domingo, 2 de enero de 2011

Contra el catolicismo español





Se creen los únicos que pueden decidir el estilo de vida que quieren llevar y, lo que es peor, se sienten capacitados por alguna fuerza misteriosa para imponer a todos los demás esa decisión suya. Son tan débiles que no soportan la diferencia. Son tan superficiales que no entienden nada de respeto. Son tan resentidos que no quieren nada que no se ajuste a su rancia manera de entender la vida. Son tan incapaces de vivir la vida que quieren que todos vuelvan a donde ellos están, al siglo XIII, con Tomás de Aquino, del que maman todas sus deformaciones. Intelectualmente son unos prepotentes sin base. Ignoran la mayoría de las verdades de la ciencia y se fían sólo de sus creencias sin base. No viven, se refugian. Las ideas son más importantes para ellos que las personas. No creen en los Derechos Humanos. No creen en la libertad. No creen en la igualdad. No creen en el hombre. Lo único que tienen es miedo, miedo a la vida, miedo a las jararquías que ellos mismos se han impuesto, miedo a un Dios que se han inventado porque les interesa y sin el que no pueden vivir.

En nombre del laicismo, de los Derechos Humanos y del ser humano que podemos llegar a ser todos, me rebelo en contra del catolicismo español. ¿O creen también que sólo se pueden movilizar ellos?

Puedes leer aquí la información de El País de hoy.

Palabras y emoción



La palabra es lo que nos permite ser. Con la palabra podemos pensar y hablar y comunicarnos y hacer ciencia y decidir lo que vamos a hacer y explicar nuestro amor y protestar y ensalzar y vivir como seres humanos. La palabra nos hace inteligentes. Pero lo que me emociona de ti y lo que más me ayuda a descubrir tu verdadero ser es tu mirada, el brillo de tus ojos, el juego de tus párpados delante de mi. Y tus manos, el discurso de tus manos cuando tocan, cuando se pronuncian en el aire, cuando aprietan, cuando funcionan conectadas directamente con el corazón.

Thelonius Monk

Thelonius Monk toca al piano Round Midnight.


sábado, 1 de enero de 2011

Año nuevo



Te deseo que a lo largo de este año la vida te sonría y que, a la vez, hagas lo posible para que nos sonría también a los demás. Ojalá no nos olvidemos -si se olviden- de que, a pesar de que seamos todos tan diferentes, todos somos iguales, todos somos seres humanos y todos tenemos los mismos derechos.

Te dejo aquí una entrevista muy interesante que le hacían ayer a José Luis Sampedro, 93 años, pero una de las mentes más jóvenes y lúcidas del momento, en el diario El País.

Que disfrutes de la vida.

Una mañana en la Edad Media


He estado en una ciudad castellana y profunda de la España, al parecer, eterna e igualmente profunda. Me he levantado relativamente temprano, para lo tarde que me acosté, y me he ido a dar un paseo, a ver y a recordar escenas interesantes, gozosas, que me permitieran respirar a gusto.

Me he tomado un café en un hotel de otros tiempos venido a más y me he sentado junto a una mesa ocupada por dos señoras, una, vestida de tirolesa, con falda larga, chaqueta y sombrero verdes, éste con pluma inlcuida, enjoyada hasta las esencias y con unas gafas super in, y la otra, con chaquetón de astracán, un baston de dignidad y una perfecta dicción castellana con la que queda estéticamente preciosa su expresión de que esta mañana se ha perdido la bendición urbi et orbi en la catedral. La otra dice que hace frío, que ella está escalofriada. No tengo aquí el diccionario ni ganas de consultarlo, pero es una palabra preciosa para aplicarla a otras situaciones menos biológicas o climatológicas y más sociales y políticas. Han entrado otras dos señoras que han visto a la disfrazada de tirolesa y a su acompañante y, a modo de saludo, le han lanzado:

¡Ay, hija! Está esto tan callado que parece una biblioteca pública. Estuve el otro día en Valladolid o, como dicen en Salamanca, en Fachadolid, y fui a misa y vi allí a Malula, a Fina y a Maruchi ...

Y han empezado enseguida a hablar las cuatro a la vez de enfermedades y de muertos y de este tipo de profundidades cotidianas.

Huyo. Me voy a la catedral, a ver si puedo ver el magnífico retablo de Becerra. Hace un frío que escaraja, como dicen aquí, y hay poca gente por la calle. En la catedral están en misa, leyendo el evangelio. Es el principio del de san Juan, el que dice que en el principio era la palabra, y que la palabra estaba junto a Dios y que la palabra era Dios. Un texto magnífico y de difícil interpretación. Voy rodeando el añadido que la contrareforma puso en medio de la nave central y descubro que en el altar mayor están el obispo y toda la corte catedralicia. Me quedo a ver cómo el alto jerarca explica al pueblo lo de que al principio era la palabra. Me desilusiono. O no sabe nada del asunto o no tiene interés en explicarlo. Deriva hacia lugares manidos, como que hay que acabar con el materialismo hedonista que nos domina. Una cosa que me fastidia de los curas es que no paran de hablar de materialismo, pero sin saber en qué consiste. Como si aspirar a la otra vida no fuera una suerte de materialismo similar al que profesa el que aspira a tener un coche o un chalé. Me salgo a la calle un poco cansado de tanta profundidad antigua y vieja.

Junto a la catedral hay otra iglesia en donde va a empezar la misa de un momento a otro. Se acercan señoras y señores mayores, vestidos de domingo aunque no lo sea. Me fijo sobre todo en las señoras. Abrigos largos de pieles, labios pintados, peinados arreglados, zapatos de tacón, algunos tocados en la cabeza y una cierta expresión de fiesta en el rostro. Una de ellas, embutida en un abrigo de pieles hasta los calcañares, con unas gafas de diseño y una expresión de creerse la reina de su mambo, ha llegado a la puerta. Ha sacado del bolsillo del abrigo una moneda y se la ha dado a un mendigo mal vestido y con la piel enrojecida por el frío. Como la señora abrigada no se ha acercado lo suficiente, el pobre ha tenido que desplazarse a recoger la limosna y entonces la señora. con un cierto rictus de alegría y como quien celebra un acontecimiento, le ha dicho al pobre en voz alta y clara:

Que tenga usted felices pascuas.

Yo, que voy por la vida observando lo que ocurre e intentando analizarlo para conocer y para aprender lo que pueda encontrar de útil, me he quedado pensando en qué es lo que habrá querido decir la señora, si es que, además de seguir un rito repetitivo, ha querido decir algo.

Eva Cortés

Eva Cortés. Cantante de jazz hondureña para oirla con calma y disfrutando. La volveremos a escuchar por aquí.


viernes, 31 de diciembre de 2010

Sin remedio


Es que todo el mundo habla como si tuviera toda la razón del mundo. Nadie opina, todos parece que pontifican. Ganan lo que no tienen buena voluntad y pagamos todos. Llevan años así. No creo que el nuevo año cambie nada. Esto parece más bien una condena en un mundo de sabios ignorantes sin remedio.

Gracias



Gracias por formar parte de mi vida. Gracias por escucharme. Gracias por tus palabras. Gracias por soportarme. Gracias por tener la generosidad de quererme. Gracias por decírmelo. Gracias porque, a pesar de que no me quieres, tu odio no me hace sentir mal. Gracias por leerme. Gracias por dejarme entrar en tu vida. Gracias por tus sonrisas. Gracias por hacerme sonreír. Gracias por los buenos ratos que hemos pasado juntos y por los que pasaremos. Gracias por no dejar que me sienta solo. Gracias por no tener demasiado en cuenta mis carencias. Gracias por tus regalos. Gracias por alegrarte conmigo. Gracias por dejarme pasear a tu lado. Gracias por haberte alejado de mi vida. Gracias por tu amistad. Gracias por tu nobleza. Gracias por tu cariño. Gracias por tu confianza. Gracias por tus abrazos. Gracias por tener siempre a mano un pañuelo para las lágrimas y calor para el corazón. Gracias por responder. Gracias por tu disponibilidad. Gracias por tu cercanía. Gracias por tu paciencia. Gracias por tu impulso. Gracias por tu silencio. Gracias por dejarme ser. Gracias por ayudarme a ser. Gracias a ti y a ti y a ti y a todos por existir en mi mundo. Os considero un regalo de la vida, un don, una gracia. Por eso os deseo que la vida tenga también un detalle con cada uno de vosotros y os regale muchas ganas de vivir y el arte para hacerlo bien.

Daniel Jonhston

Una bonita canción para el fin. True love will find you in the end.



jueves, 30 de diciembre de 2010

Una cosa vulgar



Jack dice que es extremadamente limpio, pulcro y puro. No se mezcla con la gente ni participa en actos sociales por no contaminarse ni con la porquería que lleva encima la chusma, ni con la suciedad que genera la plebe, ni con las costumbres tan insalubres que practica el populacho. Si Jack se mirara el alma, a lo mejor tenía menos impedimentos para relacionarse con los otros  y se daría cuenta de que gracias a que dice mantener su esencia impoluta y a que se sitúa tan lejos de la realidad, no lo quiere nadie.

Además, es mentira que sea tan limpio, pulcro y puro. Jack es un golfo impresentable, que tiene la mente asquerosamente sucia, pero juega a ir enmascarado. Una cosa vulgar.

Diana Krall

Diana Krall, la esposa de Elvis Costello, nos ofrece The Look of Love.


miércoles, 29 de diciembre de 2010

martes, 28 de diciembre de 2010

Para el IES Luis Buñuel


El primer Teniente de Alcalde del Ayuntamiento de Alcorcón, que estuvo con nosotros en la entrega del Premio de la Convivencia y la Tolerancia y que nos acompañó en la Fiesta intercultural de 1º de Bachillerato, me envía el siguiente texto:

MANUEL:

MUCHAS GRACIAS POR LAS FOTOS Y POR CÓMO NOS RECIBÍSTEIS EN EL INSTITUTO, PERO GRACIAS SOBRE TODO POR EL EXCELENTE TRABAJO QUE ESTÁIS HACIENDO POR LA ENSEÑANZA Y POR LO PÚBLICO.

FUE UNA EXPERIENCIA ESTUPENDA CONOCER DE PRIMERA MANO CÓMO TRABAJÁIS Y EL BUEN AMBIENTE QUE REINA ENTRE VOSOTROS, PODÉIS ESTAR ORGULLOSOS. TE AGRADECERÍA TRANSMITIESES EL AGRADECIMIENTO Y LAS FELICITACIONES A TUS COMPAÑEROS Y COMPAÑERAS  Y A LOS CHICOS Y CHICAS

EN LO PERSONAL, TE DESEO FELICES FIESTAS Y UN EXTRAORDINARIO 2011.

                            UN ABRAZO Y ESPERO NOS VOLVAMOS A VER PRONTO.

                                                                                                          MARCELINO

La igualdad



Nacemos solos, con una soledad que hace indispensable la ayuda de algún otro ser para poder sobrevivir en un mundo muy adverso. Esto muestra que, desde nuestros orígenes, somos seres sociales, seres para los que es necesario establecer desde un principio relaciones con los otros y prolongarlas a lo largo de toda la existencia.

El camino que va desde esta soledad inicial a la trágica soledad final de la muerte es el trayecto en el que podemos y debemos construirnos como seres humanos. Nacemos siendo seres humanos de nombre, pero con la profunda misión de construirnos como seres humanos de hecho.

Nacemos y pronto el tiempo nos penetra. Puede que la vida se instale en nosotros y que enseguida descubramos la libertad. Nos damos cuenta entonces de que, con mayor o menor dificultad, podemos ir liberándonos de las ataduras que nos van impidiendo ser, y podemos, a la vez, ir eligiendo nuestro futuro con decisiones en las que nosotros deberíamos ser los protagonistas. La razón no siempre nos lo muestra, pero la libertad es la que nos permite alcanzar la meta de nuestra propia humanidad o, por el contrario, la que hace que nos quedemos más cerca del punto de partida manteniendo nuestro estado de animalidad inicial.

Pero la construcción del ser humano no tiene sentido si permanece o si se instala o si concluye en el ejercicio de la libertad, a pesar de que esta sea un actitud muy extendida en nuestra sociedad. La necesidad que tenemos de relación con los otros nos lleva a plantearnos cómo debe ser esta relación. La vida nos conduce así a la ética y en ella aparece el otro gran valor primario de la existencia humana, el de la igualdad. Es aquí en donde se juega la decisión de cómo queremos que sea el mundo en el que vamos a vivir con los demás. En el sistema político y económico en el que estamos, la libertad genera desigualdades, y mucha gente interesada se afana en defender el que este desequilibrio de mantenga. Ninguna de estas defensas de la libertad como el único y el último criterio aporta ningún argumento que justifique la desigualdad, pero sus partidarios la practican hasta sus últimas consecuencias. Otros, por el contrario, quizás con menos intereses personales o con más sensibilidad para lo humano, lo vivo, lo justo, lo constructivo y lo universalizable, prefieren construir la igualdad. Es la práctica de la igualdad la que garantiza un trato mutuo como personas, la que nos va a permitir ser como somos. Es la opción humana, la que defiende que sin igualdad no hay humanidad.

El de la igualdad supone un verdadero paso adelante, una superación de la mera libertad individual, para abrirse al otro, a los otros, a lo común. Es también una superación de las discriminaciones, el origen real de todas las desigualdades que inundan y mantienen vivo nuestro sistema capitalista. Este paso es difícil de dar, pero si lo piensas desinteresadamente, no encontrarás otra forma de convertirte en un verdadero ser humano. Piénsalo.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Campaña de ACNUR


<a href="http://www.linkedtube.com/wAK39WAlwCA484e35a9bba8d74947f16abf97571abd.htm">LinkedTube</a>

Ton & Sergio

Música brasileña hecha en tiempos de la dictadura militar. Ton y Sergio cantan "Voy a salir del cautiverio", que no se sabe si se refiere a la dictadura o al LSD.


domingo, 26 de diciembre de 2010

sábado, 25 de diciembre de 2010

One sweet letter from you

El reparto es Dizzy Gillespie, a la trompeta; Benny Carter, saxo alto; Chu Berry, Ben Webster, Coleman Hawkins, saxos tenores; Lionel Hampton: vibrafono; Clyde Hart al piano; Charlie Christian, guitarra; Milt Hinton en el bajo y en la batería Cozy Cole.






viernes, 24 de diciembre de 2010

Vida de paz


Oigo lo de la Noche de paz, pero no me dice nada. Es la vida, una vida de paz lo que me atrae. ¿Cómo sería una vida de paz?

No hay paz sin igualdad. El valor de la igualdad se concreta en las igualdades. Igualdad económica. Igualdad de derechos. Igualdad de géneros. Igualdad política. Igualdad, por tanto, sin discriminaciones de ningún tipo.

No hay paz sin libertad. El valor de la libertad tiene sentido en las libertades concretas. Libertad de pensamiento, de opinión, de expresión, de religión y de no religión, de movimientos. Libertad sin esclavitudes que no te dejan ser y libertad con todas las posibilidades para hacer lo que entiendas que debes hacer.

No hay paz sin buena voluntad. Una ciudad no se acaba cuando se tiene un terreno allanado por la libertad y por la igualdad. Hay que construirla con la nobleza del que no duda sistemáticamente del otro. Hay que construirla con el respeto al otro y a los otros que los deja ser como son y que incluso los ayuda a ser. Hay que construirla sin estropear la naturaleza de la que formamos parte, porque si matas el aire que necesitas, te matas a ti mismo. Hay que construirla con ánimo de construirla, sin que la consecuencia sea la destrucción de lo que hay. Hay que construirla con los pequeños detalles cotidianos que hacen más agradable la vida de los demás. Hay que construirla con la dulce fortaleza de la cultura que nos construye como humanos y nos aleja de la ordinariez y de la grosería. Hay que construirla cuidándose cada cual a sí mismo para no caer en la desidia y para no olvidarse de que no somos más que lo que vamos siendo cada día. Hay que construirla construyendo el amor a cada instante

Y cuando la noche llegue a cada uno de tus días, que puedas respirar profundamente, que puedas sentir tus brazos relajados, que puedas ir con tus pensamientos más allá del valle infinitamente verde y de la cumbre infinitamente profunda, que puedas gozar del descanso igual que hayas podido gozar de la vida, que no te sientas solo, sino construyendo la compañía. Que no te importe seguir viviendo así eternamente.

Que esta paz imposible la construyas y la disfrutes profundamente.

jueves, 23 de diciembre de 2010

The Legendary Tigerman

The Legendary Tigerman es un grupo de rock portugués liderado por Paulo Furtado, cantante famoso en la vecina Portugal. Su último disco, Fémina, incluye una versión de These boots are made for walking cantada por María de Madeiros