jueves, 20 de enero de 2011

Pero ¿no valía todo?


Pero ¿no valía todo? ¿A qué vienen ahora los dentistas diciendo que los que tengan un piercing en los labios deben ir al médico porque es posible que les haya afectado a la encía? Que se callen los médicos, que yo me pongo en la boca lo que me da la gana. ¿Por qué todo el mundo va a hacer lo que dé la gana y yo no? Esto es una estafa. No voy a ir a ningún médico y voy a seguir haciendo lo que me salga de las narices, como todos, digan los médicos lo que digan. Hasta ahí podíamos llegar.

miércoles, 19 de enero de 2011

Haciendo cosas


Los golfos y los locos lo odiaban. La gente normal no le hacía mucho caso. Él estaba aquí, ahí y allá, repartido, entre todos, haciendo cosas.

martes, 18 de enero de 2011

Chulo



No es que Jack tenga razón, es que tiene toda la razón. Tanta verdad cree tener en su mente que hay veces en las que su certeza le rebosa por el vaso de su realidad cotidiana y no tiene más remedio que hablar para decirle a los presentes cómo es el mundo y salvarlos así de su ignorancia. Esto le ocurre varias veces al día. Si hay conocidos delante o gente nueva que le interese, la frecuencia de sus exposiciones sube. Se desmelena, sobre todo, cuando le preguntan algo. Entonces Jack se cree el enviado del creador y se siente en la obligación de ilustrar a todo el que esté presente.

Lo más característico de su discurso es la certeza con la que lo manifiesta. Suelen ser disparates gruesos o estupideces enormes, pero él cree que son verdades definitivas y que el mundo debe ineludiblemente conocerlas. Siente una necesidad brutal de hacerse notar y para satisfacerla lanza al aire sus pensamientos. Los que le adulan le dicen que es superior a todos, pero él lo entiende como si toda la humanidad se lo reconociera. Mucha gente lo critica, pero Jack no los oye. Esta superioridad ficticia es la que le lleva a hablar incluso en contra de los suyos, de sus amigos, de los que le adulan, pero es tanta la distancia que él considera que le separa de los demás y tanta la verdad que atesora, que sería imperdonable callar.

Jack terminará mal. Ya está haciendo mucho daño a los demás y a él mismo. Ha perdido el norte y, lo que es peor, la brújula. Acabará solo, abandonado, maldecido, derrotado. Nunca ha comprendido ni comprenderá que dentro de un chulo siempre hay un tonto con el ego fastidiado.

domingo, 16 de enero de 2011

Maria de Medeiros, Raimundo Amador y más

Un gran grupo de músicos para una preciosa canción, Samba e amor, de Chico Buarque, a finales de Octubre en el Teatro Lope de Vega, de Sevilla.


sábado, 15 de enero de 2011

viernes, 14 de enero de 2011

El terco





El terco insiste e insiste y le echa en cara a su víctima la terquedad de su resistencia. La terquedad del terco es tan fuerte y tan poco consistente que, aparte de mostrar su debilidad sin sentir ningún ridículo, le hace no entender la realidad con tal de no reconocerse a sí mismo.

jueves, 13 de enero de 2011

El centro del mundo




Jack tiene la costumbre y la necesidad de sentirse el centro del mundo. Quiere que todo marche a su compás. Considera que es el rey de todo lo creado y, de hecho, habla así, se sienta en donde cree que se sienta el rey, se considera el jefe, manda, controla, dispone, juzga y vive como si todo el universo girara a su alrededor. El día que se dé cuenta, porque se dará cuenta, de que no es el centro del mundo, incluso de que el mundo no tiene centro, va a agarrar un colocón metafísico-psicológico que no se lo va a quitar de encima ni rezando. Y es que la debilidad produce grandezas huecas, ridículas y molestísimas.

miércoles, 12 de enero de 2011

No nos olvidamos de Haití



El porqué


La cultura de una persona se mide, en mi opinión, sobre todo, por la justificación racional que le da a sus actuaciones. Como ya han dicho muchos, el ser humano no tiene naturaleza, sino cultura. El perro actúa como perro porque así está en su naturaleza, pero el hombre no tiene casi nada en su naturaleza que le obligue a actuar de una manera determinada. El ser humano tiene que elegir su actuación y tiene que hacerlo con un criterio en donde lo racional sea una dimensión importante, posiblemente, la que más. No tiene sentido que un ser humano se limite a repetir normas que ha visto en su sociedad, pero que no entiende ni sabe por qué debe hacerlo. Eso es ser un autómata, pero no un ser humano. Lamentablemente, todavía hay muchísimas personas que hablan de buena educación, pero sin que comprendan por qué son de buena educación las normas a las que se refieren. Por ejemplo, entran en un local cerrado y se descubren la cabeza (los hombres), pero no saben por qué. Creen que es de buena educación dejar pasar antes a las mujeres en una puerta, pero no saben de dónde viene eso. Saludan dando la mano, pero no conocen lo que eso simboliza. Puede que, si ha habido suerte, alguien les haya dicho que no se puede comer en clase, pero no entienden la razón para actuar de esa manera. Y así, en el mejor de los casos, confunden las normas de buena educación con una especie de caprichos u ocurrencias de alguien, que hay que repetir para no quedar mal.

Eso en el mejor de los casos, porque en el peor nos encontramos con una ingente cantidad de jóvenes que no tienen ni noción de que en la vida social existen normas, que conviene cumplirlas y que hay valores, como el respeto, la igualdad o la no discriminación, sin los cuales una vida humana es imposible. Descubrirles estas normas, convencerles de que hay que cumplirlas y explicarles el porqué de ellas es una de las misiones más importantes de la educación. La Educación para la Ciudadanía y la Ética cívica son asignaturas claves para desarrollar esta formación de los seres humanos como tales, junto con la labor de los padres y las madres en casa. Pero las asignaturas están condenadas por los gobiernos de derechas, que no quieren ciudadanos críticos, que se pregunten el porqué de lo que hay, y las reducen a su mínima expresión. Hasta los alumnos, en cuanto ven de qué va el asunto, piden más horas. Y lo segundo, los padres, hace mucho que abdicaron de su labor de padres y se dedicaron a ver la televisión. Así no vamos a ninguna parte sensata.