miércoles, 24 de noviembre de 2010

Orgasmos


Nunca he tenido un orgasmo en un colegio electoral. Lo siento. Mi proceso de apertura de mente no ha llegado a las cotas necesarias para poder ponerme a echar resoplidos placenteros delante de la gente, especialmente de esos que en los días de elecciones van armados de papel y bolígrafo y van apuntando todo lo que pasa por la mesa, y de esos otros que no dejan pasar una y que intervienen en todo lo que ocurre ante la posibilidad de que alguien quiera variar la voz del destino. El caso es que como no soy catalán –parece que los catalanes son más sensibles a tales prácticas- ni me sale en las citadas circunstancias, me voy a quedar sin experimentar el correspondiente orgasmo democrático cuando me toque hacer el acto de penetración de la papeleta en la urna.

Sin embargo, algo de emoción profunda sí que me produce a mí el hecho de ir a votar. Es la vivencia de la igualdad. Puede haber allí una señora vestida de Arquitectura Humana, de Carolina Herrera o de Carrefour, o un señor con una camisa con un cocodrilo en el pecho o con una camiseta adornada con dibujos estridentes. Da igual. Cada uno de ellos vale un voto y, en principio, todos los votos son iguales. Es como cuando vas a una playa nudista en la que te das cuenta de que no somos más que seres humanos a los que nos gusta escondernos detrás de disfraces habituales. La igualdad me parece a mí más profunda y más emocionante que la libertad.

Me gusta la igualdad que se puede vivir en unas votaciones, aunque enseguida el optimismo se suele torcer, en cuando te das cuenta de que muchos de los que están allí votarán a los que luego nos van a desigualar y van a terminar perjudicando al propio votante, que seguramente andará pensando en otros orgasmos mucho menos trascendentes y más fáciles de obtener.





martes, 23 de noviembre de 2010

Ante la información



Estoy convencido de que cada vez contamos con menos información para formarnos una idea de lo que ocurre. Me da la impresión de que ni los ciudadanos ni los periodistas ni siquiera los gobernantes tienen todas claves para interpretar certeramente la realidad. Quizás en esto también haya dos actitudes: la del que se traga todo lo que le echan sin criticarlo ni siquiera mínimamente y la del que busca, la del que intenta encontrar más datos, la del que no se conforma con el dato simple ni, mucho menos, con la opinión visceral emitida por algún desaprensivo. No sé si serán, respectivamente, derecha e izquierda, pero sí que son estilos de vida distintos.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Una marea



Nada más aparecer, me colocaron en la orilla. Me dijeron que aquel era mi espacio y mi tiempo. La alegría solemne de la luz, el fresco relajante de la noche, el punzante olor del mar, el imponente sonido de las olas y la suave compañía de la arena me hicieron crecer sintiéndome feliz. Poco a poco, casi sin notarlo, el mar fue subiendo de nivel. Al principio me refrescaba los pies y me masajeaba las piernas. Cada vez había más agua y la arena de la playa se reblandecía a causa de mi peso y de la cantidad creciente de líquido que llegaba hasta mí. Me fui hundiendo lentamente y sin remedio en aquella mezcla. Con una rapidez alarmante fui sintiendo que a cada momento me era más difícil mover las piernas, que mis brazos se volvían inútiles, al igual que mis oídos y mis ojos se tornaban inservibles. El último torreón de vida que me quedaba era la respiración y el olfato a través de la nariz, pero una ola cargada con demasiada energía me la anuló para siempre. Allí quedé sepultado bajo la dulce apariencia de la arena y de las cálidas olas del mar.

Como todos los que fuimos depositados en la playa en aquel espacio y en aquel tiempo, no duré más que una marea.

sábado, 20 de noviembre de 2010

No a la pornografía infantil

Hay realidades que son una mezcla de delincuencia, enfermedad, degeneración, abuso y degradación moral que se materializan, entre otros lugares vitales, en la pornografía infantil.


En la actualidad hay alrededor de 100 millones de niños y de niñas en el mundo que están siendo obligados a prostituirse. Sólo en la India se calcula que hay entre 270.000 y 400.000. En la ciudad de Nueva York hay 20.000. En Tailandia hay 80.000, de los que 60.000 son menores de 13 años. La mayoría de estos menores obligados a prostituirse mueren de SIDA, de tuberculosis o de enfermedades derivadas de la actividad a la que se los condena.


Desconozco las cifras que puedan darse en España. Aquí son más conocidos personajes de la calaña de Sánchez Dragó que, con su "literatura" da por normales estas actividades. O de Esperanza Aguirre o de González Pons, que, en nombre de una cosa que llaman "libertad de expresión", de la que no saben nada, arropan y no critican lo que dice el primero, con lo que se apuntan también al carro de los cómplices implícitos.


Pena y rabia por los niños y niñas. Asco por los otros.



Poemas/ Juan Gelman. Niños

El 20 de noviembre se conmemora la fecha en que la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración sobre los Derechos del Niño en 1959 y la Convención sobre los Derechos del Niño en 1989. Por ello, el 20 de noviembre ha pasado a ser el Día Universal de los Niños y las Niñas. Más información aquí.


viernes, 19 de noviembre de 2010

De cualquier manera



La integración de los colectivos más diferentes es siempre muy difícil y creo que hay que hacerla con mucho cuidado. Hace poco leía en El País una entrevista con el productor de música Ricardo Pachón, el que sacó al mercado tantos discos de Camarón de la Isla, de Lole y Manuel, de Smash y de tantos otros. Hablando de la integración de los gitanos, decía que

“conoció la cava gitana de Triana antes de que fuera expulsada de allí esa comunidad por las presiones de las grandes constructoras, apoyadas por el gobernador del Opus Hermenegildo Altozano. ‘Entonces creían que para integrarlos lo mejor era la diáspora, pero fue al revés, en minoría se cierran aún más y se activa el racismo; luego con el tiempo crearon ese monstruo que son las 3.000 Viviendas, donde mezclaron a gitanos, quinquis y gachós, gente que nunca había vivido en pisos y, mucho menos, con ascensor. Recuerdo pasear por el barrio sevillano con Raimundo Amador y descubrir a un burro asomado a una ventana del segundo piso’.

Conozco un lugar en Alcorcón, Madrid, en donde hicieron otro disparate de estos. Desmantelaron unas chabolas y llevaron a los que vivían en ellas a unas casas prefabricadas que hicieron junto a un Instituto. Llevaron a vivir allí a un célebre delincuente que se hartó de montar números por los alrededores, quemando coches y sembrando el miedo entre la población. Desde entonces el Instituto fue recibiendo cada vez menos alumnos porque ninguna familia quería tener contacto con la zona. Al final tuvieron que echar al delincuente, pero el daño ya estaba hecho.

No se puede hacer nada de cualquier manera.

jueves, 18 de noviembre de 2010

En el tren



Iba yo en un tren de alta velocidad. Del otro lado del pasillo estaban sentadas, frente a frente, una mujer de unos 35 años, otra de unos 20 y un niño de 2 o 3, de cuidada melena rubia y vestido con ropas aparentemente carísimas, sentado en la falda de la primera. De las conversaciones que mantenían deduje que ninguna de las dos era su madre. Ambas iban bien vestidas, con vaqueros estilosamente raídos, bolsos de buen diseño, gafas de marca, ipods y chalecos acolchados.

Me enteré también que ninguna de las dos tenían parentesco entre sí, pero la madre del niño, que no estaba en el tren, les había sacado sendos billetes con la tarifa de familia numerosa y, lógicamente, no tenían ningún documento o carné que lo justificara.

En un momento dado vino el interventor y les pidió que pagaran las diferencias entre la tarifa que les correspondía y la que habían usado injustificadamente. No tenían dinero. El ferroviario entonces les pidió el DNI y la dirección para que Renfe pudiera cobrar el dinero de la estafa.

El niño, a pesar de que el interventor estuvo bastante correcto, dijo que tenía miedo. Después de terminado el episodio y cuando el interventor ya había desaparecido, el niño volvió a decir que tenía miedo.

Me hago algunas preguntas ¿de dónde le ha venido el miedo al niño? ¿Nació ya con él o se lo metieron luego en su mente? ¿Así se han hecho ricos estos pájaros, estafando a las empresas y no pagando lo que les corresponde? ¿Esto se arregla simplemente pagando, sin ninguna multa que les haga recapacitar y volver a los usos y costumbres de los mortales? ¿Qué será de este miedoso niño rubio dentro de treinta años?