamentablemente, viven también algunas mujeres que asumen la ideología machista.

Es evidente que para que logremos una sociedad más justa, igualitaria y libre, y para defender a las mujeres que pagan con su sufrimiento y, demasiadas veces, con su vida la discriminación actual, hay que acabar con el machismo. Además de saber qué es el machismo y cómo actúan los machistas, hay que educar a los jóvenes de una manera más igualitaria y más sana. Hay que inculcarles los valores que hacen posible una convivencia y una sociedad justas. Hay que enseñar a los chicos, desde su más tierna infancia, a tratar a las chicas como seres humanos, como iguales, sin discriminarlas ni negarles derechos que ellos sí tienen. Y a las chicas hay que mostrarles cómo actúan los machistas, cuáles son sus maniobras más comunes, para que los vean venir y no caigan en sus redes. Como siempre, la gran respuesta a este problema está en la educación, pero, a corto plazo, no hay que bajar la guardia, porque la violencia de género que practica el machista existe y puede aparecer en cualquier momento.