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miércoles, 17 de octubre de 2012

sábado, 28 de abril de 2012

Contra la fe de las religiones




En la evolución del ser humano concreto, de cada individuo, hay un paso cualitativo importante desde la fe hacia la razón. El niño no sabe casi nada, pero debe creerse lo que le dicen los mayores, porque, si no lo hace, seguramente no sobrevivirá. A medida que va creciendo en él el uso de la razón y va adquiriendo conocimientos, tiene que dejar de creerse lo que le dicen, para ser él mismo, con su saber, el que dirija su propia vida.

Lo mismo ocurre cuando se considera la especie humana. Los primeros seres humanos no estaban en condiciones de usar la razón de la misma manera que la podemos usar ahora. Tenían que echar mano de la fe, de las creencias en lo que algunos grandes hombres les decían, para poder lograr la supervivencia. Posiblemente este sea el origen de algunas normas higiénicas o éticas que se han transmitido a lo largo de la historia. Cuando el ser humano ha ido acumulando conocimientos y ha sido capaz de interpretar el mundo con la razón, ha ido reinterpretando lo que antes creía y ha ido rechazando aquellas normas que le parecían injustas, absurdas o irracionales.

En el momento histórico actual no parece muy justificable que un ser humano desarrollado y consciente de las capacidades humanas siga anteponiendo su fe religiosa-una de las fes posibles- a lo que le dice la razón. No parece concebible que, por ejemplo, se siga discriminando a las mujeres, como hacen prácticamente todas las religiones, cuando la razón te hace comprender que todos los seres humanos somos iguales en derechos, con independencia del sexo que se tenga. Por eso parece una maniobra de escasa calidad humana la de la Iglesia católica británica, que ha pedido ayuda a las comunidades judías y musulmanas para ir en contra del proyecto de legalizar el matrimonio entre personas homosexuales. Si hay un contravalor que detecta enseguida el retraso en el desarrollo humano de una persona, este es el de la intolerancia. Por eso, estos rancios religiosos quedan pronto al descubierto. No me extraña que cada vez haya más personas que se sitúen en contra de las Iglesias y, por extensión, contra todas las religiones: no les dejan vivir.

martes, 31 de enero de 2012

Atrévete a saber



Tomo prestado del blog de Ángel Gabilondo la siguiente reflexión sobre la que fue la máxima de la Ilustración: Sapere aude, atrévete a saber. Es el ideal humano de no depender de lo que te digan los otros, de no tener que creer lo que no entiendes, de ser tú mismo el dueño de tus actos y de tus ideas y de tus criterios. Hay que pensarlo.

"Sapere aude! Es más que una exclamación ilustrada. Es un grito que de la mano deKant nos convoca a valernos de nuestro pensamiento, de la propia razón, para no vivir sometidos al dictado de otros, para conocer los propios límites. Y, añadamos, para sobrevivir, y aún más que eso, en un contexto de verdadero aburrimiento ontológico, donde parece que da igual lo que pensamos, porque pensemos lo que pensemos, ocurre lo mismo. Pero es un grito a la par, Foucault nos lo recuerda, que no es una simple vociferación, es una acción de pensamiento, es un atrevernos a pensar que nos llama a preguntarnos por nosotros mismos y por nuestro propio presente."¿Quiénes somos en este preciso momento de la historia?"."


La ilustración está tomada del estupendo blog El pensamiento de Fry.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Tú primero




En la vida hay cosas indemostrables porque superan el alcance de la razón para hacerlo. Vas buscando algo que necesitas, pero no lo encuentras, y si te quedas ahí, te hundes. Hay, no obstante, una posibilidad que resulta paradójica, ilógica, absurda y, además, hay que tener ganas de vivir para probarla. Se trata de que pongas tú antes lo que no encuentras, de que des tú lo que quieres que te den, de que tengas el gesto chocante y altanero de ofrecer tú lo que necesitas. El resultado te sorprenderá, estoy seguro. Si te vuelcas, no te caerás.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Seguro de ti mismo




Cuanto más seguro estás de ti mismo, más antipático e impertinente te pones. Qué poco te importamos los demás. Sólo quieres tener el poder. Ni siquiera te importa tener razón o no.

lunes, 13 de septiembre de 2010

La actuación



Para hacer algo en el mundo contamos, en primer lugar, con la sensibilidad. Con ella obtenemos información de lo que pasa en la realidad exterior y también en la interior. Por ejemplo, con la sensibilidad yo veo en el bar un imponente plato de ensaladilla rusa y siento en mí un enorme deseo de dar cuenta de él. Sobre la sensibilidad puede actuar la voluntad, que es la que decide lo que se va a hacer, desde no hacer nada a comerte toda la ensaladilla porque te apetece. Y está también la razón, cuya misión es explicarle a la voluntad las circunstancias que rodean tu acción, las consecuencias para ti y para los demás y todos los elementos previos y posteriores que pueden intervenir en la elección que va a hacer tu voluntad.

Mi pregunta es muy general, pero creo que, a pesar de eso, puede ser contestada. En el mundo actual, ¿a qué le solemos dar más importancia a la hora de actuar, a la sensibilidad, a la voluntad o a la razón?

lunes, 15 de marzo de 2010

El amor


Me había acostumbrado a creer que la gripe era la fiebre, que la primavera eran las flores, que el día era la luz, que la felicidad era ese rato agradable en el que se te escapa sin querer una leve sonrisa y que el amor era un sentimiento.

Un día aprendí a no confundir las causas con los efectos y me di cuenta de que éstos son en realidad las consecuencias de unos procesos, de unas circunstancias y de unas decisiones en las que lo racional tiene mucho peso. Los procesos, las circunstancias y las decisiones son las causas de un producto final en cada momento, que es el efecto.

Comprendí así que la fiebre es el efecto de un proceso racional de infección que se manifiesta en una subida de temperatura, la cual sería imposible sin la infección. Entendí que para que hubiera flores tenían que darse un cúmulo enorme de circunstancias que, con su funcionamiento racional, culminaban en esa flor que admiraba con placer. Me asombré ante la cantidad de movimientos y de fuerzas que con sus leyes racionales tenían que entrar en acción para que hoy apareciera la luz durante el día. Y me sobrecogí al constatar todo lo que tuve que añadir yo a las circunstancias, pensando y razonando, para que esa sonrisa tenue, pero profunda, que me sabía a felicidad, apareciera en mi rostro. Sin esas causas nunca se hubieran dado esos efectos. Y no me digas que no son esas todas las causas que producen esos efectos, porque no es eso lo que yo te digo. No son esas todas las causas. Lo que digo es que son necesarias, que quiere decir que no pueden faltar.

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domingo, 27 de julio de 2008

Saber es poder, pero, también, querer es poder

El ser humano está dotado de razón. Con la razón puede descubrir lo que vale y lo que no vale.



Pero no basta con eso. Es necesaria la voluntad para decidir hacer real lo que vale o lo que no vale.



Y todos somos discapacitados.