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sábado, 29 de octubre de 2011

El 'todo vale' en la frutería

Acabo de volver de hacer la compra en la frutería. Mientras estaba allí, ha entrado una señora joven, bien vestida y de aspecto agradable, con una niña pequeña de 4 o 5 años. La niña se ha dirigido a la cesta de las mandarinas y ha tomado una por su cuenta ante las atentas miradas, por una parte, de su madre, que se ha quedado callada y no le ha hecho ninguna indicación a la niña, como si no fuera con ella, y, por otra, de la frutera, a la que se le ha cambiado el tono de la voz.

¿Cómo no va a ganar el PP? Si desde la más tierna infancia educan a los niños en esa trágica norma de 'todo vale', ¿cómo van a creer luego estos niños en el respeto, en el sacrificio, en la igualdad o en la libertad? ¿Entiendes por qué no quieren educación pública? Lo que no quieren es que conviertan a los jóvenes en ciudadanos libres, que piensen por su cuenta y que descubran que hay cosas que no se deben hacer y valores que hay que respetar.

La pobre niña, si alguien no lo remedia, votará al PP el día de mañana y su santa madre, es decir, la señora que parió a la niña, porque de madre, por lo que he visto, tiene poco, ya lo votará ahora y por los siglos de los siglos, porque a ella le va bien.

Habrá que atar las mandarinas con cadenas en las fruterías por si entra esta gente.

sábado, 20 de agosto de 2011

Letras que hago mías: Enfermos mentales y cuidados paliativos.





El 9 de agosto de 2011 se publicó en El País la siguiente Carta al Director. Me parece buena para reflexionar sobre el tema.



Enfermos terminales y cuidados paliativos 


AMPARO GISBERT AGUILAR (Médica de Cuidados Paliativos)  -  Valencia 

EL PAÍS  -  Opinión - 09-08-2011


En relación a la noticia aparecida el día 2 de agosto en la sección de Sociedad sobre la paciente diagnosticada de demencia avanzada y portadora de sonda nasogástrica para su alimentación, me gustaría aportar, desde mi experiencia, unas reflexiones.


Cuando el paciente diagnosticado de demencia presenta una progresión de su enfermedad y es incapaz de alimentarse por sí mismo, la evidencia científica actual nos dice que nos encontramos en la fase final de la enfermedad y que alimentar al paciente de manera artificial no mejora su calidad de vida.


Tomar decisiones en estas condiciones es una tarea difícil con la que frecuentemente nos encontramos los profesionales sanitarios y para la que se precisa formación en bioética.


La alimentación e hidratación de los pacientes tiene unas connotaciones simbólicas muy importantes y unos valores cargados de sentido ideológico. Es decir, si consideramos la vida humana como algo sagrado que hemos de mantener por encima de cualquier otro valor o si consideramos que la vida humana no tiene sentido si está llena de sufrimiento.


Esta es la cuestión fundamental y a los profesionales sanitarios nos corresponde investigar y promover que los pacientes realicen voluntades anticipadas para tener una garantía ética de que la toma de decisiones tiene en cuenta sus deseos y valores.


Si, desafortunadamente, el paciente no ha hecho declaración de voluntades anticipadamente y no es capaz de decidir, queda la opción de explorar junto con su familia cuáles son sus valores y qué hubiera decidido el enfermo para ayudar a acercarnos a la que hubiera sido su voluntad.


Es importante no olvidar nunca que vivimos en una sociedad plural y que los médicos tenemos la obligación ética de atender a todos los pacientes respetando al máximo su historia de valores.






viernes, 19 de agosto de 2011

Llamada al PSOE y a los ciudadanos


Conozco a policías que se comportan, cuando están de servicio y cuando no lo están, como seres humanos educados, corteses y eficaces, aunque también había detectado hacía tiempo algunos bastante ordinarios y groseros en sus modales. Siempre pensé que estos serían casos aislados, ovejas negras que enturbiaban lo que en líneas generales era de una tranquilizante normalidad democrática y humana.

Últimamente mis dudas están llegando a extremos bastante alarmantes, sobre todo cuando observo comportamientos cuyos detalles desconozco, pero que como ciudadano me preocupan mucho. Este vídeo que acabo de ver no parece propio de una sociedad democrática y avanzada, sino más bien de un pueblo brutal y atrasado del oeste americano. Tengo la impresión de que un virus ha entrado en la policía y que está haciendo estragos entre sus miembros. Después de una época en la que parecía que la transición había pasado por las comisarías y los cuarteles, ahora cada vez más me viene a la mente el color gris cuando veo a un policía. Es como si la imagen de la policía hubiera caído en picado en estos últimos días y que su restauración se vislumbrara muy difícil, como no cambien pronto y mucho las cosas.

Me gustaría equivocarme, pero me parece que esto que está sucediendo con la policía no es sino una muestra más del peligrosísimo viaje hacia atrás que está experimentando la sociedad española. Lo voy a decir con toda claridad. Los comportamientos antidemocráticos, partidistas, cínicos, ordinarios y defensores del “todo vale” del Partido Popular, junto con la desidia, la incapacidad para crear conciencia social, la escasa creatividad y la pasividad con las fuerzas reaccionarias mostradas por el PSOE han dado lugar a una sociedad en la que empieza a ser preocupante la pérdida y la degradación de los valores democráticos. El animalizante “todo vale” ha desbancado hace tiempo a la idea de igualdad, en la que todos y todas deberíamos tener los mismos derechos. La zafiedad ha sustituido al respeto. El egoísmo basto ha mandado a tomar vientos a la cortesía. El dinero fácil ha empequeñecido el trabajo bien hecho. La violencia se ha hecho más normal que las actitudes racionales. Los privilegios han oscurecido los derechos. La mentira interesada ha vencido a la honradez. El siglo XIII es más actual que el XXI. La mala educación ha triunfado sobre la ciudadanía.

Creo que empieza a ser peligroso intentar vivir democráticamente en la sociedad española. Esto es una humilde llamada de atención al PSOE y a los ciudadanos. Si el PP toma más poder en nuestra sociedad, las cosas irán aún a peor democrática, económica, política ética y socialmente. En manos del PSOE está dejarse de candideces y de contemporizaciones y empezar a organizar valientemente el país de forma que los ciudadanos empiecen a despertar y a cobrar ilusión por crear una sociedad racional, respetuosa, vivible y más humana. Esto que vemos con tanta frecuencia últimamente no merece la pena.




miércoles, 9 de marzo de 2011

Tipos molestos




Ya en la cola del tren había demostrado lo listo que era intentando ascender por la cola con descaro y como resbalando sobre los demás. Cuando ha subido al coche, se ha instalado los auriculares en los oídos, ha sacado el ordenador y el teléfono y se ha puesto a trabajar. Se le ha antojado enseguida ir al servicio, que estaba ocupado, pero él ni lo ha sospechado. Con la firmeza y la decisión que puede que dé la convicción de que el servicio es suyo o que a ningún mortal se le puede ocurrir hacer un pis cuando él lo necesita, ha comenzado a tirar del picaporte de la puerta hasta que ha hecho saltar la palanca. Como la puerta que separa un coche de otro está abierta, he visto que le ha sonreído al ocupante y he oído que le ha dicho: "No, no. Termina, termina". Cuando ha vuelto, ha decidido hablar por teléfono. Como es tan listo y puede hacer dos cosas a la vez, se ha quitado uno de los auriculares, sólo uno, y se ha puesto a telefonear con un volumen de voz tal alto que ha provocado las miradas de los viajeros. Toda su inteligencia la ha puesto al servicio del negocio que se traía entre manos, olvidándose de quitarse el auricular para no gritar y no molestar.

Casualmente hemos estado hablando en clase esta mañana de este tipo de personajes que van por la vida como si estuvieran solos, que abundan cada vez más y que son tan molestos.

jueves, 14 de octubre de 2010

El marco



La señora presidenta de la Comunidad de Madrid, doña Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, condesa de Murillo, haciendo gala de su frecuente ordinariez, justificó el día del desfile con motivo de la Fiesta Nacional de España los abucheos orquestados contra el presidente del Gobierno de la Nación diciendo que aquello era “libertad de expresión”. Más concretamente, cuando la esposa del presidente cántabro, que asistía al acto, se quejó de aquellos abucheos, según relata el diario El País, le respondió (te puedes imaginar con la cara de superioridad y de satisfacción que lo haría): 
Pero si a ti no te va a pasar nada. Es libertad de expresión
Esto fue dicho en un acto oficial y por una señora presidenta que proyecta su individualismo neoliberal, siempre preocupado únicamente por lo que le pueda a pasar a ella y a los suyos, en una situación en donde estaban en juego otros valores distintos, que ella desde hace tiempo ni entrevé.

Muy neoliberal señora: Debe usted saber que eso no es libertad de expresión. Ni cuando se lo hacen a un presidente socialista ni cuando se lo hacen a uno de los suyos. La libertad de expresión no es un valor que se pueda poner en práctica en cualquier situación. Cuando en el pleno de algún organismo alguien entre el público expresa su opinión, rápidamente se le expulsa y nadie sale en defensa del que interfiere su desarrollo diciendo que aquello es libertad de expresión. Esto debería usted saberlo y pensarlo antes de hablar, si fuera usted responsable de lo que hace y dice. Para que haya libertad tiene que haber también respeto, tanto hacia las personas presentes como hacia el acto que se está celebrando. Si no hay respeto, no puede haber libertad, ni de expresión ni de nada. Y esto, porque los valores cobran sentido dentro del marco de los Derechos Humanos, pero nunca fuera. Hay que ser tolerante, pero, cuando alguien, con su palabra o con sus actos, se coloca fuera del marco de los Derechos Humanos, se debe ser intolerante con lo que dice o hace. Y el día de la Fiesta Nacional, los que abuchearon al presidente elegido democráticamente, hasta en el momento solemne del recuerdo a los soldados muertos, a los que tampoco respetaron, se situaron fuera de este marco.

Señora presidenta: Cuando usted confunde la libertad de expresión con un acto de incultura, de escasa civilización, de grosería, de mala educación y de vulgar gamberrismo, lo que hace es ponerse a ese mismo nivel. Es posible que a usted eso no le importe, pero a los que la soportamos, sí, precisamente porque también es nuestra presidenta.

martes, 29 de septiembre de 2009

Candados


Otra vez el todo vale. O la ignorancia de lo que se tiene entre manos. O la falta de respeto. O la ordinariez. O el no saber que hay que seguir normas. O el creerse que están solos en el mundo. O que nadie les ha enseñado a razonar. O todo junto.

Se acostumbraron a hacer pintadas en donde les daba la gana y nadie les dijo nada. Ahora se les ha ocurrido proclamar su mutuo amor eterno hasta que se separen colocando un candado en el Puente de Triana, en Sevilla, que, además de ser un monumento BIC, esto es, un Bien de Interés Cultural, es algo que no es suyo, sino de todos los sevillanos y de toda la humanidad. La moda está en que las parejitas vayan al Puente y lo infesten de candados. No saben ni qué es un bien –lo cual es lo más grave de todo-, ni en qué consiste tener interés, ni qué es la cultura, cosa que quizás sea ya demasiado pedir. Sólo saben que se lleva lo del candado y que hay que poner un candado y que por qué no voy a poner yo un candado donde me salga de donde me tiene que salir, coone.

El Ayuntamiento parece que ya ha reaccionado y va a quitar los candados cada quince días. En la red social Tuenti el asunto está que arde y se ha creado un blog

http://trianasincandados.blogspot.com

que ha lanzado una campaña en la que se sugiere al del candado que invite a su amada a pescaíto frito y que se deje de hacer el capullo incívico.


El lema no puede ser más claro y, además, tiene su gracia.


lunes, 26 de enero de 2009

¿Por qué se ofende este hombre?


El ciudadano Antonio María Rouco Varela, cuya única profesión conocida es la de sus creencias, que ya es para echarse a temblar, me está empezando a calentar las castañas.

Cuando el ciudadano Rouco dice creer en dios, yo, que no profeso tal creencia, no me siento ofendido por ello ni por él. Tampoco creo que ninguna persona razonable, sensata, adulta, con un sentido maduro de la democracia, tolerante, ocupada en vivir su vida y que no tenga las creencias que pregona el citado ciudadano se sienta ofendida por que este señor crea en lo que cree.

Cuando el ciudadano Rouco prohíbe a sus seguidores el uso de condones y, en general, de métodos anticonceptivos, yo no me siento ofendido. Me parece una monstruosidad más propia de alguien por quien aún no ha pasado la Ilustración y que, ante el fenómeno del SIDA y el de los embarazos no deseados, se empeña en mirar hacia otro lado, que de personas que ocupan puestos destacados en una organización, aunque ésta sea religiosa. Sé que muchísima gente está en contra de ese disparate, pero no por eso se sienten ofendidos. Allá cada cual con lo que dice y con lo que obedece.

Si toleramos que el ciudadano Rouco crea en lo que cree y que diga lo que dice, ¿por qué entonces el ciudadano Rouco, ante la presencia de autobuses en los que se dice que “probablemente dios no exista”, dice lindezas tales como que “los medios públicos no deberían ser utilizados para socavar derechos fundamentales” o que los creyentes tienen derecho “a no ser heridos y ofendidos en sus convicciones”? ¿Todavía no se puede decir en público que, según alguien, dios no existe, porque quien cree que sí existe se ofende? ¿Tan débiles son esas creencias que la postura contraria se vive como una ofensa? ¿En qué siglo habita este ciudadano? ¿Y en qué siglo quiere que habitemos los demás?

El ciudadano Rouco se atreve, además, con una osadía que linda con el mal gusto, a pedir a las autoridades –que, por lo que se ve, cree que están a su servicio- que “tutelen como es debido el derecho de los ciudadanos a no ser menospreciados y atacados en sus convicciones de fe”.

Quiero que sepa el ciudadano Rouco que yo no me callo ni me voy a callar porque su hipersensible (para lo que le interesa) personalidad se sienta ofendida. Que él no es nadie para decirme a mí lo que puedo decir y lo que no puedo decir. Que me siento con todo el derecho del mundo a expresar lo que pienso y a avisar a mis conciudadanos de lo que me parece una actitud antidemocrática, trasnochada e inhumana. Que si se ofende, que revise con seriedad sus mecanismos psicológicos, porque puede que algo no funcione de manera saludable, racional, cívica o humana en ellos. Que sería bueno que tomara de donde pudiera un poco de sentido del ridículo y, sobre todo, que dejara vivir tranquilos a los demás. Pero ¿quién se cree este ciudadano que es? ¿quién le paga a este ciudadano para que diga estas cosas?

Y a las autoridades civiles les pediría que abordaran de una vez por todas las antidemocráticas normas que regulan las relaciones del Estado con la Iglesia católica. Ya está bien de tolerar lo intolerable.
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