El machismo es un gravísimo problema
que acecha a las mujeres en cualquier lugar. Pero no sólo hay que
luchar contra los individuos machistas, sino que hay que ir, además,
contra un machismo estructural que está instalado en la sociedad a
través de mentalidades, costumbres, tradiciones y leyes que hay que
combatir con urgencia. Hay que hacer visibles las situaciones de las
mujeres que sean víctimas ocultas de estas acciones inhumanas. Son
necesarias informaciones y acciones de denuncia, de toma de
conciencia, de educación y de política. No hay que bajar la guardia
en este tema ni un solo momento. Buenos días.
El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
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domingo, 14 de julio de 2013
sábado, 6 de julio de 2013
Buenos días. Violencia de género
Nunca es suficiente la atención que le
prestamos al peligrosísimo fenómeno del machismo y a su trágica
consecuencia, la violencia de género.
El machismo es la creencia que dicen
tener algunos hombres de que son superiores a las mujeres y que, por
tanto, éstas deben obedecer sus órdenes y situarse en un plano de
inferioridad respecto de ellos. Cuando la mujer se rebela o no
responde a las expectativas que el machista tiene sobre ella, éste
puede reaccionar violentamente, cosa que justifica por esa supuesta
superioridad que dice poseer. El número de mujeres que sufren
violencia de género es enorme, porque la prevalencia del machismo en
la sociedad es también muy grande.
Me parece importante, aparte de
denunciar cualquier agresión y de acudir a los centros de ayuda que
afortunadamente existen, aprender a prevenir a tiempo la violencia de
género. El control que puede hacer el hombre sobre cómo viste la
mujer, sobre las llamadas que hace, sobre con quién habla, la opinión que
tenga de ella, la solución no dialogada de los conflictos, la
ausencia de igualdad en el trato, las faltas de respeto en privado y
en público, los signos de desprecio, por pequeños que sean, pueden
ser síntomas de una violencia de género en ciernes. Toda la
atención que se ponga en esto es poca. No se trata de fijarse sólo
en unos ojos bonitos o en una labia envolvente, sino de racionalizar
una relación y de ver si, por lo menos, está basada en el respeto
mutuo.
Te recomiendo la lectura del libro
Feminismo para principiantes, de Nuria Varela,
que da una muy buena información sobre este fenómeno tan importante
en la sociedad. Igualmente te sugiero que sigas en las redes
sociales la experiencia que está realizando en una casa de acogida
de mujeres maltratadas. Es muy esclarecedora de la situación. Buenos
días.
viernes, 28 de junio de 2013
Buenas noches. Día del Orgullo LGTB
Hoy se ha celebrado el Día
Internacional del Orgullo LGTB (Lesbianas, gays, transexuales y
bisexuales). Es un buen día para reflexionar un poco sobre las
discriminaciones y, en especial, la que se lleva a cabo por la
orientación sexual de las personas.
Una discriminación es el trato
desigual que se da a los que son iguales. Es una manera de ir en
contra del principio de igualdad, que dice que aunque todos seamos
diferentes, somos iguales, esto es, tenemos todos los mismos
derechos. Hay quienes se creen con poder para considerar que, en
ciertos temas, una de las posibilidades es la única válida y que
las demás, o carecen de valor o son imposibles de ejercer. Por
ejemplo, los machistas consideran que el hombre es superior a la
mujer y que ésta, como consecuencia, tiene que obedecer y soportar
las decisiones masculinas. Otros tienen mucho interés en hacernos
creer que las personas de piel blanca son superiores a las que la
tienen de otro color. A otros les da por imponer que una persona
sólo puede sentirse atraída sexualmente por otra de distinto sexo.
Todas las demás posibilidades (homosexualidad, bisexualidad, incluso
la transexualidad) quedan prohibidas o son consideradas como a
berraciones, simplemente porque les da la gana a estas personas.
Las discriminaciones suelen ser
defendidas por personas de poca formación humana, que creen que sólo
existe lo que han visto y que cualquier otra posibilidad distinta a
la suya es un atentado a su pobre forma de ver la vida. Hay que ser
muy atrevido para creer que en un mundo en el que habitan más de
siete mil millones de personas (mira este enlace. Te gustará) la
propia postura es la única posible.
Te sugiero que pienses en las demás
personas siempre bajo la idea de igualdad. Todo el mundo tiene
derecho a poner sus afectos en donde le dé la gana y no hay ningún
argumento que justifique la intolerancia hacia quienes tienen gustos
diferentes a los propios.
Desde aquí transmito mi solidaridad
con quienes no tienen aún la misma libertad que tengo yo para
manifestar públicamente mi orientación sexual.
Tienes más información interesante aquí.
sábado, 12 de enero de 2013
Una mujer no es su coño
Ayer, gracias a una amiga, encontré el
blog Viajamor, en el que su autora, Elena Alonso,
publicó un interesantísimo post titulado A qué huele el coño. Te recomiendo mucho su lectura. Puedes acceder a él
pinchando sobre su título.
En mi opinión, el post refleja muy
bien tanto la actitud del machista chistoso, que se cree con la
capacidad de decir estupideces sin límite relacionadas con la mujer,
como la de la mayoría de las personas, quienes, por no crear una
situación desagradable, toleran al chistoso y sus bobadas,
perpetuando así una situación lamentable de discriminación y de
falta de respeto. El post muestra también la encomiable actuación
de la autora, que, rompiendo moldes, supo estar a la altura de su
dignidad, desarmando al irrespetuoso machista.
Yo quisiera aquí insistir en algunas
características de este proceder machista, que ignora por completo
el respeto y la consideración que se le deben, en este caso, a
cualquier mujer e invitar a reaccionar y desenmascarar la perniciosa
injusticia que estos tipos practican.
El machismo es un tipo de
discriminación por el que ciertos hombres se creen superiores a las
mujeres, creyendo, además, que sus funciones sociales -englobadas en
lo que se llama el género masculino- son superiores a
las propias del género femenino.
En general, todas las discriminaciones
-el machismo, el racismo, la xenofobia, etc.- se basan en una
supuesta superioridad del discriminador, lo cual le lleva a creer que
puede decir y hacer lo que le dé la gana, anulando el respeto a las
personas discriminadas. Esto es lo que le empuja a hacer chistes
estúpidos que cosifican y despersonalizan a las mujeres, y que las
tratan como si fueran objetos sin dignidad.
Estos chistosos machistas, además, a
causa de la falta de dignidad que padecen, han perdido el sentido del
ridículo. Es lo que les lleva a pensar que las tonterías que dicen
son el colmo de la gracia y del ingenio y a ridiculizar a las que
consideran inferiores. Se creen así que quedan por encima de ellas y
que adquieren el reconocimiento de los demás. Ante las personas
sensatas, sin embargo, lo único que hacen es aparecer como seres
pobres en humanidad y como cretinos descontrolados, de los que habría
que huir en una próxima ocasión.
Estos machistas tan supuestamente
graciosos no son capaces de saber que se retratan con sus chistes y
sus chascarrillos. Dan muestras de gran insensibilidad hacia unos
colectivos con problemas, que son precisamente aquellos a los que
convierten en objetos de sus desgraciadas gracias. Y parece que
intentan cubrir sus carencias comunicativas, su falta de temas de
interés, sus frustraciones, su alarmante falta de ética o su
deficiente realización personal con sus chistes, esperando con ellos
el aplauso de la concurrencia, cosa en la que generalmente fracasan.
Me parece muy valiente y meritoria la
reacción de la autora del post, plantándole cara al chistoso y
dejando bien claro el lugar y la dignidad de la mujer. Me gustaría
que hombres y mujeres fuéramos capaces de colaborar en la tarea de
hacer real la igualdad y que estuviéramos más dispuestos para
hacerles ver a estos tipos que si quieren hablar de la mujer, la
traten como a una persona, sin reducirla a alguna de sus partes y sin
referirse a ella como lo haría un animal en celo.
jueves, 3 de enero de 2013
viernes, 22 de junio de 2012
Esclavas. Exposición de Yolanda Domínguez
Se trata una vez más de que en el
mundo actual se sigue queriendo ocultar al ser humano que es cada
mujer. En el centro de todo el entramado estructural de nuestras
sociedades está instalado el poder. Y el poder está en manos
fundamentalmente de los hombres. Esta es la base desde la que surge
el problema del que trata la exposición titulada “Esclavas”
que nos presenta Yolanda Domínguez en la Galería Rafael Pérez Hernando, calle Orellana, nº 18, de Madrid.
El poder se ejerce siempre sobre
alguien. Puede ser que por motivos circunstanciales, que pueden ser
económicos, políticos, sociales o de cualquier otro tipo, alguien
caiga dentro de uno de los ámbitos del poder y tenga allí que
soportarlo. Pero a determinados hombres, que hacen del poder, sea
éste poco o mucho, el eje de sus vidas, les interesa tener bajo su
mando a personas, no por meras causas circunstanciales, sino
estructurales. Necesitan dominar a seres que, al exclusivo juicio de
estos poderosos, posean una estructura tal que no puedan alcanzar el
estatus que ellos ocupan. Y en este ámbito estructural y como
consecuencia de la ideología machista que profesan, colocan a las
mujeres. A estos hombres que viven del poder les interesa profesar la
idea de que cualquier mujer, por el mero hecho de ser mujer, debe
ejercer unas funciones en la sociedad distintas de las que llevan a
cabo ellos. Así, a la mujer le corresponde ser femenina, esto es,
dulce, obediente, sumisa y bella, entre otras atribuciones de índole
igualmente secundaria, de la misma manera que ellos creen haber sido
destinados a desarrollar funciones masculinas, siempre relacionadas
con el mando, la fortaleza, la libertad y la superioridad.
Esta maniobra interesada de los hombres
de poder establece en la sociedad una peculiar distribución
funcional. A cada uno de los sexos los machistas asocian un género,
con la particularidad de que el género femenino, constituido por las
funciones asociadas a las mujeres, siempre es inferior y dependiente
de los hombres, que son los llamados a poner en práctica las
funciones propias del género masculino. De esta manera, el sexo, a
través del género, se convierte en el último criterio de
estructuración social.
Es evidente el interés que el hombre
machista tiene cuando pone en práctica esta maniobra, porque ella le
permite tener a su disposición una mujer obediente que le
proporciona mano de obra gratuita en la casa, la satisfacción de las
necesidades cotidianas y el recurso a una fuente siempre disponible
de placer sexual. Y resulta también evidente el prejuicio del que se
deriva toda esta organización social machista: el de la supuesta (y
jamás comprobada) superioridad de los hombres sobre las mujeres.
Hay culturas en las que el poder sobre
la mujer se ejerce de una manera dura y cruel, con prohibiciones
brutales y con ritos que un mínimo sentido de lo humano condenarían.
Recordemos, por citar sólo dos ejemplos, a las mujeres de las tribus
de los patanes, en Pakistán, que no pueden salir a hacer sus
necesidades fisiológicas fuera de la casa, como sí hacen los
hombres, mientras no se haga de noche, para que nadie las vea,
sufriendo enfermedades renales derivadas del simple capricho
masculino; o a las de la tribu de los danis, en el valle de
Baliem, en Papúa Nueva Guinea, que deben soportar la amputación de
alguna falange de sus dedos cuando muere un familiar varón.
Sin embargo, hay costumbres menos
cruentas, más sutiles, pero igualmente eficaces para ejercer el
dominio sobre la mujer. Son las que afectan a la vestimenta de las
mujeres, como es el caso del burka, que los talibán impusieron como
obligatorio a las mujeres en Afganistán. La vestimenta, en general,
siempre conlleva una fuerte carga simbólica. Cuando el hombre
machista considera que la mujer no es un ser humano, sino un objeto
de su propiedad, del que puede gozar a su antojo, y no quiere que
ningún otro hombre pueda contemplar eso que es suyo, entonces la
tapa sin piedad con telas que van desde el pañuelo hasta el chador,
el niqab o el burka. Si la mujer que va dentro de esa cárcel de
tela, sufre, tropieza, padece enfermedades por no recibir la luz del
sol o termina perdiendo la visión, eso no le importa al machista,
porque para él la mujer no es más que un ser inferior, utilizable
para sus intereses y sustituible por otra en el caso de que se
convierta en inservible.
Es verdad que en nuestra cultura
solemos ser muy críticos con el uso del burka. Sin embargo, no nos
damos cuenta de que en nuestro entorno vital practicamos otra manera
de hacer desaparecer a la mujer como tal, de presentarla no como una
persona, sino como una cosa que cumple las funciones que al machista
le interesan. Este es el planteamiento de la exposición de Yolanda
Domínguez.
Con la misma tela con la que están
confeccionados los burkas y en colaboración con Sara Ostos
como diseñadora, se presentan prendas femeninas occidentales
cargadas de erotismo, de sensualidad e, incluso, alguien diría que
de glamour. Tangas, corsés, pezoneras o vestidos más o menos
livianos y sugerentes parecen indicar una condena al burka, del que
se exhibe también en la muestra un ejemplar auténtico. Sin embargo,
la propuesta no acaba en esta crítica, porque la mujer que puede
vestir ropas similares a las que se presentan en la muestra sufre en
su ser un tipo parecido de esclavitud, aparentemente más llevadero,
pero igualmente despersonalizante. La mujer occidental es también
víctima del machismo desde el momento en que acepta en su vestimenta
los criterios que le impone el hombre. Si al hombre machista le
interesa que la mujer se destape y ésta no tiene otro criterio mejor
que oponer, se destapará. Por un supuesto amor, por protección, por
economía o por rutina, la mujer que asume el criterio machista
termina por obedecer “a la manera occidental” a las llamadas
desde el poder de los hombres. Es muy significativo que uno de los
temas en los que puede vislumbrarse la presencia de un maltratador en
nuestra sociedad es el control que suele hacer sobre la forma de
vestir de su pareja. Y la mujer puede llegar a tener tan asumido el
gusto y la exigencia de los hombres en sus ropas, que encuentra
normal taparse o destaparse aunque ningún hombre concreto se lo
pida.
Hay dos maneras de impedir que una
mujer viva como una mujer, esto es, como una persona que es mujer.
Una, tapándola para que nadie vea que debajo de esas telas va una
mujer y para que ella misma no pueda sentirse como tal. Otra,
destapándola para que luzca a los ojos de todos, no como un ser
humano, como una persona, sino como un objeto de deseo y de
complacencia, como una propiedad privada que se exhibe con orgullo
por su dueño. Mientras los hombres machistas no aprendan a vivir
como seres humanos y mientras las mujeres no reaccionen y dejen de
hacerse cómplices de una ideología que las reduce a la condición
de esclavas del macho, aquí seguiremos pensando equivocadamente que
el método de tortura en la vestimenta de la mujer es el burka y no
lo que se ha asumido como normal en nuestro entorno. Mientras hombres
y mujeres no sean capaces de comprender y de vivir la igualdad real,
la sociedad seguirá siendo machista y las mujeres, las víctimas de
los hombres. La brillante exposición de Yolanda Domínguez es
un espejo en el que deberían mirarse las mujeres de cualquier
cultura y de cualquier sociedad.
lunes, 4 de junio de 2012
Compañero / amo
Nos vendría a todos y a todas muy bien entender las diferencias entre compañero y amo.
miércoles, 7 de marzo de 2012
Día Internacional de la Mujer. Machismo 2: LOS PIES DE LAS CHINAS
Mañana es el Día Internacional de la Mujer. Reproduzco aquí la entrada publicada en este blog el 19/7/2008.
Algunas fuentes dicen que la costumbre china de vendar los pies de las mujeres para hacerlos más pequeños se inició en el siglo VII, con la dinastía Tang, y que duró hasta principios del siglo XX. Aunque esta barbaridad fue abolida en 1911, es frecuente que cualquier tradición perdure más allá de la ley que la prohíbe, por lo que se han encontrado casos ocurridos aún hacia 1950.
Parece que inicialmente fueron las bailarinas de palacio las que, para realzar sus movimientos, se vendaban los pies, pero, de hecho, semejante tratamiento lo que hacía era dificultar el paso de las mujeres. La costumbre pervivió por razones estéticas, eróticas y porque se adaptaba a la imagen que de la mujer defendía Confucio: un ser destinado a la maternidad, a la vida doméstica y al trabajo manual.
El proceso de empequeñecimiento de los pies comenzaba cuando la niña tenía 4 o 5 años. La madre le sumergía los pies en una mezcla de hierbas con sangre de animales, le cortaba las uñas y le rompía los 4 dedos más pequeños de cada pie. Estos 4 dedos se disponían apuntando hacia el talón y los pies se vendaban fuertemente, renovando el vendaje cada día. Durante 2 años, la niña sufría dolores enormes, hasta que se conseguía anular los nervios de los pies, pero logrando a cambio que éstos tuvieran una longitud de unos 10 cm. El ideal era que tuvieran 7 cm. y que fueran delgados, puntiagudos, arqueados, suaves y simétricos.
¿Por qué se consideraban bellos unos pies así? Se conocen algunas creencias populares para justificar esta agresión al cuerpo de la mujer. Así, se decía que la forma de andar derivada de unos pies semejantes fortalecía los músculos vaginales, que para poder mantener el equilibrio, los glúteos se hipertrofiaban, con lo que se conseguía un trasero mayor y más respingón, lo cual resultaba mucho más erótico. Por otra parte, tener que andar a pasitos muy cortos hacía más difícil que la mujer china se escapara de casa. Además, unos pies deformados de esta manera se acercaban más a la belleza de una media luna.
Las consecuencias para las mujeres eran tremendas. Ciertamente no sentían dolor en los pies, pero la anormalidad en el andar hacía que fuera muy grande la posibilidad de padecer luxaciones de tobillo. Además, padecían dolores de espalda y desviaciones y deformaciones de la columna.
Después de ver las fotografías siguientes, puedes pensar en la razón última por la que hay mujeres que se ven obligadas a usar tacones altos, o que tienen que maquillarse, o depilarse, o que deben estar delgadas. El cuerpo de la mujer ¿tiene dueño o dueña?
Si quieres más información, puedes leer el libro El abanico de seda, de Lisa See, ed. Salamandra, colección Quinteto.
Algunas fuentes dicen que la costumbre china de vendar los pies de las mujeres para hacerlos más pequeños se inició en el siglo VII, con la dinastía Tang, y que duró hasta principios del siglo XX. Aunque esta barbaridad fue abolida en 1911, es frecuente que cualquier tradición perdure más allá de la ley que la prohíbe, por lo que se han encontrado casos ocurridos aún hacia 1950.
Parece que inicialmente fueron las bailarinas de palacio las que, para realzar sus movimientos, se vendaban los pies, pero, de hecho, semejante tratamiento lo que hacía era dificultar el paso de las mujeres. La costumbre pervivió por razones estéticas, eróticas y porque se adaptaba a la imagen que de la mujer defendía Confucio: un ser destinado a la maternidad, a la vida doméstica y al trabajo manual.
El proceso de empequeñecimiento de los pies comenzaba cuando la niña tenía 4 o 5 años. La madre le sumergía los pies en una mezcla de hierbas con sangre de animales, le cortaba las uñas y le rompía los 4 dedos más pequeños de cada pie. Estos 4 dedos se disponían apuntando hacia el talón y los pies se vendaban fuertemente, renovando el vendaje cada día. Durante 2 años, la niña sufría dolores enormes, hasta que se conseguía anular los nervios de los pies, pero logrando a cambio que éstos tuvieran una longitud de unos 10 cm. El ideal era que tuvieran 7 cm. y que fueran delgados, puntiagudos, arqueados, suaves y simétricos.
¿Por qué se consideraban bellos unos pies así? Se conocen algunas creencias populares para justificar esta agresión al cuerpo de la mujer. Así, se decía que la forma de andar derivada de unos pies semejantes fortalecía los músculos vaginales, que para poder mantener el equilibrio, los glúteos se hipertrofiaban, con lo que se conseguía un trasero mayor y más respingón, lo cual resultaba mucho más erótico. Por otra parte, tener que andar a pasitos muy cortos hacía más difícil que la mujer china se escapara de casa. Además, unos pies deformados de esta manera se acercaban más a la belleza de una media luna.
Las consecuencias para las mujeres eran tremendas. Ciertamente no sentían dolor en los pies, pero la anormalidad en el andar hacía que fuera muy grande la posibilidad de padecer luxaciones de tobillo. Además, padecían dolores de espalda y desviaciones y deformaciones de la columna.
Después de ver las fotografías siguientes, puedes pensar en la razón última por la que hay mujeres que se ven obligadas a usar tacones altos, o que tienen que maquillarse, o depilarse, o que deben estar delgadas. El cuerpo de la mujer ¿tiene dueño o dueña?
Si quieres más información, puedes leer el libro El abanico de seda, de Lisa See, ed. Salamandra, colección Quinteto.
Manuel Casal
Día Internacional de la Mujer. Machismo 6: EL VESTIDO
Mañana es el Día Internacional de la Mujer. Reproduzco aquí la entrada publicada en este blog el 8/8/2009.
Para mí es muy importante vestir como yo quiera, como me apetezca, decidiendo yo el largo de mi falda, la profundidad de mi escote, los colores y las formas. Mi vestido es una expresión de mí misma y es como si fuera yo misma. Quiero ser yo la que decida si quiero que vean o no la belleza o la fealdad de mi cuerpo o de parte de él. Porque mi cuerpo es mío y mi libertad, también. Si no puedo hacer con mi cuerpo y con mi libertad lo que yo quiera, no puedo ser yo.
- Hola, nena. Ya estoy aquí. ¿En qué estabas pensando? Oye, por cierto, en casa puedes estar como quieras, pero si quieres que salgamos juntos, tendrás que ponerte otra ropa, porque tú no vas a ir con esa faldita y ese escote por la calle conmigo. Así que, ya sabes, cámbiate.
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Día Internacional de la Mujer. Machismo 8: EL SEÑORITO
Mañana es el Día Internacional de la Mujer. Reproduzco aquí la entrada publicada en este blog el 20/8/2009.
Los dos estaban en el salón. Él viendo el partido de fútbol que daban por la tele. Ella ojeaba una revista con una expresión que revelaba un cierto aburrimiento. En un momento dado, después de apurar el último sorbo de su vaso, dijo él:
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Los dos estaban en el salón. Él viendo el partido de fútbol que daban por la tele. Ella ojeaba una revista con una expresión que revelaba un cierto aburrimiento. En un momento dado, después de apurar el último sorbo de su vaso, dijo él:
- Se ha acabado la cerveza.
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Día Internacional de la Mujer. Machismo 11 / Otra vez el vestido
Mañana es el Día Internacional de la Mujer. Reproduzco aquí la entrada publicada en este blog el 19/9/2009.
Salen como las setas cuando llueve, aquí, allá, por todas partes. Siempre los hombres diciéndole a las mujeres cómo deben vestir. Siempre pensando que son ellas las que deben adaptarse y no ellos. Siempre pensando que el problema está en lo que se mira y nunca en la mirada.
Pongo aquí, por si quieres verla, la dirección de una noticia que ofrece la BBC sobre lo que dice el ministro de Ética e Integridad (!!??) de Uganda. Se titula "¿Con minifalda? ¡Desnuda!". Si consultas las "Notas relacionadas", la cosa se pone aún más desagradable.
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Salen como las setas cuando llueve, aquí, allá, por todas partes. Siempre los hombres diciéndole a las mujeres cómo deben vestir. Siempre pensando que son ellas las que deben adaptarse y no ellos. Siempre pensando que el problema está en lo que se mira y nunca en la mirada.
Pongo aquí, por si quieres verla, la dirección de una noticia que ofrece la BBC sobre lo que dice el ministro de Ética e Integridad (!!??) de Uganda. Se titula "¿Con minifalda? ¡Desnuda!". Si consultas las "Notas relacionadas", la cosa se pone aún más desagradable.
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Día Internacional de la Mujer. Machismo / 10. La angustia
Mañana es el Día Internacional de la Mujer. Reproduzco aquí la entrada publicada en este blog el 16/9/2009.
“La angustia por lo que me dirá que he hecho mal cuando venga. El miedo a qué se le ocurrirá hacerme. El terror a cómo me pegará hoy. El desconsuelo por lo que verán hoy los niños. La desesperación por no saber qué hacer ni a quién acudir. La vergüenza por si me ven otra vez con los ojos morados y los cardenales en los brazos. El martirio de vivir así, con el miedo permanente, con la amenaza constante. El tormento de vivir sin querer vivir, sólo pensando en los hijos. La desgracia del tiempo que hace que no puedo sonreír. Sólo llorar y llorar, como una esclava, sin recursos, sin independencia, sin libertad, sin vida, sin salida, sin esperanza.”
Se oyó un portazo y una voz que dijo.
“La angustia por lo que me dirá que he hecho mal cuando venga. El miedo a qué se le ocurrirá hacerme. El terror a cómo me pegará hoy. El desconsuelo por lo que verán hoy los niños. La desesperación por no saber qué hacer ni a quién acudir. La vergüenza por si me ven otra vez con los ojos morados y los cardenales en los brazos. El martirio de vivir así, con el miedo permanente, con la amenaza constante. El tormento de vivir sin querer vivir, sólo pensando en los hijos. La desgracia del tiempo que hace que no puedo sonreír. Sólo llorar y llorar, como una esclava, sin recursos, sin independencia, sin libertad, sin vida, sin salida, sin esperanza.”
Se oyó un portazo y una voz que dijo.
- Vamos a ver, hija de puta, cuántas veces te tengo yo que decir las cosas. Ya estás viniendo para acá.
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Día Internacional de la Mujer. Lo que dicen los curas
Mañana es el Día Internacional de la Mujer. Reproduzco aquí la entrada publicada en este blog el 12/8/2010.
A Paloma.
Una de mis ocupaciones veraniegas consiste en acompañar a mi madre a misa, porque sola no puede ir. Asisto impertérrito a la ceremonia, observo, oigo, juzgo y callo. Pero tengo que oír cosas que resultan de muy mal gusto.
Por ejemplo, el otro día leyó el cura el pasaje del milagro de los panes y los peces. Supongo que lo conoces. Por si acaso, lo puedes leer en el evangelio de san Mateo, 15, 32. Resulta que con siete panes y unos cuantos peces, Jesucristo dio de comer "a cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños". ¿Por qué, a la hora de contar los comensales, se hace la diferencia entre los hombres y las mujeres? ¿Es que éstas son de menos importancia que aquéllos? ¿Cómo se le puede decir hoy, tal como están las cosas, a las mujeres que a ellas "ni se las cuenta", porque realmente no cuentan nada? Y el cura tan tranquilo y los asistentes, igual. Es el machismo divinizado, sacralizado por unas mentes deformadas e incapaces de descubrir qué es un ser humano. Tan ocupados están en el negocio de conseguir la otra vida que no se enteran de lo que están haciendo en esta.
El domingo siguiente, el cura de turno se quejaba de que hubiera gente que no quería que la religión tuviera una dimensión pública, sino sólo privada. Incluso, decía, hay quienes no quieren que tenga siquiera una dimensión privada, sino que no exista de ninguna manera. Son los ateos ignorantes, aclaraba. Lo que defendía el cura era el derecho a expresar la fe religiosa "íntegramente", esto es, en privado y en público.
Desde un punto de vista formal esto está bien. Entronca con el derecho de expresión y debería ser reconocido a los católicos y a todo el mundo. El problema está en que en muchas ocasiones son los propios católicos los que no admiten que otros, que no participan de su credo, puedan también, igual que ellos, expresarse y defender sus ideas. Con esto lo que hacen es autodescalificarse y mostrarse como exclusivistas, intolerantes e inhumanos, porque no defienden ni la libertad para todos ni la igualdad. O sea, un peligro.
Y desde el punto de vista del contenido, el cura defendía el integrismo, es decir, el intento de integrar la religión en la vida de la ciudad, en la política, y que sus posturas sobre el aborto, los métodos anticonceptivos, el divorcio, etc. puedan expresarse públicamente como opiniones religiosas derivadas de supuestos preceptos divinos. La particularidad está en que si alguien, de manera privada, personal, decide no abortar, pues muy bien. Allá cada cual con su vida y sus decisiones. Pero si esto se quiere manifestar públicamente es porque se quiere convencer al vecino, al ciudadano, de que también debe pensar así, con lo que su opinión religiosa se torna en política. Y así algunos pretenden volver al integrismo del siglo XIX, pariente cercano de los fundamentalismos y de las actitudes antihumanas que vemos hoy con claridad en los países que interpretan el Islam en esta clave.
Y ahora nos llega de visita el jefe de esta corriente tan peligrosa para la salud humana, que tiene que recurrir a estas medidas de marketing para intentar convencer a las mentes blandas y miedosas que buscan el sentido de esta vida en otra y que no se conforman con creerse ellos sus propios infundios, sino que quieren que todos traguen sus ruedas de molino.
Día Internacional de la Mujer. Machismo / Padres 1
Mañana es el Día Internacional de la Mujer. Reproduzco aquí la entrada publicada en este blog el 19/8/2010.
Una vez más he acompañado a mi madre a misa, ya que sola no puede ir. La parte más agradecida del hecho suele ser la de la homilía del cura de turno. A veces resulta realmente dormitiva, por el reiterado abuso de metáforas de corderos, cultivos de campos, sacrificios y demás temas casi incomprensibles hoy para la mayoría de los clientes. Pero en algunas ocasiones aparecen perlas que, aunque suelen ser verdaderas barbaridades, se convierten en un espectáculo intelectualmente insólito y, a la vez, triste, por las posibles consecuencias que podrían tener si algún oyente se decidiera a poner en práctica las consignas que oye.
En esta ocasión el tema ha sido el de la Virgen María. El argumento se basaba en que como tanto Dios Padre como Jesucristo son tan grandes y tan infinitamente de todo, resultan muy lejanos para el fiel seguidor, por lo que éste, a la hora de pedir algo, tiene la figura mucho más cercana de la Virgen, a la que puede acudir con mucha mayor facilidad. Y el cura lo explicaba diciendo que esto es lo mismo que ocurre en las familias, en las que por regla general y “por ley natural”, una vez ocurrido el parto, el padre se desentiende de la educación de los hijos y deja la relación cercana con ellos a la madre.
Dudo que la Iglesia oficial avale esta idea del cura de turno, aunque cualquiera sabe, pero sí estoy seguro de que es la que tiene en la cabeza y pone en práctica mucha gente en nuestra sociedad. Y así están los hijos y las madres. Unos, casi huérfanos, y otras, casi perdidas y abrumadas en la soledad de su injusto papel. Y, encima, el cura este viene a decirles que eso es así, “por ley natural”, esto es, sin posibilidad de que pueda ser de otra manera y casi, según ellos, por mandato divino.
Me parecería justo y saludable que se le retirara la facultad de usar el micrófono a estos curas. Hacen daño.
Día Internacional de la Mujer. Mujer o carne de mujer
Mañana es el Día Internacional de la Mujer. Reproduzco aquí la entrada publicada en este blog el 31/12/2011.
El machismo es fundamentalmente una ideología de poder. El machista parte del prejuicio que le hace creerse superior a la mujer. Este prejuicio lo encauza desarrollando un gran interés en convertir en real esa superioridad encontrando una mujer que se preste a asumir su inferioridad y que se convierta en una esclava barata, cercana y obediente, que le dé gratis todo lo que el machista necesita para vivir como un amo.
El machismo es fundamentalmente una ideología de poder. El machista parte del prejuicio que le hace creerse superior a la mujer. Este prejuicio lo encauza desarrollando un gran interés en convertir en real esa superioridad encontrando una mujer que se preste a asumir su inferioridad y que se convierta en una esclava barata, cercana y obediente, que le dé gratis todo lo que el machista necesita para vivir como un amo.
El método que usa el machista no es una creación suya. A lo sumo tendrá que conquistar a una mujer que no esté concienciada y que no se entere de lo que hay en la sociedad, pero en su empeño no está solo. La propia sociedad le ayudará de manera sustancial en la consecución de sus propósitos.
Es cierto que los ciudadanos no son muy dados hoy a pensar, a conocer en profundidad el mundo en el que viven y mucho menos a criticarlo. El fútbol, la televisión, el bar, el alcohol, las diversas pantallas y los amigos son reclamos mucho más efectivos que la reflexión y el conocimiento. Pero es que, además, la mujer sufre un proceso de alienación añadido que hace que su situación sea aún más peligrosa y difícil. El machista y la sociedad machista quieren que la mujer desaparezca como mujer, que su propia persona, su dimensión de ser humano y su ser de mujer queden ocultos a sus propios ojos de mujer y a los de todas las mujeres. De hecho, muchas mujeres se miran hoy a sí mismas con ojos de hombre. El machista y la sociedad machista quieren que el ser humano mujer no aparezca para que no se reproduzca.
Hay dos maneras de ocultar a las mujeres, de crear una situación en la que en realidad no existan.
Una manera es muy rudimentaria y muy primitiva. Consiste simplemente en taparlas. El hecho de taparles una parte de su cuerpo con pañuelos, velos o túnicas ya es un acto humillante que pone a las mujeres en la puerta de su utilización para fines posteriores. Pero si el machista lo ve necesario, las tapa enteras poniéndoles un burka, un niqab o lo que le dé la gana. Lo que logra así es no sólo que no se muestre “su” mujer ante los ojos de los demás, sino que “la” mujer, o sea, “las mujeres” no se muestren como tales, que vivan como si no existieran, porque no pueden mostrarse como tales, sino como sacos de tela que se mueven.
La otra manera es más sorprendente, pero igualmente eficaz. Consiste en desnudarlas. Cuando una mujer se convierte en sólo un trozo de carne observable y en un mero objeto de deseo para el público machista, deja de ser mujer para convertirse en objeto de consumo, en cuerpo sin espíritu, en materia manejable. La mujer, la persona de sexo mujer, queda oculta, como si no existiera, bajo la apariencia de su piel.
Una manera es muy rudimentaria y muy primitiva. Consiste simplemente en taparlas. El hecho de taparles una parte de su cuerpo con pañuelos, velos o túnicas ya es un acto humillante que pone a las mujeres en la puerta de su utilización para fines posteriores. Pero si el machista lo ve necesario, las tapa enteras poniéndoles un burka, un niqab o lo que le dé la gana. Lo que logra así es no sólo que no se muestre “su” mujer ante los ojos de los demás, sino que “la” mujer, o sea, “las mujeres” no se muestren como tales, que vivan como si no existieran, porque no pueden mostrarse como tales, sino como sacos de tela que se mueven.
La otra manera es más sorprendente, pero igualmente eficaz. Consiste en desnudarlas. Cuando una mujer se convierte en sólo un trozo de carne observable y en un mero objeto de deseo para el público machista, deja de ser mujer para convertirse en objeto de consumo, en cuerpo sin espíritu, en materia manejable. La mujer, la persona de sexo mujer, queda oculta, como si no existiera, bajo la apariencia de su piel.
La televisión juega un papel muy importante en este proceso de despersonalización, de deshumanización de la mujer, podríamos decir de desmujerización, ante el que los machistas están muy satisfechos. La zafiedad de Berlusconi y de los no menos zafios y zafias que le comprenden y le animan está haciendo estragos en esta sociedad tan maltrecha en la que estamos. Pongo aquí un magnífico documental que trata el tema desde la óptica de la sociedad italiana, pero que me parece aplicable a prácticamente cualquier sociedad actual. Creo que hay que pensar mucho sobre lo que se dice en él y sobre el tan necesario principio de igualdad de todos los seres humanos.
Día Internacional de la Mujer. Machismo
Mañana es el Día Internacional de la Mujer. Reproduzco aquí la entrada publicada en este blog el 2/1/2012.
- Y a mí, ¿qué más me da si te quedas preñada o no?
Ella no pensó nada.
Ella no hizo nada.
Siguió.
Día Internacional de la Mujer. Machismo asumido
Mañana es el Día Internacional de la Mujer. Reproduzco aquí la entrada publicada en este blog el 29/12 2011.
Para el machismo, el hombre, por el mero hecho de ser hombre, es superior a la mujer y puede mandar sobre ella. Y la mujer, por el mero hecho de ser mujer, debe obedecer al hombre y tiene que asumir las funciones sociales que le diga el hombre.
La base del machismo está en su creencia en la desigualdad. El machista cree que hombres y mujeres no sólo son diferentes (aspectos físicos y psicológicos distintos, lo cual es cierto), sino que no son iguales, es decir, que no tienen los mismos derechos.
Esta es una creencia basada en el interés, puesto que hay hombres a los que les viene muy bien tener una especie de esclava cerca que le haga las tareas más desagradables, que le dé placer cuando él quiera y que le obedezca para que así él se sienta superior. Este interés y la práctica correspondiente no están justificados, pero a la ética machista esto le da igual.
El machismo responde a un prejuicio. El machista cree, antes de conocer a cualquier mujer concreta y sin que lo pueda justificar de ninguna manera, que los hombres son superiores a las mujeres y, basándose en este prejuicio, crea la ideología tan interesada que practica.
Las leyes podrán ayudar a mejorar la situación de las mujeres víctimas del machismo, pero lo que podría eliminar sus causas sería una educación fuerte y clara, que impidiera el machismo en los hombres y que abriera los ojos de las mujeres para que estuvieran alertas y preparadas para los ataques machistas.
Al parecer, tenemos en el nuevo Gobierno de España a una ministra de Igualdad que no sabe nada de esto y que con sus palabras lo que hace es justificar y favorecer la persistencia del machismo. Lamentablemente hay muchas mujeres como ella, que no están concienciadas porque su cultura, antigua, poco crítica y escasamente racional no se lo permite, que no se han preocupado de analizar seriamente la situación real de la mujer y que, aunque sean mujeres, están de acuerdo con la ideología machista. Es lo que se llama el machismo asumido. Cuando una de estas mujeres, que encuentra natural la inferioridad de la mujer, llega al poder, el daño que hace es enorme.
Día Internacional de la Mujer. Machismo, fanatismo y latigazos.
Mañana es el Día Internacional de la Mujer. Reproduzco aquí la entrada publicada en este blog el 18/9/9.
Es una mujer. Tiene 32 años y se llama Kartika Sari Dewi Shukarno. Es maniquí y vive en Malaisia. Fue sorprendida hace unos días bebiendo una cerveza en un club nocturno de su país. Por tal motivo, un tribunal islámico, formado sólo por hombres, la ha condenado a recibir seis latigazos en las nalgas, que le abrirán heridas y que le dejarán cicatrices permanentes.
La difusión internacional que ha tenido esta noticia ha hecho que la ejecución de la sentencia se haya aplazado, al menos, hasta que acabe el Ramadán.
El caso puede analizarse desde muchos puntos de vista. Quiero resaltar aquí sólo dos.
Uno, el componente de fanatismo religioso que conlleva. Las órdenes y las prohibiciones, todas ellas exteriores al ser humano, que imponen las religiones son materia que hay que pensar. Y, sobre todo, cuando llegan a extremos tan inhumanos, tan burdos y tan contrarios a la vida como los de este caso.
Otro, el componente machista. A un hombre no se le condena por tomar una cerveza, pero a una mujer, sí. Este es el resultado de mentes deformadas que son capaces de discriminar al diferente sólo para afirmar la propia superioridad. Es lo que hace, por ejemplo, el racista cuando dice que el que no es como él es inferior. Le interesa que sea considerado como inferior, aunque sólo sea porque así se cree él superior. Y es lo mismo que hace el machista. Piénsalo, mujer que lees esto. Un machista es un ser débil, de poca humanidad, que no tiene inconveniente en delinquir, que para sentirse superior, tiene que infravalorarte a ti, que imponerte a ti sus inhumanas manías, aunque sea a costa de tus derechos. No eres digna de respeto para él. No te considera una persona con los mismos derechos que él. No caigas en sus redes. Empiezan con pequeños detalles, pero en cuando toman confianza y te atrapan, no te dejan vivir. El machista siempre va a más. Un pequeño machista de novio, será un gran machista de esposo. No seas ingenua y no te dejes llevar por un culito respingón o por unos ojitos seductores. Mírale las actitudes y el respeto que usa en la vida. Eso es en lo que tienes que fijarte.
Hay muchas formas de dar latigazos, incluso por menos que tomarse una cerveza.
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martes, 31 de enero de 2012
La selva y el mundo.
Para mi amiga P.
La elegancia es un arte, una creación humana, una invención vital personal. La elegancia tiene sentido en el mundo, no en la selva. Ni el fuerte ni el débil entienden la elegancia. Para ser elegante hace falta toda una vida o, quizás, más, pero en todo ese tiempo puede que sea imposible que otros comprendan en qué puede consistir la elegancia. La elegancia no busca vencer, sino sólo ser de una determinada manera. En la selva esta actitud se desprecia. En la selva sólo valen los bíceps masculinos y las formas femeninas. En la selva domina el vacío, que lo llena todo. En el mundo domina el deseo y el intento de llenarlo todo de humanidad. El mundo hay que construirlo despacio, con la firmeza suave de los argumentos y sin la fuerza bruta de la desigualdad, de la discriminación. No hay que perder la calma, porque eso es volver a la selva. De la misma manera que no le ocurriría a nadie hacer la guerra en el mundo, tampoco se puede ir a la selva a convencer a sus habitantes. Se trata de ser y de dejarse ver. El árbol ya crecerá cuando le llegue su momento. La elegancia no es compatible ni con la fuerza ni con la velocidad. Cualquier parte de la realidad es una selva sobre la que llueven gotas de mundo.
martes, 24 de enero de 2012
El arzobispo de Tarragona
Leo con una mezcla de indignación y de deseo de solidaridad con las mujeres las declaraciones del hombre Jaume Pujol Balcells, que ejerce la función de arzobispo de Tarragona y que pertenece, al parecer, al Opus Dei. Me parecen sus palabras un ejemplo más de una ignorancia antropológica y sociológica, de un tradicionalismo que no somete a autocrítica sus principios heredados y de una defensa interesada de su estatus y de su función social masculina.
Para evitar hablar y pensar como este hombre es muy importante no perder de vista la diferencia entre sexo y género. Cuando la mujer que ocupa en la actualidad el Ministerio de Sanidad e Igualdad evita emplear la expresión 'violencia de género' no sabe, ni como mujer ni como ser humano, lo que está diciendo. Repitámoslo una vez más. El sexo es algo que pertenece al terreno de la biología y estableces diferencias físicas entre los seres humanos, en virtud de las cuales, podemos hablar de hombres y de mujeres. Lo que la cultura y el pensamiento humanista nos han hecho ver es que no podemos hacer derivar desigualdades sociales de las diferencias biológicas, no podemos relacionar las diferencias físicas corporales con un disfrute diferente de los derechos humanos que, como tales, son iguales para todas las personas. Este hombre dice que él no puede traer hijos al mundo y, en cambio, las mujeres, sí. Pero ¿y qué?, si eso nadie lo discute. El problema está en que este señor extrapola estas diferencias meramente biológicas hasta terrenos distintos, en los que establece diferencias para las que no hay ninguna justificación racional admisible, como cuando saca la conclusión de que como él no puede parir (por cuestiones biológicas), tampoco las mujeres pueden oficiar la misa, cosa que no tiene nada que ver con la biología, sino con tradiciones que a este hombre, como machista que ejerce, le interesa mantener. Mezcla así sexo y género porque o no sabe o no le interesa saber sus diferencias.
Es muy importante conocer y no olvidar las diferencias entre los conceptos de sexo y género, porque ellas nos ayudan a entender la maniobra que los machistas han ideado para ocupar los mejores puestos en la sociedad a costa de las mujeres. Así como el sexo está relacionado con la biología, el género se refiere a las funciones que las personas desarrollan en la sociedad. El machismo, porque le interesa, ha dividido las funciones que las personas desarrollan en la sociedad en dos grupos. Unas son las más importantes, las que implican dirigir y mandar e, incluso, el uso de la fuerza, las que se desarrollan de cara al exterior e implican algún tipo de importancia social. Según ellos, son asuntos masculinos y los deben poner en práctica los hombres, los que poseen el sexo del varón. Las otras funciones, las que carecen de importancia, son secundarias, implican valores, como la belleza y la dulzura, o contravalores, como la obediencia y la sumisión, son llamadas femeninas y propias de las personas que tienen el sexo de mujer.
Se establece así una división social en géneros -masculino y femenino- que el machista quiere hacer derivar de la diferencia de sexos – hombre y mujer. Pero esta división social en géneros, primero, no está justificada con ninguna razón de peso. Y, segundo, no responde más que al prejuicio del machista, que se cree superior a las mujeres y por eso se atribuye él las mejores funciones, y a su propio interés por reservarse dichas funciones porque le favorecen. Como el cura se cree superior a las mujeres, se atribuye el papel de usuario del altar, dejándole a ellas las tareas de limpiarlo, prepararlo y mantenerlo para que cuando llegue él esté en perfectas condiciones para desarrollar su función. Cuando la mujer quiere liberarse y gozar de los mismos derechos que los hombres, el machista puede reaccionar en contra de las mujeres y en defensa de su supuesta superioridad. Aparece entonces la violencia de género, violencia que siempre se ejerce en virtud de esa supuesta superioridad y no por otros motivos, razón por la cual nunca puede hablarse de violencia de género cuando es una mujer la que la ejerce. La mentalidad de este cura, que no ayuda a fomentar la igualdad, sino que favorece las diferencias, se sitúa así en la línea que puede conducir a este tipo de violencia, aunque él no lo sepa.
Otra característica de estos machistas poco evolucionados es su tendencia al simplismo y su aversión a admitir a los diferentes. Cualquier diferencia implica para ellos inferioridad, razón por la cual les lleva a hacer afirmaciones tan bastas como que los homosexuales no tienen un comportamiento adecuado ni para ellos ni para la sociedad. Su mente, al parecer, no está para ver que hay muchas maneras de vivir en el mundo y sólo son capaces de admitir lo que la rancia tradición les ha hecho llegar. Así, homosexuales, bisexuales, transexuales y sus correspondientes maneras de crear familias les parecen aberraciones que no pueden entrar en los estrechos cauces de su simpleza mental.
Este cura no es más que un vulgar ejemplo de machismo, interesadamente ignorante de lo que dice y de lo que hace, y un pésimo ejemplo para esas mentes débiles, que buscan en la religión una orientación para sus vidas y unos criterios para educar a sus hijos, y que son incapaces de encontrarlos por sí mismos usando el medio más potente que tienen a su alcance: la razón.
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